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Las madres primerizas que desean poner al niño al pecho por primera vez y triunfar en el inicio y en la instauración de la lactancia deben poner en marcha estas 3 reglas de oro para tener éxito con la lactancia. Además de la recomendación de poner al niño al pecho en el mismo paritorio, hay otras que son muy importantes para lograr que la madre que desee dar el pecho, lo consiga efectivamente.
Lograr que el niño mame correctamente
Para mamar, el lactante se pone dentro de su boca la areola mamaria (la zona circular pigmentada que rodea el pezón) y empuja con la lengua contra la parte interna de la mama donde consigue exprimir unos remansos (los senos galactóforos) donde está la leche esperando para ser extraída. Por ello, necesita abrir mucho la boca para abrazar toda o casi toda la areola. De este modo, cada vez que traga leche, hincha los carrillos. El labio inferior del niño queda doblado hacia fuera, con su barbilla hacia el pecho materno de modo que la posición de la nariz le permite respirar sin problemas.
No se le debe dar el chupete al recién nacido en los primeros días, si se le piensa dar el pecho. El niño que chupa o succiona de un chupete o biberón hunde los carrillos con cada movimiento de succión y estira hacia sí con fuerza a diferencia del niño que toma pecho. Este es el motivo por el que no se recomienda el chupete ni el biberón en los primeros días, si se tiene intención de dar el pecho, pues el niño aprendería dos formas contradictoras de tomar líquidos: mamar y chupar.
No es lo mismo mamar (boca muy abierta, abarca toda la areola con su boca, carrillos hinchados) que chupar o succionar (boca poco abierta, tira del pezón o de la tetina, carrillos hundidos)
Mamar a demanda, cuando el niño pida y el tiempo que quiera
La mayoría de los niños indican cuándo tienen hambre con unos gemidos o movimientos de búsqueda con los labios, movimientos de las manos hacia la boca, chupeteo, hociqueo, etc. No parece conveniente esperar a que lloren de hambre porque pueden llegar a rechazar inicialmente el pecho por su estado de nerviosismo. El bebé menor de un mes debe mamar cuando lo pida, no de manera programada por la madre. Sin embargo, algunos recién nacidos no se despiertan tan a menudo como lo necesitan, por lo que hay que despertarlos, si hace falta, para que tomen al menos 8-10 veces al día durante los primeros días de vida.
El bebé debería estar mamando el tiempo que desee, a pesar de que se sabe que se dormirá muchas veces al poco de iniciar la toma. No se deben contar los minutos, habrá que darle el pecho hasta que no quiera más y ofrecerle después el otro, aunque a veces no querrá. Cuando el niño tiene más de 10-15 días, momento en el que la lactancia suele estar instaurada, tampoco hay que contar los minutos.
La lactancia debe ser a demanda, no programada. Ya pertenece a otra época la frase: el niño debe mamar cada 3 horas, diez minutos de cada pecho.
Vaciar la glándula mamaria cada vez
No es importante que tome uno o los dos pechos. Lo importante es que vacíe el pecho (uno o los dos) cada vez para que se pueda formar leche de nuevo y no haya ingurgitaciones mamarias. Este aspecto es clave: "vaciar completamente para que se vuelva a llenar". A medida que pasan los días, la madre apreciará con facilidad la sensación de que "antes de darle el pecho, lo tiene lleno y después lo nota menos terso y más vacío".
Al final de la toma, se intentará que eructe, incorporando al bebé sobre el pecho y dándole unos golpecitos suaves en la espalda. No siempre eructará, sobre todo, si ha tragado poco aire al mamar.
Isidro Vitoria Miñana. Pediatra de la Unidad de Nutrición y Metabolopatías del Hospital La Fe de Valencia. Autor del libro Cuidados del bebé.Verdades, mitos y errores, de Ed. Medici 2014.
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