La
atención del bebé y del niño pequeño no es voluntaria ni selectiva, sino que depende del entorno más o menos rico y variado y
de la cantidad de estímulos que se dan en el ambiente y depende en general del estado de su organismo. La
atención de los niños se debe trabajar en los momentos en que se encuentren despiertos y tranquilos. Si se aplica un estímulo en un momento en el que el niño no se encuentra receptivo, el estímulo simplemente no tiene efecto.