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Cumpleaños, ideas para celebrarlo

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Dar con una buena celebración de cumpleaños para los niños donde además estemos ayudando a nuestro hijo a crecer en virtudes, es mucho más gratificante que recurrir a lo más fácil y, en ocasiones, más caro. El lugar de la celebración, la merienda, los regalos, los invitados… todo cuenta a la hora de celebrar un cumpleaños a los niños.

Recuerda… Si el niño que cumple 2, 3, 4 o 5  años tiene una merendola en un parque de ocio o de bolas, con 20 niños y 20 adultos, probablemente habrá qué romperse la cabeza para hacerle algo muy especial cuando cumpla los 10. Y aunque te parezca mentira, en la etapa infantil los niños disfrutan más con 5 o 6 amiguitos en casa, merienda y unos cuantos juegos con sus padres y un montón de globos, que en un gran parque de ocio.

El lugar de la celebración del cumpleaños

1. Algunos colegios se prestan a celebrar los cumpleaños si las madres se encargan de organizarlo. Se puede proponer al colegio, una vez al mes o al trimestre, celebrar una tarde los cumples que haya habido entonces. Así, se juntan dos o tres cumpleaños a la vez. Entre las madres se organiza una merienda sencilla y divertida, se lleva música, se decora la clase, se les puede pintar la cara, montar algunos juegos y llenar la clase de globos.

A los celebrantes se les hace algo especial (una corona, un disfraz, etc.) para que sean los protagonistas. Probablemente no prueben más que dos patatas y un trozo de tarta, por lo que no hace falta pasarse con la merienda. Se puede comprar un regalo para cada niño de parte de toda la clase, que seguro que le hace la misma ilusión que recibir diez paquetes cada que va olvidando conforme abre el siguiente.

2. Si vives en una urbanización que dispone de un pequeño local, puedes celebrarlo allí. Incluso juntarte con vecinos o amigos para celebrar 2 ó 3 cumpleaños de amiguitos a la vez que resultará más económico. Lo importante es organizar los juegos con los que se van a entretener mientras dure la fiesta de cumpleaños. Igualmente se puede pedir a los amigos que no traigan regalos y los padres de los que celebran regalarles un regalo.

3. En los parques públicos. Cada vez más familias se animan a celebrar los cumpleaños de los niños en los parques y jardines de las ciudades. Los niños lo pasan en grande en los columpios y en las praderas de césped jugando y los papás llevan la merienda.

4. En los polideportivos municipales. Si les gusta el fútbol o el baloncesto se puede alquilar el campo o la cancha y luego celebrar la merienda en sus instalaciones al aire libre.

5. Tampoco hay que organizar una gran fiesta. Una visita pensada al zoo o a un parque especial, el estreno de una película de cine, puede ser una excusa perfecta para celebrar el cumpleaños con su familia y con dos o tres amiguitos de su clase, o sus hermanos y primos.

Virtudes para recordar en los cumpleaños

Nuestro hijo debe saber que: 
–   Lo más importante de su cumpleaños es que le queremos y que fue una alegría el día que nació.
–   Lo más importante es la amistad, que valore el tener amigos que van a su cumple.
–   Lo más importante no son los regalos, sino disfrutar de su día especial.
–   Lo más importante no es «tirar la casa por la ventana», sino hacer un cumple sencillo, económico pero muy alegre.

Capacidad de asombro

Le regalen lo que le regalen, le guste o no, siempre lo tiene que agradecer. Muchos chicos tienen de todo, pero han perdido la capacidad de valorarlo, de asombrarse, porque apenas les ha costado conseguirlo. Casi siempre somos los padres los principales culpables de ésta pérdida de asombro de nuestros hijos. Solemos darles lo mejor de cada cosa, o incluso, cuántas más cosas mejor.
No nos damos cuenta que ayudamos a desvirtuar el valor de éstas potenciándoles un afán desmedido de poseer. Como decía el filósofo Séneca, «los hijos criados en una atmósfera de sobriedad, se forjan en la mejor fragua de las virtudes».

No le han invitado al cumpleaños

Tu hijo llega a casa triste porque no le han invitado a un cumple. ¿Qué puedes hacer? Primero, no le des importancia; segundo, no hagas un mundo de esto y por supuesto no pongas verde a la madre o al padre, sobre todo si tú sí que le invitaste; tercero, no devuelvas con la misma moneda, si tu hijo cuando sea su fiesta quiere invitarle, hazlo; y por último, cuando tu organices el cumple de tu hijo y para que no haya desilusiones, lo mejor es que llames a las madres o padres personalmente, en lugar de que se entreguen las invitaciones en clase. Ya aprenderán en Primaria a «pasar por alto» o «no dar mayor importancia» cuando no le invitan  a un cumple.

¿Qué hacemos con los regalos?

«Mi hijo tiene que quedar bien y no puede llevar cualquier cosa». A veces más que un cumpleaños, parece que ha pasado la carroza entera de los Reyes Magos. Las fiestas de cumpleaños son ideales para enseñar a los pequeños que no es necesario tener de todo. Incluso hacer algo con nuestros hijos para regalárselo al amigo que celebra (una cajita decorada para guardar cositas; un collar hecho a mano, unas cuantas fotocopias de láminas para colorear encuadernadas etc.) De esta manera, enseñamos el verdadero valor de un regalo y de pensar en la persona a quién se lo vamos a regalar y qué le puede hacer ilusión. Un cuento es un regalo estupendo y asequible que a los pequeños encanta.

«Mi hija no va a ningún cumpleaños, no tenemos presupuesto para tanto regalo». Mira a ver si esta decisión vuestra es positiva para vuestra hija o por el contrario, le va dejando un poso de tristeza. A lo mejor una caja de horquillas o de gomas del pelo que cuesta poco, le hace mucha ilusión a la niña, o si es un varón, unas cuántas pelotas de goma. No tengas miedo a quedar como «una rata», y si es así, explícalo con sencillez a la familia.

«Se ha juntado con un montón de regalos, esto es horrible». Si nuestro hijo se junta con excesivos regalos, podemos guardarlos e ir sacándolos poco a poco, cada mes o cuando vienen sus amigos a casa, como ocasión especial. Otra manera de fomentar la generosidad o el valor de estos regalos es que escoja los nuevos que ha recibido, y llevarlo a una parroquia u hospital para niños con menos medios o enfermos. 

María Mira

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