¿Cuántas veces tus hijos han soñado con tener ese juguete que todos en la clase ya tienen? Muchas. Y lo mismo pasa con la ropa de moda, los viajes o las experiencias que ven en otros.
Es normal que, de vez en cuando, queramos darles eso que tanto les gusta. Sin embargo, convertir el gasto en la única forma de demostrar amor puede convertirse en una trampa. Gastar para expresar afecto no solo hace que los niños se acostumbren a pedir caprichos, sino que también les transmite una idea equivocada de lo que significa amar.
El amor no se mide en juguetes, dispositivos ni salidas costosas. Para un niño, lo más valioso no es lo que cuesta dinero, sino aquello que lo hace sentir valorado, escuchado y acompañado. Lo que más necesitan de sus padres es tiempo, atención y, sobre todo, mucho cariño.
Con frecuencia los niños pedirán las zapatillas que todos llevan o el último móvil, pero ahí es donde los padres tenemos que poner límites y enseñarles que hay cosas mucho más valiosas que las que se puedan satisfacer de inmediato. Con el tiempo, agradecerán haber tenido una infancia con menos “caprichos” pero llena de recuerdos y momentos a tu lado.
A continuación, te comparto ocho formas sencillas de demostrar amor a tus hijos sin gastar un centavo ni caer en el hábito de complacer cada capricho.
1 Estar presente, pasar tiempo de calidad juntos.
Al dedicarles tiempo exclusivo y sin distracciones (sin mirar el móvil o la tele), les mostramos que disfrutamos de su compañía y se sienten queridos.
2 Ser cercanos y tener gestos de cariño.
Cuando les damos un abrazo, un beso en la frente o les cogemos de la mano reforzamos su autoestima. El lenguaje corporal dice “te quiero” sin palabras.
3 Mostrar nuestro reconocimiento y orgullo.
Si un padre le dice a su hijo que es importante, él también lo creerá. Admirar su esfuerzo y celebrar sus logros hace que se sientan valiosos y fortalezcan sus valores.
4 Crear momentos compartidos solo de los dos.
Cuando les leemos un cuento, cocinamos juntos o paseamos después de cenar, creamos pequeñas rutinas y recuerdos que enriquecen la relación.
5 Incluirlos en las decisiones familiares pequeñas.
Dejarles elegir el estampado de unas cortinas o la comida que vamos a preparar les ayuda a sentirse escuchados y les mostramos que su opinión nos importa.
6 Escucharles sin juzgar.
Tenemos que permitir que se expresen sin minimizar lo que sienten (“eso es una tontería”, “eso no es nada”) Demostrarles que pueden contar con nuestro apoyo siempre.
7 Compartir nuestras propias historias y recuerdos.
Contarles cómo éramos de niños, qué soñábamos, qué aprendimos de nuestros errores… es una forma de compartir con ellos y que nos conozcan más.
8 Esforzarse en detalles diarios.
A través de pequeñas notas cariñosas, mirándoles a los ojos al hablar… Nunca sobran los pequeños gestos que les recuerdan lo mucho que les queremos.
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