Actualizado 17/02/2023 13:14

Adiós a la crisis de los 6 años, ¿cómo saber que ya ha pasado?

Superando la crisis de los 6 añosSuperando la crisis de los 6 años - ISTOCK

¿Cómo y cuándo podemos saber los padres que ya pasó la crisis de los 6 años? El fin de esta etapa -que puede haber sido tan violenta como discreta- se caracteriza por el aquietamiento del niño/a. Ya ha pasado la tensión creada por los descubrimientos y ahora atraviesa una nueva etapa de su desarrollo: la asimilación y consolidación de la experiencia acumulada durante estos meses de inestabilidad.

El niño/a se vuelve mucho más introvertido y meditador. Le encanta escuchar, oír y elucubrar. Aunque le molesta, no es capaz aún de extraer conclusiones y, por supuesto, que le interrumpan. Ya es todo un personaje, mucho más maduro cuanto mayor empeño, paciencia, cariño y dedicación hayamos volcado en él durante los pasados tiempos de crisis.

Consejos para convivir con la crisis de los 6 años

1. Cumplid un horario básico en casa de comidas, sueño, salidas y entradas, y así le proporcionaréis la seguridad que necesita en su entorno.

2. Aprovechad el momento de acostarle, para leerle algún cuento y comentar con él la lectura. Podéis enseñarle de este modo las bases de la reflexión, y activar su interés por la lectura.

3. Intentad que pase más tiempo ahora con su hermano mayor, incluyéndole en actividades en la que aquel ya participe por su edad, o trasladándole incluso a su cuarto.

4. Procurad mantener tranquilo el ánimo, ceder en lo que no sea esencial y no dejaros llevar cuando se ponga inaguantable. Necesita equilibrio a su alrededor, no tensión y riñas incontroladas.

5. Olvidaos de imponer vuestra autoridad cuando queráis que haga algo. Tendrá mucho mejor resultado proponerle hacerlo juntos.

6. Recordad que sigue necesitando mucho afecto, que le colméis a besos y le acariciéis. Si los rechaza alguna vez, respetad su intimidad y volved a intentarlo en otro momento, cuando no haya terceros a vuestro alrededor.·

7. Aprovechad el momento de acostarle para crear un hábito de confidencias, que resultará luego inestimable. Tendréis que empezar contándole vosotros, y él corresponderá con sus propios secretos. Mejor aún si os hacéis promesas mútuas de guardar los secretos.

Regaladle un reloj -mejor de manecillas que digital-, enseñadle a distinguir las horas y poned juntos un horario a cumplir. No sólo le estaréis proporcionando la seguridad que necesita sino que, además, os ahorraréis un montón de discusiones. Si -por ejemplo-, diez minutos antes de acostarse le avisáis de ello, probablemente no rechistará.

María Moll
Asesoramiento: Lucía Herrero. Psicóloga y orientadora familiar

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