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La adolescencia: una etapa evolutiva incomprendida

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La OMS define la adolescencia como el periodo de crecimiento y desarrollo humano que se produce después de la niñez y antes de la edad adulta entre los 10 y los 19 años. Es una etapa conflictiva, especialmente para sus padres, que se nota mucho en las relaciones familiares, porque cuánto más necesitan a los adultos más se separan de ellos de manera progresiva.

La adolescencia se caracteriza por una etapa de crecimiento y desarrollo acelerado añadido a diversos cambios biológicos. La segregación de hormonas sexuales en este periodo genera diversos cambios físicos y de comportamiento en esta etapa. El adolescente está más centrado en el mundo exterior y hacia los pares, ya que pasan más tiempo con sus iguales. El adolescente, tras haber tenido una mayor dependencia del adulto durante la infancia, pasa a una mayor independencia en la adolescencia, pero siguen necesitando del adulto.

De hecho, cuanto más necesita al adulto, mayor necesidad tiene que conflictuar con él. Es la fórmula para poder adquirir la seguridad e identidad que necesita, a través del adulto, de poder separarse progresivamente. Cuanta mayor dependencia hay por parte del adolescente, mayor riesgo en la separación, que a veces manifiestan a través del conflicto y enfrentamiento con las figuras de autoridad.

La tormenta emocional propia de la adolescencia

En esta etapa existe una mayor influencia del contexto educativo y la socialización. Es una etapa de asentamiento del equilibrio socio-afectivo, lo que lleva en ocasiones a sufrir una tormenta emocional. Suelen surgir conflictos, y son positivos, ya que les ayudan a madurar mientras no perduren en el tiempo, pero siguen requiriendo de la supervisión, con mayor distancia, y refuerzo del adulto. Aparece el poder de logro, fomento de las expectativas, objetivos, metas* que influirán en la consolidación de su autoestima.

La mitad de los adolescentes duermen menos horas de las que deberían, bien porque aprovechan la noche para conectarse a la tecnología, porque es su momento de soledad sin que se sientan controlados por un adulto y se acuestan tarde, y porque es una etapa de crecimiento donde el organismo requiere de más horas de descanso.

Esta falta de sueño conlleva a desarrollar somnolencia matutina, síntomas de irritabilidad, estrés y depresión, incluso puede afectar al crecimiento del menor, ya que por la noche es cuando más se segrega la hormona del crecimiento. Para ello los padres también deben fomentar desde la infancia la adquisición de una higiene del sueño adecuada.

La madurez en la adolescencia

En la adolescencia aún no se ha madurado por completo el cerebro, siendo la corteza prefrontal la estructura cerebral en desarrollo. Esta zona está vinculada directamente con la impulsividad, donde hay una mayor tendencia a la exposición al riesgo en la adolescencia.

Algo similar ocurre con el procesamiento de las emociones, donde hay funciones cognitivas en proceso de maduración, como son la atención, la capacidad de planificación, la memoria a corto plazo, la capacidad de concentración… Esto justifica muchas de las actitudes propias de la adolescencia como es la falta de orden, los cambios de humor, la falta de motivación, así como la impulsividad.

En esta etapa, necesitan: pertenecer a un grupo, elegir a sus amigos con libertad, desarrollar su autoestima, fomentar su pensamiento crítico, y que éste sea respetado por el adulto, y en concreto por sus referentes primarios, así como cometer errores, experimentar nuevas vivencias, descubrir el mundo que le rodea… 

Mercedes Bermejo. Directora de Psicólogos Pozuelo

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