Cambia el mundo, permite que tus hijos se hagan la cama
Cambia el mundo, permite que tus hijos se hagan la cama - ISTOCK

Que por la mañana se hagan su cama es fundamental. En cuanto tengan la costumbre, no les costará nada. Y cuando vuelvan a la habitación por la noche, incluso el peor de los días, sabrán que son capaces de hacer las cosas bien y mañana volverán a intentarlo.

Le tomo prestada la anécdota, con su permiso, a Rafael Fuentes, director general de la Fundación MásFamilia, que a su vez la tomó de un almirante estadounidense que daba charlas sobre educación, William McRaven. Tenemos que dejar que nuestros hijos hagan la cama, incluso aunque tengamos ayuda para hacerla o no nos importe hacerla a nosotros. Y el motivo no es solo que sean hacendosos y ordenados, y que se hagan responsables de sus propias tareas.

El motivo nunca lo habría sospechado: mejorará su autoestima. El argumento es sencillo, por la mañana, harán la cama. Como la tarea no es en absoluto complicada, la harán bien. Después, su día transcurrirá de la manera más diversa: a veces bien, a veces menos bien, otras, las menos, rematadamente mal. Pero cuando vuelvan a su habitación por las noches, se darán cuenta de que hicieron la cama perfectamente y son capaces de hacer las cosas bien. Recuperarán el ánimo perdido y podrán decirse a sí mismos: mañana saldrá bien. Y empezarán el siguiente día con excelencia: haciendo la cama.

Hacerse la cama, mejora su autoestima

Dale a tus hijos la oportunidad de hacer las cosas

En educación, dejar que los hijos se ocupen de determinadas tareas no tiene por único objetivo que aprendan a hacerlas. Cuando encargamos algo a nuestros hijos les estamos dando la oportunidad de sentirse capaces de llevarlo a cabo y de afianzar su autoestima en los resultados.

Y aún tenemos que hacer una reflexión más. Si no les damos la oportunidad de hacer, no solo no les damos la oportunidad de sentirse capaces, sino que les trasladamos el mensaje de que no lo son, que ellos no están capacitados para hacerlo. Harán una siguiente lectura: mejor no lo intento porque si lo hacen por mí será porque yo no sé.

Como a nadie le gusta sentir que no sabe, acabarán por justificar que se lo tienen que hacer los demás. La consecuencia final será tanto una baja autoestima (no soy capaz) como una excesiva exigencia a los demás (tengo derecho a que me lo resuelvan). Y todo por no haberse hecho la cama.

Colaborar en casa es bueno para tus hijos

Colaborar en casa es bueno para tus hijos

A lo largo de su día a día, son muchas las situaciones que servirán a nuestros hijos de entrenamiento para otras más complicadas que vendrán después. Permitir que se enfrenten a pequeños retos, como esperar a llegar a casa para poder beber agua, cargar con su propia mochila, no picar entre horas o responsabilizarse de tareas domésticas adecuadas para su edad, es un buen entrenamiento para otros retos que están por llegar.

A veces, determinada petición les puede resultar 'injusta' si se comparan con otros compañeros de clase que tienen una vida 'más cómoda'. Incluso esta sensación de aparente injusticia les ayudará a aceptar otras de injusticia real a la que tendrán que enfrentarse. El aprendizaje no llegará de inmediato, pero la buena educación dará sus frutos en el momento en que la necesiten.

María Solano

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