La
convivencia no puede haber perfecta. Por muy bien que se lleven los miembros de la casa, o por mucho amor que se profesen, las riñas terminan por aparecer. Esto es muy evidente en el caso de los
hermanos, que suelen tener peleas a menudo por diferentes motivos. Una situación que puede poner a prueba la paciencia de los padres y alterar el orden de los hogares.