La pequeña infancia, que corresponde al periodo que transcurre desde el nacimiento del bebé hasta que cumple los 3 años, supone una etapa en la cual los niños y las niñas experimentan un crecimiento físico y cognitivo significativo, a la vez que aumentan las habilidades motrices que les permitirán coger objetos, girarse, sentarse, andar y, en definitiva, explorar el mundo que les rodea.
Esta etapa también es un momento vital para los niños, puesto que se producen algunos de los cambios más significativos de sus vidas. Durante este periodo, empiezan a fortalecer las conexiones con sus cuidadores principales y aprenden a regular sus emociones. Además, empiezan a interactuar con sus iguales y aprenden las habilidades sociales básicas como compartir, esperar su turno y jugar en grupo, por ejemplo.
Necesidades básicas cubiertas
Para poder favorecer el descubrimiento del mundo que les rodea, es clave tener las necesidades básicas cubiertas.
Estas, en las primeras edades, las podemos dividir en tres bloques:
1. Fisicobiológicas: tener una buena alimentación, higiene y temperatura, un sueño adecuado, estar resguardado de riesgos reales y disfrutar de integridad física y salud.
2. Socioafectivas: tener seguridad emocional, una red de relaciones sociales positivas y una autonomía progresiva.
3. Cognitivas: fruto de la estimulación sensorial y la exploración física y social.
La escuela infantil y su valor para el desarrollo de los niños
Es esencial destacar que, durante esta etapa, los niños necesitan estar en un entorno seguro, cariñoso y estimulante. La calidad de las interacciones con el adulto, con otros niños y el acceso a recursos adecuados tendrán un impacto significativo en ellos. En este aspecto, la escuela infantil juega un papel muy importante en el desarrollo y el aprendizaje de los niños y las niñas durante la pequeña infancia, ofreciendo espacios de confianza donde crecer y progresar.
Cubrir las necesidades básicas como la alimentación, higiene y descanso, así como el acompañamiento para garantizar su seguridad y bienestar físico, también la escuela infantil ofrece un entorno rico en estímulos y oportunidades de aprendizaje. A través de juegos, propuestas y materiales adecuados se fomenta el desarrollo cognitivo, motor, lingüístico y social. Además, se promueve la exploración, la curiosidad y la creatividad.
Asimismo, la escuela infantil es un lugar donde tienen la oportunidad de relacionarse con otros niños y esto les permite compartir y adquirir habilidades sociales básicas. También se ofrece apoyo en su crecimiento emocional, ayudándolos a comprender, expresar sus emociones y establecer vínculos con los otros.
Otro punto clave es el papel que juegan las familias, ofreciendo oportunidades de participación en los diferentes momentos de la escuela. La cooperación entre familias y las escuelas infantiles es considerada un eje de calidad educativa. El bienestar y la evolución del niño depende del vínculo de aferramiento familiar. Compartir las emociones, dudas y angustias es una manera de generar un clima de bienestar con las familias, puesto que favorece la comunicación entre familia-escuela, la cual es vital tanto en estos primeros pasos, como en toda la estancia en la escuela infantil.
En resumen, cuando hablamos de la pequeña infancia, nos referimos a la fase inicial de la vida en la que se experimentan muchos cambios en poco tiempo en las diferentes áreas del desarrollo y en la que se adquieren las habilidades físicas, cognitivas, emocionales y sociales que acontecerán fundamentales por el futuro de las personas.
Rosa Garcia Roura. Especializada en Comunicación e Innovación Pedagógica e Integrante del equipo de Comunicación de Cavall de Cartró.
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