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5 secretos para criar niños educados

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Lograr que nuestros hijos aprendan a ser limpios y bien educados no es una meta que se pueda alcanzar en un abrir y cerrar de ojos. Sin agobiarles ni presionarles, y buscando un cierto equilibrio entre la dejadez y la preocupación excesiva, debemos tratar de enseñarles esas mil pequeñas costumbres que tan útiles les resultarán el día de mañana en su vida y en sus relaciones sociales.

Que nuestros hijos utilicen el pañuelo para estornudar o busquen una papelera en el parque no son hábitos innatos en los niños. Sin embargo, el trabajo que nos supondrá que actúen correctamente en este sentido merece, sin lugar a dudas, la pena.

Eso sí, a la hora de educarlos en los buenos hábitos de conducta, la limpieza no debe ser el único componente. También merecen especial atención la compostura y el aprendizaje de ciertos «convencionalismos» del tipo masticar con la boca cerrada, tapar la boca para bostezar, etc.

Todos estos pequeños detalles serán los que proporcionen a nuestro hijo la habilidad y la delicadeza suficiente como para desenvolverse correctamente en sociedad el día de mañana.

Educados desde pequeños

Son muchas las pequeñas costumbres que podemos ir inculcando a nuestros hijos desde muy pequeños. Siempre cuidando, en todo momento, el equilibrio entre la dejadez y la preocupación excesiva. Unos escrúpulos exagerados, o la incapacidad para soportar pequeñas molestias es un extremo al que tampoco debemos conducirles.

El objetivo que tendremos que marcarnos será que, al tiempo que aprenden a comportarse, vayan formando también su propio criterio, para evaluar en qué situaciones es disculpable estar embadurnados de barro, cuándo deben ir impolutos, etc.

Todos sabemos que hay circunstancias en las que mancharse no sólo es disculpable sino hasta buena señal, como es la jardinería, haciendo un pastel… En cambio, resultaría ofensivo aparecer en una celebración familiar especial en vaqueros y con lamparones. Nuestros comentarios, las medidas que toman los adultos e innumerables advertencias y explicaciones lograrán que nuestros hijos formen su propio juicio y actúen en consecuencia.

5 secretos para criar niños educados

En la educación de nuestros hijos no debemos improvisar. Podemos elaborar un calendario progresivo de objetivos en la adquisición de ciertos hábitos: lavarse la cara y los dientes, las manos, ducharse solo…

1. Enseña con el ejemplo. Podemos hacer las cosas bien, pero también exagerarlas en cierta manera para que los niños las capten mejor: usar la servilleta repetidamente, comprobar que llevamos pañuelo siempre en el bolsillo…

2. Alaba a tus hijos. Es la mejor forma de que calen hondo nuestras enseñanzas. Así, cada vez que logren adquirir un hábito podemos premiarles planteándoles un nuevo reto de mayor responsabilidad y autonomía.

3. No hay reglas uniformes, porque cada hijo es diferente: mientras a unos tendremos que perseguirlos para que entren en la bañera, a otros tendremos que insistirles para que jueguen libremente con el barro y se pringuen bien.

4. Enfréntales al espejo. Cuando terminen de comer, límpiales frente a él. Les ayudará a apreciar con mayor claridad la diferencia entre sucio y limpio, peinado y despeinado, lo feo que es tocarse la nariz…

5. Educáles en valores. La buena educación se entiende con palabras y con gestos. Aprender empatía, generosidad, agradecimiento… no es cuestión de un día. Comentar en voz alta lo que hacemos y porqué lo hacemos les ayudará a formar su propio criterio y a plantearse también ellos qué es lo más apropiado en cada ocasión: dar las gracias, hablar con ternura y compasión, mostrar una sonrisa… 

Criar niños educados requiere paciencia

Para lograrlo, tendremos que establecer sobre la marcha un «calendario» de puntos o hábitos que deseamos que nuestro hijo desarrolle progresivamente: cepillarse los dientes, peinarse, ducharse… En esta tarea habremos de emplear mucha paciencia, perseverancia y mano izquierda. Deberemos aprender, en definitiva, a insistir sin atosigar a los niños, hasta lograr que se desarrollen esos hábitos.

Pero estos pequeños retos deben tener su propio lugar en el calendario de objetivos que nos hayamos marcado en la educación de nuestro hijo. Quizá algún día debamos permitir que coja con los dedos el último calamar del plato que tanto nos costó que comiera.

Lo importante es que, tanto el niño como los padres tengan claro en cada momento cuál es la exigencia más importante. Unas veces tendremos que ser inflexibles en el modo de coger el tenedor, pero en otras quizá sea preferible hacer la vista gorda, sin que él lo interprete como una victoria, para lograr que se termine la comida del plato.

Elena López
Asesoramiento: Lucía Herrero. Psicóloga y oriendora familiar

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