Actualizado 22/06/2022 12:43

Ponerse a estudiar, cuestión de inteligencia emocional

Ponerse a estudiar, ¿qué hace falta?
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Ponerse a estudiar es una obligación para los niños que requiere mucha dosis de voluntad por querer aprender. Para conseguirlo es fundamental educar en la inteligencia emocional. La regulación de las emociones es el punto de partida para inculcar aspectos tan importantes como son la motivación, la confianza, la autonomía, el espíritu de superación y la responsabilidad. Estas son las mejores bases para el éxito, y no solo de carácter escolar, sino para un futuro profesional y el personal.

Analizando los objetivos que se marca nuestro sistema educativo -o incluso nosotros mismos como padres a la hora de buscar el mejor colegio- no dejamos de tener en cuenta todo el aspecto académico: el bilingüismo, la nota media para entrar en la universidad, etc...podríamos decir que hay cierta obsesión social por los resultados y no tanto por ese delicado proceso que contiene estos años tan importantes.

Muchos niños tienen exceso de exigencias académicas en las que deben llegar a unos objetivos mediante el estudio, pero no cuentan con las herramientas para conseguirlo. Para ponerse a estudiar por voluntad propia, sin que se lo tengamos que pedir muchas veces, no se debe atender solo al contenido de lo que queremos que nuestro hijo aprenda sino en cómo se lo presentamos.

Ideas para aplicar inteligencia emocional a mi hijo/a

Estas son algunas ideas que pueden ayudarnos a integrar la inteligencia emocional en el aprendizaje:

1. No centrarnos en las notas: hay que cuidar el proceso y no tanto el resultado. Si sabemos que un niño está invirtiendo un esfuerzo, cada uno a su nivel, en conseguir una meta, y luego el resultado no se ajusta, se debe siempre reconocer ese trabajo realizado.

2. No premiar con lo material: un regalo físico no es la mejor manera de motivar con el estudio, ya que algo material no deja de ser efímero y con valor limitado. Una alternativa es reconocer de manera personal el gran esfuerzo que ha realizado incluso buscar un día para poder darse ese premio, haciendo un plan especial en familia o con alguno de los padres.

3. Aprender de los fracasos: el castigo por el suspenso es muy tentador pero poco constructivo. Se debe analizar por qué ha ocurrido: falta de estudio, dificultades a la hora de hacer el examen, una mala organización, poco entendimiento de la asignatura* ¿Dónde está el fallo? ¿Cómo podemos resolverlo? ¿Qué tenemos que aprender?

4. Darles las herramientas y no hacerles el trabajo: en el estudio es muy importante que los niños aprendan a organizarse. En vez de llevar nosotros personalmente su agenda escolar es mejor enseñarles cómo pueden hacerlo. De esta manera, después de las indicaciones podemos acompañarles en un inicio para revisar cómo lo están haciendo y dar las posibles correcciones y mejoras. Una vez automatizado y aprendido, deben realizarlo ellos solos.

5. Educar en la responsabilidad: es el estudio la mayor obligación que tienen los niños y para poder inculcarles las ganas y el deber de sacarlo adelante es muy beneficioso educarles desde pequeños en la responsabilidad. Desde casa se puede hacer con pequeñas tareas domésticas, que solo ellos sean los responsables, de tal manera que si no lo hacen, nadie más las hará por ellos. Es importante reforzar este papel que tienen en la casa y que gracias a ellos esa tarea queda resulta.

Por consiguiente, mimemos el maravilloso proceso que es el aprendizaje para poder sacar lo mejor de nuestros hijos y enseñarles a desarrollar esas habilidades tan necesarias para su futuro, que les dan las bases de su personalidad. Cuidando el proceso, llegan los resultados; regando la planta, se obtiene un hermoso fruto.

Belén de Toro Mingo. Neuropsicóloga Infantojuvenil de Psicólogos Pozuelo

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