El ser humano es un animal social y necesita relacionarse con sus iguales para conseguir desarrollar esta faceta que nadie puede negar de la condición humana. Desde muy pequeñitas, las personas ya sienten el impulso de interactuar con sus semejantes para compartir momentos y crear su pequeño círculo de amigos. Un aspecto que no se abandona a lo largo de nuestra vida.
En especial durante la adolescencia, etapa de la vida en donde las amistades pueden marcar el rumbo del desarrollo de la persona. Las salidas se alargan más y el tiempo que pasa con los amigos es en ocasiones mayor que el comparte junto a su familia, por lo que la influencia que recibe de estas personas es mayor que la de sus padres, madres, hermanos, etc. Es por ello que ante la importancia de este grupo en nuestros hijos, hay que saber de qué forma influyen en su desarrollo.
¿Por qué son importantes los amigos?
El adolescente debe enfrentarse a bastantes cambios en esta etapa de su vida, tanto físicos como psíquicos. Es aquí cuando comienza a cuestionar con más fiereza las normas de los adultos y progresivamente pierde la dependencia respecto a sus padres. Le resulta más fácil y menos vergonzante consultar sus dudas y preocupaciones con sus amigos, dada la empatía que se siente al estar experimentando lo mismo que él.
La estructura de las amistades cambia según la edad. Durante la preadolescencia, entre los 11 y 14 años, son típicos los grupos pequeños del mismo sexo. La pertenencia a ellos da protección y facilita el contacto con semejantes. Más adelante, empiezan a mezclarse con personas del género opuesto, dando lugar a grandes grupos mixtos. Finalmente, pueden formarse las primeras parejas, lo que supone una reducción de la dependencia respecto a los amigos.
Las amistades durante esta etapa de la vida suelen ser homogéneas. Los adolescentes tienden a elegir a su grupo según criterios muy elaborados y buscan a personas que tengan valores, ideas y actitudes semejantes a las suyas. El nivel socio-cultural es parecido al de las amistades de la infancia.
Las conversaciones con sus amigos íntimos ayudan al adolescente a conocerse a sí mismo y a entender los cambios que le están sucediendo en esta etapa de su vida. Compartiendo y comparando las experiencias e ideas con alguien que se encuentra en la misma situación, le ayuda a descubrir nuevos valores y formas de ver la vida y, en definitiva, a construir su identidad.
Influencia y presión de los iguales
Al igual que ocurre durante toda la vida, pertenecer a un grupo supone sentirse a veces presionado a hacer cosas o tomar decisiones que van en contra de nuestras propias convicciones y valores. En el caso del adolescente no es menos, más aún si tenemos en cuenta que se encuentra en un periodo de gran inestabilidad emocional, es más vulnerable y más sensible a esta presión ya que necesita sentirse aceptado por aquellos que lo rodean.
Los motivos para acoplarse al comportamiento del grupo son varios: la necesidad de ser aceptado, el temor de que los demás burlen de él o simplemente el querer probar algo nuevo. La presión se ejerce en todo tipo de grupos, desde los grandes, como por ejemplo el marcar un tipo estilo de vestimenta, como entre los amigos íntimos, siendo esta presión más importante, ya que es más difícil resistirse a lo que dicen las personas más cercanas.
Lo normal es que se entienda esta presión como algo malo que hará que el adolescente se inicie en el consumo de alcohol, drogas, practique relaciones sexuales de riesgo. Pesto no siempre es así., en muchas ocasiones las amistades estimulan al adolescente para entrar en equipos deportivos o practicar otras actividades creativas como puede ser la pintura, tocar un instrumento o la lectura.
El papel de los padres
En este punto los padres de los adolescentes pueden sentir la necesidad de querer ayudar a sus hijos a buscar buenas amistades que supongan una buena influencia a sus hijos. Para ellos desde la Asociación Española de Pediatría, AEP, lanzan esta serie de consejos para afrontar el momento en el que
– Querer y aceptar al adolescente. Aunque en la adolescencia aumenta la necesidad de independencia, la importancia de la familia en su desarrollo sigue siendo la misma. Habrá momentos en los que busque este respaldo de sus padres, madres y hermanos, y siempre ha de encontrarlo
– Tratar de no menospreciar a sus amigos, el adolescente lo percibe como un ataque contra sí mismo. Invitarles a casa es una buena forma de conocerlos y mostrar interés por su vida.
– Enseñarles a diferenciar «apariencia», lo que tratamos de ser o lo que se nos pide ser, de la «identidad», lo que realmente somos. Eso les ayudará a enfrentarse a la presión de los iguales.
– Vigilar el uso de que hacen de internet y de las redes sociales. Colocar el ordenador en el salón y limitar su uso nocturno facilitará el control. Hay ocasiones en las que los adolescentes buscan amistades en la red, un asunto muy peligroso ya que nunca se sabe quién está al otro lado.
– Mantener la comunicación, con un ambiente abierto y seguro de conversación, para que el adolescente no pierda la confianza.
Damián Montero
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