Ya casi olvidado el verano, es posible que empecemos a notar que los efectos relajantes de las vacaciones (en el supuesto caso de que hayamos podido disfrutarlas) van perdiendo su eficacia. Tampoco sería extraño que, preparándonos para el invierno, con el curso y los ordenadores a pleno rendimiento, algunas situaciones hagan saltar las alarmas.