La autoestima se construye con alegría. Y en los hogares alegres, en las familias donde se comparten risas y buenos momentos, la autoestima surge de manera natural.
La autoestima y la alegría van de la mano porque allí donde los recuerdos son positivos, nos sentimos queridos y valorados.
Sin alegría, la autoestima languidece porque los niños y adolescentes no sienten que sean lo más importante.
Un hogar alegre y positivo es un cimiento esencial para la autoestima de los hijos, actuando como un refugio emocional seguro. En un ambiente donde predominan la risa, el afecto y el respeto mutuo, los niños se sienten aceptados y valorados de forma incondicional, crucial para que se valoren a sí mismos.
La alegría se contagia a través del modelado de los padres, quienes muestran optimismo y resiliencia. Un hogar donde se fomenta la comunicación abierta y asertiva permite a los hijos expresar sus emociones sin temor al juicio o la crítica destructiva.
Además, cuando se reconocen y celebran los esfuerzos y logros (por pequeños que sean), el niño aprende a confiar en sus capacidades. La presencia de cariño, el apoyo emocional durante las dificultades y la creación de «momentos felices» compartidos fortalecen el vínculo familiar, dando a los hijos la seguridad de que son dignos de amor y que son capaces de afrontar los desafíos de la vida con una actitud positiva.
1 Porque vemos el lado bueno de la vida y es más fácil.
Les ayuda a enfrentarse mejor a los retos de la vida porque en casa han aprendido a ver oportunidades donde otros sólo ven problemas.
2 Porque a lo menos bueno le plantamos cara riendo.
No es que nos tomemos la vida a la ligera, es que le ponemos un poco de sentido del humor para que esas contrariedades sobrevenidas no se nos atraganten.
3 Porque todos disfrutamos de las alegrías de los demás.
Y así cada uno va creciendo en autoestima al comprobar lo importante que es para los demás todo lo bueno que le pasa, todos sus logros, los obstáculos vencidos.
4 Porque los problemas compartidos se diluyen
En los hogares llenos de alegría, cuando se comparte una pena, pesa mucho menos porque la llevamos entre todos, apoyamos y ayudamos con generosidad.
5 Porque da gusto estar en un hogar lleno de alegría.
A los hogares alegres da gusto volver cada día, nos arropan, lo pasamos bien, generamos recuerdos positivos y ahí es donde crecemos y somos nosotros.
Recomendaciones literarias
Enrique Jiménez Lasanta, Maribel Lechuga
La familia es uno de los bienes más preciosos de la humanidad, como ha dicho el Papa Francisco en la Amoris Laetitia, es decir, «La alegría del amor». Aquí se cuentan algunas de esas ideas a los niños para que las conozcan y las pongan en práctica en su casa y así su familia parezca un rinconcito del hogar de Nazaret, el hogar de María, José y el Niño Jesús.
Sor María Leticia, Gloria Esteban Villar
En una sociedad cada vez más materialista, para muchos la alegría se ha convertido en sinónimo del disfrute y el placer personales. No obstante, la alegría intensa y perdurable a la que aspiramos es muy distinta: aquella que nada nos podrá arrebatar y a la que las circunstancias -sean cuales sean- no podrán poner trabas.
Con palabras sencillas y concretas, sor María Leticia nos ofrece la experiencia de la verdadera alegría, fruto del Espíritu Santo, y nos proporciona algunas claves esenciales para salvar los obstáculos capaces de ponerle freno.