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Miedo al rechazo social, cómo ser aceptado en el grupo

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«Es un solitario, siempre juega solo en los recreos», «mira qué creído, siempre con ropa cara», «no puedes jugar con nosotros: eres demasiado malo»… Cualquiera de estas frases podrían oírse en cualquier colegio… Los grupos y grupillos surgen de modo natural en la relación de los chicos y chicas, como parte de su proceso de socialización; sin embargo, también pueden ser causa de complejos, de frustración y de rechazo.

El mundo de un niño o niña de alrededor de los 10 años, a su escala, también puede resultar complejo si, por ejemplo, lleva aparato de ortodoncia, tiene algo de sobrepeso, no juega demasiado bien al fútbol, sus gafas llaman la atención, tiene pecas por todas partes, pelo rebelde… Quedarse fuera del grupo o verse relegado al pelotón de los «tontos», «inútiles», aquellos con los que es mejor que no te vean, puede generarles un sufrimiento importante, aunque no puedan o sepan expresarlo con claridad.

Cómo ayudar a los hijos a ser aceptados

1. Reconocer que todos los chicos necesitan encajar en el ambiente y tener un grupo de amigos. Es algo natural, especialmente al finalizar la Primaria y al comienzo de la Secundaria (entre los 10-13 años). Puede derivar en un rechazo al colegio. Por supuesto que ninguno de nosotros queremos que acabe perdiendo personalidad por seguir ciegamente a un lidercillo, pero tampoco podemos acabar protegiéndole en exceso. Es importante ofrecerles oportunidades para relacionarse con los demás, y eso conlleva, necesariamente, amoldarse a los demás, hacer algunos planes de los que hacen otros, etc.

2. Prestar atención a si hay algo en nuestro hijo que pudiera suponer una desventaja con respecto a la relación con sus amigos. Por ejemplo, si no tiene hábitos de higiene, si tiende a creerse superior, etc., si no queremos que acabe encuadrado en el apelativo de los «sucios», los «pelotas» o cualquier otra denominación. También se debe prestar atención a los gustos generales de los chicos de su edad, para entender mejor lo que quiere nuestro hijo y comprender porqué puede rechazar, por ejemplo una mochila de un grupo musical que le hemos comprado y que, aunque a nosotros nos puede parecer perfecta, para él no tiene interés alguno.

3. Pasar tiempo con los hijos, charlar y escucharles con atención, respetando su punto de vista. Ahora, a estas edades, es cuando debemos construir una buena autoestima y confianza en sí mismos. Nuestros hijos necesitan sentirse apoyados, y si no lo encuentran en casa lo buscarán en su grupo de amigos. Cuando los chicos cuentan con una imagen positiva de sí mismos, tienen menos posibilidades de caer en grupos con comportamientos violentos.

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4. Fomentar en los hijos la búsqueda de intereses y aficiones diversas. Podemos ayudarles a que practiquen deportes, que se aficionen a la música, que realicen actividades solidarias… Un chico o chica ocupado en proyectos productivos que son de su interés tiene menos tiempo, y posibilidades, de ser influido por los demás, además de tener la posibilidad de conocer a gente que sí puede aportarle algo positivo. Tener muchos intereses es una muy buena manera de que los hijos tengan un amplio rango de amigos.

5. Enseñar buenas maneras y habilidades sociales. Cuando un chico trata a los demás con amabilidad, saber perdonar y olvidar las ofensas, se comportará mejor que un chico que critica y murmura o que es rencoroso. También hemos de echar un vistazo a nuestro propio comportamiento, para comprobar si, a veces, nos mostramos demasiado críticos o intolerante en casa, pues eso es lo que aprenderán nuestros hijos.

6. Asegurarle que todo irá mejor en el futuro. Los grupillos son generalmente temporales; crecen y cambian. Cuando los chicos maduran, tienden a ser más amables y más tolerantes con otros. Sus niveles de habilidades sociales se incrementan. A veces, es útil recordar a los hijos que tener uno o dos buenos amigos puede ser más rico que ser otro miembro más de un grupo, o tener que soportar bromas para no ser rechazado.

Fátima Calzado

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