Actualizado 14/12/2015 15:12

Espasmos del sollozo, ¿qué hacer cuando el bebé se priva y no respira?

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Los espasmos del sollozo o del llanto
Foto: THINSTOCK Ampliar foto

Más de un padre ha salido corriendo a Urgencias con su hijo porque éste ha dejado de respirar cuando lloraba de manera exagerada, poniéndose incluso azulado por la falta de oxígeno. Este tipo de bloqueos de la respiración durante el "disgusto" del bebéo se conoce como espamos del sollozo, algo que, para tranquilidad de familiares y cuidadores, no suele dejar lesión alguna.

Entre los 6 meses y los 5 años, el 5 por ciento de los bebés sufre este tipo de apnea en algún momento, con posibles desmayos posteriores, un episodio que pasa en menos de un minuto sin mayores consecuencias. En el caso de los niños mayores, se calcula que un 10 por ciento o más tiene estos espasmos del sollozo, episodios de falta de respiración por un berrinche o una rabieta cuando se les lleva la contraria o se hacen daño, que también pueden asociarse a breves crisis convulsivas.

Generalmente, los espasmos del sollozo se dan hacia los 2 años y se suelen superar a partir de los 6 años, pudiendo suceder varias veces al día o de manera ocasional. Pero hasta entonces, conviene que los padres sepan cómo prevenir los espasmos del sollozo, prever su llegada, identificar sus signos y tener conocimientos sobre cómo actuar en caso de que se produzcan, sobre todo si son bastante continuos.

¿Qué son los espasmos del sollozo?

Qué son los espasmos del sollozo

La apnea se produce cuando se detiene la respiración de una persona por la causa que sea, de manera temporal (como la apnea obstructiva del sueño) o prolongada (como el paro respiratorio o el paro cardiaco). En el caso de los espasmos del sollozo, se trata de un cese momentáneo de la respiración al llorar moviendo el cuerpo y con respiraciones ruidosas.

Síntomas de los espasmos del sollozo

Durante los espasmos del sollozo, la frecuencia cardiaca disminuye por un corto espacio de tiempo, al igual que la respiración, debido a que el niño jadea, exhala aire y, finalmente, deja de respirar. Los padres pueden reconocer estos episodios porque:

-   la piel del niño se vuelve azulada o pálida

-   el pequeño pierde la consciencia durante unos segundos durante el espasmo

-   sufre dos o tres movimientos convulsivos en brazos y piernas

Causas y consecuencias de los espasmos del sollozo

Se desconocen los motivos por los que los pequeños dejan de respirar cuando se disgustan de forma exagerada, pero suelen darse con más frecuencia en aquellos con familiares que también han padecido estos episodios. Además, son más comunes en pequeños con

-   Afecciones genéticas como el síndrome de Riley-Day y el síndrome de Rett, ambos trastornos que afectan al sistema nervioso

-   Anemia ferropénica (deficiencia de hierro)

El niño no suele hacerlo de manera voluntaria, aunque algunos puedan usarlo para llamar la atención, y suele suceder en respuesta al miedo, al dolor, a un hecho traumático o al ser regañado.

En todo caso, estos eventos no entrañan riesgos para la salud del pequeño, que se recupera solo de manera rápida y completa, volviendo a respirar con normalidad tras un tiempo breve de pérdida del conocimiento y volviendo a adquirir su color normal de piel en cuanto vuelve a respirar.

¿Cómo actuar ante los espasmos del sollozo?

Ante este tipo de apneas, es importante:

-   Mantener la calma y no mostrar mucha preocupación para que el niño no se aproveche de estos episodios

-   No golpearle o moverle porque esta técnica no acorta el tiempo de duración del espasmo del sollozo

-   Colocar al pequeño tumbado boca arriba para evitar accidentes y facilitar el flujo cerebral

-   No dejar de regañarle o corregirle por miedo a que se produzcan

-   Todos los miembros del entorno del niño que se ocupen de cuidarle deben conocer que éste puede sufrir espasmos del sollozo (cuidadores, guardería o colegio, abuelos, etc)

Tras un espasmo del sollozo, ¿cuándo acudir al médico?

Es conveniente llamar o ir al médico cuando estos espasmos se presentan antes de los 6 meses o continúan cumplidos los 7 años.

Los padres también pueden acudir al pediatra para que diagnostique si se trata de este tipo de episodios o en caso de que los progenitores necesiten información o consejos para afrontarlos.

Dra. Paloma Nacher. Servicio de Neonatología y Urgencias Pediátricas del Hospital La Milagrosa de Madrid

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