¿Por qué celebramos? Porque estamos alegres y queremos compartirlo con nuestra familia. Porque Dios nos ha mandado a Jesús para salvarnos. Y para mostrar nuestra alegría, organizamos comidas y cenas, decoramos la casa y nos vestimos con nuestro mejor traje.
Y si transmitimos a nuestros hijos esta idea desde su más tierna infancia, no les costará nada entender que realmente no se trata de consumismo, ni de postureo, ni de mostrar todo lo que tenemos. Muy al contrario, es un gesto sincero en el que reconocemos lo que estamos celebrando.
1 Es un día especial.
En casa es donde van a aprender el verdadero sentido de la Navidad, que no es una mera celebración consumista sino la venida del Salvador.
2 Preparamos comida especial.
E involucramos a nuestros hijos desde pequeños, cada uno lo que pueda, para que se den cuenta de que celebramos algo muy importante.
3 Elegimos nuestro mejor traje.
Porque es una forma externa de mostrar nuestra alegría por la Navidad y nuestro respeto por el Niño Dios que ha nacido en el portal y también en casa.
4 Hacemos un rato de oración.
Adaptada a cada edad, quizá sólo sea contar la historia de la Navidad otra vez, quizá pensar en qué podemos ofrecerle al Niño Dios cuando nazca.