Este verano está siendo trágico. 303 muertes por ahogamiento hasta el 31 de julio. La cifra más alta en los últimos diez años. Para evitar ahogamientos, bastan algunas claves y mucha atención.
Divertidas y refrescantes piscinas, playas y lagunas, se convierten en un enemigo atroz si no tenemos cuidado. Pero podemos mantener a nuestros hijos a salvo con algunas claves. El verano es sinónimo de diversión bajo el sol, pero también es la temporada en la que los accidentes en el agua, lamentablemente, aumentan.
Como padres, nuestra principal tarea es garantizar la seguridad de nuestros hijos.
Te damos algunas claves prevenir ahogamientos.
1 La supervisión es total y constante
Esta es la regla de oro, y no se puede enfatizar lo suficiente. Un ahogamiento puede ocurrir en menos de 30 segundos y en tan solo unos pocos centímetros de agua, y a menudo de manera silenciosa. No hay excusas: no te dediques a mirar el móvil, no te pongas a leer, no te duermas un momento. Designa a un adulto para que se encargue exclusivamente de vigilar a los niños en todo momento. Si hay varios adultos, túrnense, pero que siempre haya uno con la mirada fija en los más pequeños.
2 Aísla la piscina con barreras
Si tienes una piscina en casa, o vais a un hotel o un lugar de alquiler, es vital que esté cercada por una valla de al menos 1.20 metros de altura, con una puerta que se cierre y se bloquee automáticamente. Además, considera una alarma que suene si alguien entra en la zona de la piscina. Estas barreras físicas actúan como una capa adicional de protección, especialmente cuando no estás cerca. Mucho cuidado con los cobertores de piscina, que en muy pocas ocasiones sirven para evitar ahogamientos
3 En la playa, nos avisan siempre que van a la orilla.
No se puede delimitar el espacio pero sí establecer espacios imaginarios como la zona de arena mojada o la de arena seca. Si están cerca del agua, siempre previo aviso.
4 Enseña a nadar a tus hijos lo antes posible
Saber nadar es una habilidad fundamental para la vida. Apunta a tus hijos a clases de natación tan pronto como sea posible. Entrena todos los días un rato con ellos cuando estéis de vacaciones. Haz un balance adecuado entre el respeto que le deben tener al agua y la necesidad de que no se queden paralizados por el miedo. Si bien aprender a nadar no sustituye la supervisión, sí les da a los niños las herramientas para reaccionar y mantenerse a flote si caen al agua inesperadamente.
5 Utiliza chalecos, no flotadores hinchables
Los chalecos salvavidas, ahora adaptados al tamaño de los niños, son cruciales para los que no saben nadar. Asegúrate de que el chaleco esté aprobado y le quede bien al niño. Los manguitos, flotadores de piscina y otros juguetes hinchables no son dispositivos de seguridad y pueden dar una falsa sensación de protección. Los chalecos deben llevarlos en todo momento cuando estamos en el área de la piscina. No solamente cuando se van a bañar. Muchos ahogamientos se producen por caídas accidentales precisamente cuando no estamos vigilando porque nos hemos confiado.
6 Establece unas normas claras para estar cerca del agua
Tienen que ser reglas sencillas y fáciles de seguir: no se corre alrededor de la piscina, no se pueden empujar al agua y no pueden saltar de cabeza si no saben a qué profundidad están, no pueden estar en la piscina o en la playa sin chaleco si no saben nadar, tienen que avisar siempre que se van a bañar, aunque ya sean expertos nadadores… Explícales por qué estas reglas son importantes, para que entiendan los peligros y cooperen.
7 Aprende reanimación cardiopulmonar (RCP)
Si ocurre lo peor, saber cómo responder puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte. Si tienes una piscina en casa o pasas mucho tiempo cerca del agua, es muy recomendable que uno o varios adultos de la familia tomen un curso de RCP. Estar preparado para una emergencia es la mejor forma de proteger a tus seres queridos. Te dejamos aquí una guía de primeros auxilios preparada por la Cruz Roja.
8 Incúlcales el respeto al agua y disfrutad juntos del verano
No se trata de que las vacaciones se conviertan en una agonía donde nadie pueda disfrutar. Al revés, el objetivo es que sepan respetar los riesgos que entraña al agua para que ya todos podamos estar más tranquilos. Siempre atentos, pero con confianza. Si nos obsesionamos con que puede pasar algo, corremos el riesgo de hacerlos excesivamente asustadizos, con las consecuencias que tendrá para su vida.
Alicia Gadea