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La crisis de identidad de los adolescentes es un tema que da mucho juego para películas, libros, y muchas conversaciones entre padres que tienen hijos adolescentes. Pero, ¿es algo real o solo una excusa para justificar malos comportamientos?

La verdad es que la crisis de identidad es el núcleo del desarrollo del adolescente entre los 13 y los 23 años. En esta etapa están inmersos en un proceso para encontrarse a sí mismos. El desarrollo físico termina durante la adolescencia, pero el desarrollo interno, es decir, el cognitivo, psicosocial, emocional, y moral, está surgiendo para terminar de desarrollar la personalidad del adulto.

Obviamente, el proceso no es fluido, fácil, ni cómodo. Sin embargo, resulta predecible porque todos los adolescentes tienen que pasar por las mismas etapas para convertirse en adultos. Del mismo modo que un niño pequeño no puede correr antes de andar, un adolescente no puede ser adulto sin desarrollar las habilidades fundamentales y sin mucha práctica.

Por ejemplo, durante la adolescencia el desarrollo cognitivo permite que el adolescente pueda empezar a tener pensamiento abstracto y a utilizar el razonamiento hipotético. Con esta habilidad, el adolescente debe ser capaz de considerar las consecuencias de sus actos antes de llevarlos a cabo y tomar en consideración los posibles resultados, de manera que pueda tomar la mejor decisión posible.

Los adolescentes tienen una idea de sí mismos y van a probar empíricamente si esa idea se corresponde con la realidad.

Con cada intento aprenden más y utilizan esa información para continuar. Poco a poco, dependiendo del resultado y la aceptación de los padres, la familia, y la sociedad, el adolescente va construyendo de manera activa su propia identidad.

El desarrollo psicosocial y moral influye en el proceso a la vez que lo complementa. Durante la adolescencia, gracias al desarrollo psicosocial, el adolescente es cada vez más capaz de actuar dentro de los límites de su entorno social y diferencia con claridad lo que está bien y lo que está mal.

Además, el desarrollo moral, combinado con el pensamiento abstracto, les proporcionan la capacidad de entender que, para que una decisión suya pueda considerarse como buena, debe haber un cierto sentido de beneficio o reciprocidad para todas las partes involucradas.

Sumados, estos procesos permiten a los adolescentes pensar en las implicaciones que sus acciones tienen para los demás de una forma más amplia y compleja. Los adolescentes más jóvenes van a pensar más en sí mismos, en sus amigos y en la familia, mientras que los mayores van a orientarse más hacia sus grupos de interés y el mundo en general, además de los amigos, la familia y ellos mismos.

El rol de los padres en la crisis de identidad de los adolescentes

Las reacciones de las personas más cercanas a los adolescentes influyen mucho en su desarrollo emocional. En el proceso de maduración del adolescente, la actitud de los padres, la familia y las personas más importantes son clave para un desarrollo emocional saludable.

Los adolescentes observan con atención los comentarios, comportamientos y críticas de aquellos adultos a los que respetan. Los padres y los adultos tienen la obligación de comunicar claramente los valores de la familia a la vez que permiten cierta flexibilidad para ayudar a que el adolescente busque su identidad a su propia manera. Por supuesto, esto no significa que todo vale, sino que los adolescentes tienen el derecho de probar, fallar y buscar el éxito dentro de los límites de la familia.

Los padres tienen la obligación de facilitar este proceso a la vez que permiten que el adolescente sufra las consecuencias naturales de sus decisiones, de manera que sea capaz de encontrar su camino. Los progenitores no pueden dirigir el proceso ni ridiculizar los intentos. Esta etapa está dirigida por el adolescente y solo él puede encontrarse a sí mismo. El papel de los padres es apoyar.

Un Peter Pan eterno

No todos los adolescentes culminan este proceso. Casi todo el mundo conoce a alguien que, a pesar de tener la edad suficiente, no es completamente un adulto. Esta situación sucede porque algo ha interrumpido el desarrollo del adolescente. Los motivos podrían ser la falta de ganas, porque el adolescente está demasiado cómodo, la ausencia de oportunidad para practicar las nuevas habilidades, ya que los adultos siempre han arreglado sus problemas y nunca ha tenido que sufrir las consecuencias naturales de sus decisiones o acciones.

Por último, también ocurre con mucha frecuencia que los adolescentes no quieren culminar el proceso hacia la edad adulta porque nunca han estado en situaciones en las que hayan podido practicar esos hábitos.Los adolescentes tienen que aprender las rutinas del adulto con experiencias reales para solidificarlas.

Sin practicar, el bebé nunca puede andar y ocurre lo mismo con el desarrollo cognitivo, psicosocial, emocional, y moral. La crisis de identidad de la adolescencia es la lucha para conseguir estas habilidades y hábitos. El adolescente necesita el control y dominio de ellos para encontrar su identidad y moverse hacia la edad adulta.

Dra. Deanna M. Mason. PhD RN CNP-pediatría. Experta en paternidad proactiva 

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