Se puede ser santo y joven. Se puede ser santo con una vida normal. Y la vida normal y santa de Carlo Acutis puede servir de ejemplo a nuestros hijos.
Roma. Plaza de San Pedro en el Vaticano. 7 de septiembre de 2025. El Papa León XIV celebra la misa de canonización de Carlo Acutis, el conocido como ‘santo millennial’.
Acutis tuvo una vida tan normal como especial. Falleció muy joven, a los 15 años, por culpa de una leucemia.
Pero en su corta vida, supo demostrar que el camino a la santidad está lleno de muchos pequeños detalles en la vida cotidiana.
Las circunstancias más sencillas se pueden ofrecer al Señor. La clave está en el amor.
No dejes de leer “Carlo Acutis. Un joven para la eternidad” (Palabra, 2025), de José Lucas, para conocer todos los detalles de la vida de este santo.
1 Un chico totalmente normal con una armonía especial.
Así lo describía su párroco en Milán. Carlo Acutis nos enseña que la santidad puede vivirse en cualquier circunstancia, en la vida cotidiana, ordinaria, normal.
2 Sabía disfrutar de la vida: ofrecía los buenos momentos
Disfrutar no es lo contario a la vida cristiana y Carlo lo sabía. Ofrecía los malos momentos, pero también los buenos. La santidad no está reñida con la alegría de vivir.
3 Le encantaba estar con la gente sin importarle el nivel.
Ni la condición económica, ni el nivel social, ni la edad eran relevantes para él. Cuidaba hasta el detalle cómo hacer más agradable la vida de los demás.
4 En el colegio era normal y muy bueno con los demás.
No destacaba como el líder, pero tampoco le hacían bullying. No tenía notas brillantes, pero no era mal estudiante. Y siempre ayudaba al que lo necesitaba.
5 Contagiaba con su alegría a todos los que se cruzaba.
No escatimaba en sonrisas y regalaba su ‘buenos días’ a todas las personas, desde los pobres en la calle hasta los conserjes del colegio. Todos eran importantes para él.
6 Jugaba a la Play con sus amigos, pero sólo un rato.
Y es que Carlo no era distinto en apariencia de los chicos de su edad. Pero él mismo sabía que, si jugaba a la consola, tenía que limitar el tiempo que le dedicaba.
7 Una hamburguesa para él y otra para los necesitados.
Como cualquier chico de su edad, salía con sus amigos a cenar. Y comprabatambién una hamburguesa para alguna persona sin hogar y se la tomaba con ellos.
8 Era buen informático y puso su talento a funcionar.
Se le daba muy bien hacer páginas web así que creó su propio sitio en Internet para explicar todos los valores de la Eucaristía y ayudar a los demás desde su ordenador.
9 Desde la tierra, miraba siempre hacia el cielo.
“La felicidad está en mirar hacia Dios, la tristeza, en mirar a lo bajo, hacia uno mismo. La conversión consiste en un movimiento de ojos”, dejó escrito Carlo.