Actualizado 02/03/2022 10:05

Lucía Galán: "El error de muchos padres es creer que en la adolescencia ya no nos necesitan"

Lucía Galán Bertrand
Lucía Galán Bertrand - HACER FAMILIA

Lucía Galán, más conocida por su blog y su perfil de Instagram @luciamipediatra, vuelve al mundo editorial por la puerta grande, con un nuevo libro La vida va de esto (Planeta), que es una recopilación de historias que van directas al corazón, y que durante la primera semana ya ha alcanzado el número 1 de los más vendidos en Amazon en la categoría de 'Familia y relaciones'.

La popularidad de Lucía Galán, pediatra, como una de las divulgadoras científicas más importantes (y queridas de España) sigue ganando enteros con su noveno trabajo y que es uno de los más emotivos. Es un libro escrito desde la madurez que da ser madre de adolescentes, y la experiencia de 20 años como pediatra, los últimos en plena pandemia. Fruto de ello se ha centrado en los problemas que han sufrido los adolescentes, que aborda a través de su propia experiencia personal

Lucía Mi Pediatra presenta su libro más emotivo

¿Qué te ha movido a escribir este libro donde hablas de tus experiencias personales, incluyendo palabras textuales de tus hijos de muchas ocasiones?
Es mi vida real expuesta en papel. Siempre en todos mis libros, mis hijos han tenido mucha presencia porque me gusta esta conexión entre mis pacientes y mi propia maternidad, pero es verdad que en esta ocasión está más presente que nunca. Y creo que es porque estoy en este momento de la maternidad plenamente consciente de que he cerrado una etapa que es la infancia y tengo esa melancolía hacia mis hijos, niños que ya no lo son y que no lo van a volver a ser, y he querido dar mucha presencia a la adolescencia.

¿Y cómo es la maternidad con adolescentes?
Distinta, es lo que tiene, con esos portazos y con esas salidas. Porque hemos venido aquí a hablar de verdad y no podía utilizar ni edulcorantes de azúcar y ni filtros. La adolescencia es así, con todo lo maravilloso que tiene esta etapa, pero también a veces con todas esas curvas. Siempre me ha gustado contar las cosas tal cual son.

Hablando de hijos adolescentes, tú has dicho en el libro que estás en el buen camino, ¿cuándo los padres nos damos cuenta que lo hemos hecho bien?
Nos pasamos buena parte de la infancia de nuestros hijos cubriendo sus necesidades continuamente y olvidándonos de nuestras propias necesidades.
Y esto forma parte de este viaje y de repente llega un día en el que yo decido compartir un momento de crisis personal con mis hijos ante un cambio que se avecinaba y sin darme cuenta, me veo desbordada y mis emociones se transforman en lágrimas y me derrumbo.
Entonces mi hijo Carlos se levanta, me abraza, y me da estas palmaditas que quedan en la espalda. Dice "mamá tranquila, que todo va a ir bien". Y entonces me dije: fíjate, has logrado educar a tus hijos en esa empatía maravillosa de que somos equipo, de que somos una piña y de que unos días mamá está fuerte y es la que tira del carro y otros días no, que no son muchos, pero forma parte de nuestra vida. Y me pareció un momento revelador ver que mis hijos se preocupan por mi, tras veinte años como pediatra y quince de madre.

¿Qué es el éxito para ti y cómo lo has conseguido? ¿Qué es lo que hay debajo del iceberg?
Bueno, efectivamente, hablo del éxito a raíz de una pregunta que me hace mi hija: Mamá, ¿qué es ser una mujer emprendedora? El éxito no es solo suerte. Como decía Woody Allen "tardé diez años en tener suerte de la noche a la mañana". La puntita del iceberg es la imagen de esa mujer fuerte, sonriente, con mucha luz, y con unos hijos estupendos que no ha tenido nunca ningún problema. Debajo hay muchas crisis personales, momentos en los que he tenido que poner el contador a cero en varias ocasiones, hay problemas económicos, momentos de hacer muchas cuentas, de reinventarse y pasar mucho miedo al criar a dos hijos sola. Hay sensación de pérdida de control, pero también hay golpes de timón y muchas horas en las que me he repetido "no me rindo y no me rindo". Afortunadamente, en mi caso, al final todo esto me ha traído un éxito dulce y maravilloso que es el que estoy viviendo ahora mismo, pero hay otras muchas ocasiones que aun poniendo todo de tu parte, no lo logras. Pero yo siempre se lo digo a mis hijos, detrás del éxito siempre hay un camino duro y muy largo.

¿Por qué consideras la confianza, como uno de los elementos más importantes para meter en la mochila de tus hijos?
Nuestros hijos adolescentes nos siguen necesitando. El error de muchos padres es que creen que en la adolescencia ya no nos necesitan, que ya está todo el pescado vendido, es decir, yo ya he hecho todo lo que tenía que hacer y ahí te las apañas que ya eres mayor. Ese es el error porque nos siguen necesitando mucho y no nos van a pedir ayuda como cuando son pequeñitos, que nos la piden continuamente. Tenemos que estar muy alerta a esas señales de nuestros hijos cuando nos necesitan. Y si no has trabajado una sólida confianza con ellos desde que son pequeños, estás perdido.

