Actualizado 03/07/2020 12:54

Jóvenes profesionales: cuando comienzan a ganar dinero

Primer empleo: cuando los jóvenes empiezan a ganar dinero
Primer empleo: cuando los jóvenes empiezan a ganar dinero - ISTOCK - Archivo

Hoy en día, la mayoría de los jóvenes entre 20 y 30 años aún continúan viviendo con sus padres. A pesar de haber terminado sus estudios y de encontrarse trabajando parece que se resisten a abandonar el tibio calor del nido familiar.

Con la incorporación de los hijos al mercado laboral comienzan a recibir sus primeros sueldos... y se presentan nuevas situaciones educativas: ¿cómo deben participar los jóvenes a partir de este momento a sacar adelante la familia?

Como no cabe ninguna duda de que la familia es también de los hijos ha de quedar claro que ellos también han de contribuir para fortalecerla. Lógicamente, sus circunstancias actuales han variado de las de hace unos años. Ahora se encuentran en un momento de cambio: primeros trabajos, posible boda cercana, la independencia total de la familia paterna para formar la propia... La contribución económica dependerá de las diversas situaciones pero sin caer en el reduccionismo de creer que con unos cientos de euros cada mes ya se participa en la familia.

Horizontes amplios

Ya en la adolescencia y en la primera juventud nuestros hijos han de aprender unos principios básicos sobre el trabajo. Han de verlo como una manera de realizarse, pero también de colaborar con la sociedad, además de medio con el que ganarse la vida.

Deben estar abiertos a horizontes amplios, en los que tienen que sentirse muy libres, flexibles y versátiles, para tomar aquella dirección en la que piensen que pueden llegar más lejos. Así, muchas veces resulta más interesante aceptar una beca mal -o poco- remunerada pero que abrirá grandes perspectivas profesionales, en vez de aceptar un trabajo con el que ganen dinero pero de poco futuro. El planteamiento utilitario de los rendimientos económicos, sin duda, es un dato del problema, pero no la solución determinante.

El primer sueldo

Dentro de este ambiente, el primer sueldo de nuestro hijo debe ser un motivo de celebración de toda la familia. Se puede festejar de alguna manera, dependiendo de los propios gustos del hijo: organizar una comida especial para toda la familia, tener un detalle importante con los padres y los hermanos, donar toda la paga para la familia, etc.

La primera paga siempre hace mucha ilusión, significa el inicio de una etapa en la que entran de lleno en la madurez.

Ya pueden decir que son autosuficientes en todos los sentidos. Se abren ante ellos las miles de posibilidades de la vida de un adulto... con la responsabilidad que ello conlleva.

 

Empiezan a ganar dinero: ¿aportar o no?

Cuando un hijo comienza a ganar dinero, surge naturalmente la pregunta: ¿Debe aportar a la familia? Se impone en estos casos el sentido común, teniendo en cuenta las circunstancias de cada familia. En primer lugar, depende de la situación del hijo: si está a punto de casarse, si ahorra para pagar el piso, si sigue su formación con un máster, si el dinero no le llega apenas para sus gastos... La labor de los padres en estos momentos consiste en apoyar a los jóvenes en su incipiente independencia, dejando a criterio de los hijos una posible contribución.

Distinto sería el caso de un hijo con un buen trabajo, al que no le importa gastar en caprichos caros y que no se plantea un ahorro importante a corto plazo. Su ayuda económica, necesaria para los padres o no, le permitirá asentar la cabeza en cierta medida.

En segundo lugar, hay que tener también en cuenta las necesidades económicas de los padres, pues si son perentorias el joven habrá de ayudar en la medida de sus posibilidades. Tanto si gana bastante dinero como si se trata de ingresos pequeños, deberá organizarlo muy bien para destinar lo oportuno a sus padres y a sus propios gastos: boda, piso, etc.

¿Y cuánto deben aportar?

La cantidad exacta deberá concretarla el hijo, destinando la parte oportuna de su sueldo que quiere ceder a los gastos familiares. No se trata de aportar para "tener derecho" a habitación y a comida, como una pensión. Aporta porque quiere ayudar a su familia, aunque su primera obligación consiste en ir previendo su futuro.

En algún caso, los padres han ido recogiendo la aportación de cada hijo, sin hacerles ninguna observación, y cuando se han casado -con la mayor reserva respecto al resto de los hijos- le han dado a cada uno todo aquello que les fue entregado. Se trata de una posibilidad, según el régimen de cada familia, pero hay muchas otras igual de interesantes.

De todos modos, nuestros hijos sí que deberán hacerse cargo de sus propios gastos, cubriendo el consumo que realice mensualmente de móvil e internet; lo mismo ocurre con su ropa o con sus caprichos.

La práctica de tener que organizarse el dinero, contando con unos gastos mensuales, les ayudará a tener un concepto mucho más claro de la realidad, sin el riesgo de encontrarse con un gran "salto" cuando constituyan una familia y tengan prácticamente los mismos ingresos que ahora.

Nueva labor educativa

Con los primeros sueldos de los hijos, nuestra labor educativa comienza también una nueva etapa. Hay que enseñarles a ganar y a gastar, sin que les den demasiada importancia a conseguir dinero como objetivo último, por ejemplo, o que no caigan en una fiebre consumista ahora que disponen de posibilidades.

Ahora, en el caso de jóvenes profesionales, es muy conveniente sugerirles que desde el principio de su trabajo vayan haciendo los ahorros necesarios para adquirir su futura vivienda. Tanto si aportan en casa como si no lo hacen. El día de mañana desearán independizarse, adquirir una casa, casarse... y para alcanzar esos objetivos necesitarán dinero. En cualquier caso, deberemos exigirle prudencia, moderación, aunque sin olvidar que se trata solo de consejos.

La responsabilidad de saber utilizar bien el dinero

Hay que enseñar a los hijos a saber "colocar" el dinero. No cabe la menor duda que después de tomar las previsiones necesarias de futuro, pero... sobre nuestro patrimonio recae una hipoteca social. Es necesario mostrarles con hechos, el modo de "complicarse la vida" para hacer rendir esos bienes que han venido a nuestras manos y sobre los que tenemos una responsabilidad personal, familiar y social. Y digo social porque, por ejemplo, y si es el caso, debemos pensar en crear unos puestos de trabajo y facilitar la vida a nuevas familias.

Dentro del respeto hacia unos principios éticos, objetivos, exigentes y firmes se debe procurar ganar la mayor cantidad de dinero posible. El problema vendrá en cómo lo gastamos luego. Hace falta mucha más calidad humana para emplear bien el dinero que para vivir sin él. Sería equivocado fomentar en nuestros hijos un cierto desprecio hacia las personas que administran o buscan dinero. No es cuestión de tener o no tener, sino de cómo se consigue y cómo se emplea.

Ricardo Regidor
Asesoramiento: Antonio Vázquez. Orientador familiar, especialista en el área de relaciones conyugales

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