Actualizado 23/02/2024 11:43

Educar es más: enriquece su vida interior

Educar es preocuparse por la globalidad de su crecimiento interiorEducar es preocuparse por la globalidad de su crecimiento interior - ISTOCK

Basar el éxito de la educación de nuestros hijos en su éxito laboral y económico no es suficiente. Es necesario que nos interesemos también en educar todos los aspectos que enriquezcan su vida interior.

Desde mi punto de vista y aunque parezca una obviedad, lo más decisivo a la hora de educar es querer educar, es decir, pensar con frecuencia en la manera en que estoy, estamos, educando a nuestros hijos.

Hay personas que dicen, muy serios, que están educando y no se han hecho esa pregunta nunca y no saben cómo hacérsela o qué preguntarse, porque el desconocimiento que tienen de lo que es la educación resulta total. El ser humano siempre quita importancia a aquello que desconoce y, precisamente, porque desconoce su importancia no tiene interés en ello. En el fondo no lo considera interesante, se cree que sabe y está en un error, al final la consecuencia es que no educa a sus hijos.

Interés en la educación de nuestros hijos

La preocupación única parece ser la de que los hijos aprendan a sacar su vida adelante, que aprendan a ganar dinero. Lo cual es importante para vivir, pero no para ser felices, ni para ser personas maduras, ni con criterio.

Cuánta gente que tiene lo suficiente para vivir, es tremendamente infeliz en su vida personal, en su vida íntima, incluso en la aceptación de su carácter y naturaleza. Se trata de personas que son esclavos de adicciones, en muchos casos, humillantes para ellos. Son personas sin educar, o maleducadas, que saben mucho de su vida profesional, pero no tienen conocimientos en absoluto, o casi nada, del hombre y de la mujer como personas.

Una de las empresas más exitosas en el mundo económico son las Escuelas de Negocios que te enseñan a dirigir personas y a mejorar la manera de llevar una compañía. Muchas veces, incluso en empresas líderes, sus directivos se implican en esos cursos para hacerlo todavía mejor.

En el plano personal, no hay, en muchas ocasiones, ningún interés en mejorar como padre o madre, como pareja, y se considera inútil gastar tiempo y, en algunos casos, dinero para poder adquirir esos conocimientos. Hay que ser profundamente consciente de que por ser padre o madre no se sabe educar. Mucho menos en un mundo tan cambiante como el que vivimos. Hay que interesarse por educar.

Realmente, ¿tenemos interés en la educación de nuestros hijos? Como he dicho anteriormente, educar no es solo preocuparse de su salud de su comida y formación académica. Educar es más, es preocuparse de su persona, de su interioridad, de su forma de ser, de su carácter, de sus creencias. En una palabra, de su vida como una totalidad.

José María Contreras, autor de Hablar con los hijos (Editorial Palabra)

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