Pero, ¿cómo hacerlo?
Trabajemos la comunicación desde el principio. "Niños, pase lo que pase mamá y papá siempre va a estar aquí incondicionalmente. Podéis contarme lo que sea". Cuando nos cuentan cosas de sus amigos, intentemos no juzgar, no atacar a los amigos de nuestros hijos porque en el momento que ataques a sus amigos, has roto cualquier vía de comunicación con ellos porque ellos lo viven como un ataque personal. Escuchemos sin juzgar. Si hay algo que yo he trabajado mucho en la adolescencia con mis hijos es el no intervenir, no como cuando eran pequeños. Mejor dar un paso atrás y escuchar, que se sientan escuchados y comprendidos y evitar los juicios. Dejemos que eso haga poso, que se sientan comprendidos y escuchados. Y a lo mejor al día siguiente, mientras los llevas al entreno, sí que es momento de decir Oye cariño, esto que me contaste ayer, podríamos darle una vuelta de rosca y si te parece, si lo enfocamos así. El adolescente tiene que sentir que cuando llega a casa es un refugio, que es un lugar seguro que habrá momentos en los que compartan cosas y otras no. Nosotros siempre vamos a estar ahí de forma incondicional.

¿Por qué consideras que la salud mental es tan importante como la salud física, sobre todo ahora, después de la pandemia que hemos vivido?
Estamos a la cola de recursos y dotación de psicólogos y psiquiatras en nuestro país. En comparación con el resto de países europeos, el Sistema Nacional de Salud es muy precario respecto a profesionales de la salud mental y al final, es un privilegio de unos pocos que se lo pueden permitir. Sería importante presionar a los gobiernos e instituciones para que haya un sistema sólido, accesible, rápido, ágil y universal al que pueda acceder todo el mundo en unos tiempos lógicos de espera. Cuando tienes un problema serio con un adolescente y no sabes a quién recurrir, tenemos que formar a familias sobre signos de alerta de que nuestro hijo necesita ayuda. Programas cerrados, sólidos y eficientes sobre la prevención del suicidio. Once personas se suicidan en nuestro país al día y uno es un joven o un adolescente. Esto es terrible.

Tenemos que formar a educadores, a profesores, a orientadores de instituto, a directores... sobre cuáles son las señales de alerta de suicidio, que no son tonterías, que no hay que pensar que ya se les pasará.

Cuando veas esto tienes que notificarlo, ponerlo en manos de profesionales y tenemos que animar a los adolescentes y a la población en general a hablar de salud. Porque no hay salud mental sin salud física, e igual que vamos al médico cuando llevamos varios días con fiebre, con tos o con dificultad respiratoria, deberíamos hacer lo mismo cuando sentimos que perdemos el control de nuestra vida, de nuestras emociones.

¿Cómo podemos poner en sintonía todos los roles que tiene la mujer en este momento?
La vida es larga y yo creo que hay momentos en tu vida en la que tienes que priorizar por encima de cualquier cosa. Hay momentos en tu vida en los que priorizar la crianza de tus hijos, y está bien, otros en los que hay que priorizar tu carrera profesional y está bien también. Y hay momentos en los que priorizar tu bienestar emocional, como mujer, también está bien. Yo creo que se debe hacer un llamamiento al respeto hacia las decisiones individuales de cada mujer. ¿Qué sentido tiene que haya mujeres que se cojan una excedencia para disfrutar de sus hijos y otras mujeres las machaquen, o al revés que haya mujeres que se incorporan cuando su bebé tiene dos meses y medio y otras las critiquen? De este modo, las hacemos sentir todavía más culpables. O mujeres que deciden auto cuidarse por encima de cualquier otra cosa, porque están en un momento pleno y vital de su vida en el que deciden dar prioridad al autocuidado. Quiero decir que la vida es tan larga y tiene tantas etapas que yo poco me parezco a la mujer de veintinueve años que tuvo a su primer hijo. Poco me parezco a la mamá desbordada con dos niños de tres y cuatro años, a la mujer más serena y más tranquila que soy ahora con cuarenta y cuatro años. Entonces respetemos y entendamos que la vida es tan larga que tendremos momentos en los que queramos poner en valor distintos aspectos de nuestra de nuestra vida.

