En un mundo donde el tiempo es un recurso invaluable y las demandas diarias parecen multiplicarse sin cesar, la capacidad de ser productivos y eficientes se ha convertido en una habilidad indispensable. Sin embargo, a menudo nos encontramos aplazando tareas importantes, cayendo en la trampa de la procrastinación y viendo cómo se acumula el estrés a medida que los plazos se acercan.