Actualizado 22/12/2021 13:52

¿Por qué las mujeres no tienen los hijos que desean?

Factores que impiden tener los hijos que deseamos
Factores que impiden tener los hijos que deseamos - ISTOCK

Actualmente, España tiene una de las tasas de fecundidad más bajas del mundo (1,3 hijos por mujer en el 2019) y es uno de los países de Europa con la proporción más elevada de mujeres sin hijos. Además, la edad media de las mujeres que dan a luz a su primer hijo también se encuentra entre las más altas (31 años). Sin embargo, las mujeres siguen afirmando que desean tener una media de dos hijos. ¿Por qué? ¿Qué está pasando para que ocurra esto?

Según un estudio elaborado por el Observatorio Social de laCaixa, los principales factores que provocan esta diferencia son las condiciones adversas del mercado laboral, las dificultades para crear un hogar, el aumento de la inestabilidad en las parejas y la falta de apoyo para facilitar la conciliación entre trabajo y familia.

De hecho, las parejas que desean tener un hijo cuando su situación sea estable, llegan demasiado tarde a esta situació, es decir cuando la mujer ha superado la edad fértil óptima desde el punto de vista biológico. En las últimas décadas, las tasas de fecundidad en Europa han disminuido por debajo del nivel que asegura el reemplazo generacional (2,1 hijos por mujer). En la mayoría de los países europeos, la tasa de fecundidad actual se sitúa entre 1,4 y 1,9 hijos por mujer. Sin embargo, el número de hijos que las mujeres afirman que desearían tener sigue siendo aproximadamente dos en la mayoría de los países, y se ha mantenido constante a lo largo del tiempo.

Los motivos de esta diferencia entre la fecundidad deseada y la real son diversos, pero unas políticas insuficientes de apoyo a la familia, el aumento de la incertidumbre en el mercado laboral y una mayor inestabilidad en las parejas se encuentran entre los principales factores que explican por qué muchas mujeres deciden retrasar el momento de convertirse en madres.

España, uno de los países más viejos

En el caso de España, en particular, el panorama económico e institucional favorece que se posponga aún más esta decisión, más allá de los 30 años. España, junto con Italia, registra la tasa de fecundidad más baja de Europa y la edad media más alta en el nacimiento del primer hijo entre las mujeres. La baja tasa de natalidad en España es un problema estructural. Hoy, veinte años después de que se publicara la anterior encuesta de fecundidad, la nueva Encuesta de Fecundidad en España, realizada por el Instituto Nacional de Estadística (INE) en el 2018, ofrece una oportunidad para entender mejor estas tendencias.

Las bajas tasas de fecundidad en España tienen consecuencias tanto a escala individual como social. Por un lado, según las estimaciones de las Naciones Unidas, España será uno de los países más viejos del mundo en el 2050. Se prevé que, en ese año, la proporción de personas de más de 65 años sea del 36,8%, un porcentaje que solo supera Japón (37,7%) y Corea del Sur (38,1%). Por otro lado, la brecha entre la fecundidad deseada y la lograda muestra que las mujeres no tienen los hijos que desearían tener.

A todas las edades, la mayoría de las españolas manifiestan que desearían tener aproximadamente dos hijos, y esta cifra no varía según el nivel de formación. Alrededor del 35% de las mujeres que han superado la edad reproductiva óptima, con independencia de si poseen o no formación universitaria, desearían haber tenido más hijos de los que tienen. La brecha entre la fecundidad deseada y la real ha ido creciendo en Europa y los Estados Unidos durante las últimas décadas, pero en el sur de Europa es donde alcanza su máximo.

¿Por qué las mujeres no alcanzan su deseo de ser madres?

En España, aproximadamente el 19% de las mujeres de más de 45 años no tienen hijos. El porcentaje está por encima de la media europea, pero por debajo de los de países como Italia, el Reino Unido y los Países Bajos, que se acercan más al 20%.

1. Incertidumbre económica

Lograr la independencia económica, requisito previo en la mayoría de los casos para formar una pareja estable y para tener hijos, es un primer escollo con el que se encuentran las parejas jóvenes. El paro juvenil y el porcentaje de trabajo temporal en España están entre los más altos de Europa.

2. Demora en la formación de pareja estable y la emancipación

Los procesos de formación de pareja estable han experimentado importantes transformaciones durante los últimos años en la mayoría de los países europeos. El aumento en la incertidumbre económica ha hecho más difícil abandonar el hogar de los padres y ha motivado que la demora a la hora de establecer relaciones de larga duración se agudice más. El aumento del coste de la vivienda también ha contribuido a todo ello.

3. Escaso apoyo a las familias trabajadoras jóvenes

En comparación con otros países de Europa, en España el apoyo a los adultos jóvenes con hijos es limitado. La proporción de empresas españolas que ofrecen políticas de conciliación familiar, es decir, la posibilidad de acumular horas para obtener días libres (jornadas completas o medias jornadas) y modificar el inicio y el final de la jornada laboral, está entre las más bajas de la Unión Europea y muy por debajo de la media del 50%.

En conclusión, en España, la demora en transiciones vitales claves como el abandono del hogar paterno, la formación de una pareja estable y la conquista de la estabilidad laboral tiene como consecuencia un retraso de la fecundidad, que a su vez trae consigo una disminución del número de hijos que acaban teniendo las mujeres.

La baja fecundidad tiene importantes implicaciones políticas y para la sostenibilidad del estado del bienestar. A las parejas les resulta difícil lograr que todo esté encaminado antes de tener descendencia. No obstante, las políticas con las que se ha intentado aumentar la fecundidad a través de transferencias de efectivo a corto plazo no han tenido éxito y solo han afectado de forma temporal al momento en que se han producido los nacimientos.

Los cambios en la conciliación entre vida laboral y familiar, la dedicación de más tiempo por parte de los hombres a tareas domésticas para reducir la "segunda jornada laboral" que les espera a muchas mujeres al llegar a casa tras el trabajo y las mejoras en el mercado laboral parecen ser los ingredientes básicos para favorecer la fecundidad.

Marina Berrio
Asesoramiento: Observatorio Social laCaixa

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