En contra de la sobreprotección, consideras importante que los niños hagan las cosas por sí mismos desde pequeños, ¿crees que merece la pena no rendirse y pelear por lo que uno cree hasta el final?
Siempre. Si hay algo que vivo mucho en la consulta es la sobreprotección, ese miedo excesivo, a veces que ronda la maternidad y la paternidad, hace que los padres pequen de sobreprotección por sus hijos. Y lo único que hace esa sobreprotección es crear niños con pocos recursos, con pocas habilidades, con miedos desmedidos y con esa necesidad continua de validación por sus padres para hacer cualquier cosa. Entonces dejemos que nuestros hijos equivoquen.

Nuestra misión como padres es hacer que se levanten cada vez porque hemos venido a levantarnos, a seguir y avanzar. Y en esto consiste la vida, no podemos pretender que no se caigan nunca.

Claro que se van a caer y yo prefiero que se caigan al principio de la vida conmigo, no que sus primeras caídas sean ahí fuera, porque los he tenido entre algodones toda la vida. Hay infinidad de ejemplos. Si se le olvida la chaqueta y la mamá va corriendo y no pasa frío, se le volverá a olvidar. Si se le olvida el almuerzo, a lo mejor tiene que pasar hambre.

Cuentas también vuestra experiencia con la abuela Juli y me gustaría que nos contaras ¿cómo ayudar a los niños a enfrentarse con la muerte?
Bueno, yo quise explicar a mis hijos que la muerte forma parte de la vida. Ellos perdieron a su abuelita en un plazo de tres cuatro meses por un cáncer de páncreas y a mí eso me permitió trabajar con ellos. Nuestros hijos necesitan respuestas, las necesitan y si no se las damos, al final terminarán buscándolas fuera y a lo mejor no encuentran lo que nosotros queremos que encuentren. Tenemos que contestar a todas sus preguntas, aunque sea duro, pero los niños necesitan verdades. Hay momentos en la vida que no podemos pintarlos de fantasía.

Hablemos desde la verdad, siempre desde la ternura y la sensibilidad que necesitan nuestros hijos y agradeciendo la vida.

Pero su recuerdo va a permanecer siempre vivo y esa es la manera de mantenerla viva. Vamos a hacer las recetas que ella hacía y así la vamos a tener siempre en la cocina. Y vamos a decir las frases hechas que nos decía con los dichos, con los refranes y así la tenemos siempre viva y al final tenemos que dar gracias por todo lo que nos han regalado y todos los años bonitos que hemos podido disfrutar de ella. Y creo que esto es un concepto de la muerte sincero, real y tierno, y al menos quiero que mis hijos recuerden que han pasado su proceso junto a su madre, desde la comprensión del dolor, porque también es el mío. Esto es una situación muy triste que vamos a vivir juntos y aquí estamos para apoyarnos, para celebrar las alegrías y para pasar las penas.

¿Qué hemos aprendido de esta pandemia?
Veo mucha crispación, mucha violencia verbal. Veo que casi cualquier tema que saques a la palestra se intenta politizar. Hemos aprendido que nunca hay que dejar a los enfermos solos y llevamos muchos años ya luchando por ello, sobre todo, por los niños. Con esos horarios de visitas estrictos que había antiguamente, los niños están la mayor parte del tiempo solitos en sus habitaciones. Creo que se podían haber hecho las cosas muchísimo mejor, pues es imperdonable que haya miles de personas que hayan muerto solos sin sus familiares. Yo creo que esto es imperdonable como sociedad y me gustaría pensar que no va a volver a pasar.

¿Qué opinas como pediatra de las vacunas? ¿Recomiendas la vacunación infantil contra el Covid?
Sí, las recomiendo. Sigo las recomendaciones de la evidencia científica con todos los datos que disponemos ahora. Ahora sí tenemos datos de que es una vacuna segura, de que es una vacuna efectiva, de que claramente ha marcado un antes y un después en el número de hospitalizaciones de ingresos y de mortalidad porque disminuye claramente las complicaciones graves y la mortalidad con respecto a los pacientes vacunados de los no vacunados. Estoy a favor de la vacunación infantil. Es verdad que en los niños no ha sido una enfermedad grave, aunque hemos tenido cerca de doscientos ingresos el año pasado y cerca de una veintena de fallecimientos en niños a causa de la Covid.

He sido la primera en vacunar a mis hijos y tengo que reconocer que sentí cierto alivio cuando les pusieron la pauta completa.

Empecé a vivir la pandemia de una manera mucho más relajada, cuando ya al fin estábamos todos vacunados.

¿Cuál es el legado más grande que le vas a dejar a tus hijos?
El legado más grande que podemos dejar a nuestros hijos es el amor, el amor en el más amplio espectro de la palabra, un amor hacia nuestro trabajo, hacia cómo hablamos de los demás... Si nos escuchan gritar a compañeros de trabajo, insultar, juzgar indiscriminadamente a todo el que pasa por delante... éste no es el mejor ejemplo. Yo creo que el amor es el mejor ejemplo que les podemos dar. Nuestros hijos nos reconocerán como personas a las que todo el mundo quería y que se hacía querer porque era una buena persona.

Marisol Nuevo Espín

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