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¿Sabemos lo que leen? Un libro, el mejor confidente

¿Sabemos lo que leen?

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A veces, da la impresión de una cierta inocencia paterna acerca del tipo de libros que llegan a los hijos. La lectura -ya sea de revistas, libros, etc.- es uno de los medios formativos más poderosos, especialmente en la etapa crucial de la preadolescencia y la adolescencia propiamente dicha. Pero, por el mismo motivo, también puede llegar a ser un medio deformativo.

¿Buenos lectores?

En primer lugar, es un hecho constatado que los adolescentes no son buenos lectores; es decir, leen menos que en épocas precedentes. Esto es así, porque están preocupados por asuntos más reales: sus amigos, sus conflictos, las nuevas posibilidades de la edad… Incluso chicos y chicas que antes leían mucho pueden no encontrarle el gusto a esta actividad, sobre todo, si la ven como impuesta. Tal y como afirma Daniel Pennac: «El verbo leer no soporta el imperativo. Aversión que comparte con otros verbos, como soñar o amar».

Los gustos oscilan entre los propios de la pubertad ya superada -lo que se llama literatura infantil- y los generales, ya de adultos. El adolescente se está buscando a sí mismo y para ello no sólo ahonda en sus pensamientos o sentimientos, sino que busca incansablemente modelos con los que identificarse, de los que aprender. Se plantean preguntas, se cuestionan todo… y buscan a aquellos escritores que son capaces de expresar con exactitud lo que ellos sienten, o simplemente lo que les gustaría vivir y sentir, pero no aciertan a decir.

¿Sabemos qué leen? Temas realistas, pandillas…

A estas edades el lector ya es sumamente exigente. La extensión no es ahora un obstáculo, si la novela interesa. Y la novela interesará si la acción está desarrollada de una forma vigorosa, si los personajes están bien trazados, si los datos que se manejan son fiables, exactos. Empiezan a interesar las introspecciones, la incursión en el mundo interior de los personajes proporciona materia para la reflexión y para un análisis de sus propios conflictos interiores; ayuda a conocerse mejor.

De la mano de su nuevo mundo de intereses, es lo real lo que aporta soluciones, y la realidad para ellos es una emocionante aventura. Por eso los libros que más les interesan son los de aventuras, el riesgo, las novelas policíacas o de intriga… De su falta de identidad y autovaloración surge otra necesidad: el adolescente buscará afanosamente modelos, héroes, con los que identificarse.

Idéntica razón justifica el interés por los libros con protagonistas adolescentes. Ahora la identificación es más fácil. El mundo, las características de los protagonistas son parecidos a los de él mismo, y en ellos busca, además de diversión, modelos de conducta. Son muy numerosas las series de «pandillas», detectives, aventureros, deportistas, etc. Las chicas pueden sentirse antes atraídas hacia el mundo de lo sentimental y romántico. Su tendencia a idealizar el amor está más marcada y se satisface su necesidad con amores imaginativos.

Buenas lecturas para los adolescentes

Es conveniente que un adolescente lea libros. Pero aún más importante es que lea buenos libros: los chicos o chicas de esta edad necesitan una educación cultural y los libros suelen reflejar muy bien los ambientes, los valores, los intereses y los sentimientos. Eso sí, bajo unos puntos de vista que, a veces, pueden estar equivocados.

Ninguna lectura es inocua. Y a esta edad, el chico es más influenciable porque, si bien ya es capaz de pensar como un adulto, todavía no tiene desarrollada una adecuada capacidad crítica; el rasgo principal de su carácter es la inseguridad. En estas condiciones no son capaces de establecer la distancia necesaria entre lo que leen y la propia realidad. Ahora puede nacer un problema, cuando el adolescente se está formando un criterio propio, cuando todavía carece de una adecuada capacidad de distanciamiento, y por consiguiente es incapaz de enjuiciar lo que lee con sentido crítico verdadero.

¿Padres policía?

No se trata de convertirse en padres censores y policías de lo que leen los hijos, ni de imponer un tipo de lecturas. En muchas ocasiones, el principal problema consistirá en ver cómo aficionar a los hijos a la lectura, un medio formativo que puede ayudarles para formar su personalidad, para adquirir cultura, para abrir la mente… Si no leen, lo adecuado es ir buscando, dentro del terreno de sus gustos y aficiones, libros que amplíen sus conocimientos.

Ricardo Regidor
Asesoramiento: Cynthia Hertfelder. Licenciada en Filosofía y Ciencias de la Educación, Diplomada en Psicología, profesora de literatura y especialista en animación a la lectura

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