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¿Corriges o etiquetas al educar a tus hijos?

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La crianza de los hijos es una de las tareas más complicadas y, al mismo tiempo, de las más gratificantes que tenemos como padres. En este camino de la educación, uno de los problemas con el que las familias nos encontramos de forma cotidiana es cómo abordar los errores y comportamientos de nuestros hijos: ¿debemos corregir sus acciones o etiquetar su personalidad?

La respuesta a esta pregunta no es simple, ya que implica una comprensión profunda de la psicología infantil, así como una gran dosis de paciencia y empatía por parte de los padres.

Corregir: un enfoque orientado a la acción

Cuando corregimos las acciones o actitudes de nuestros hijos, nos centramos en el comportamiento específico que queremos que modifiquen. Esta corrección se basa en la idea de que los niños están aprendiendo constantemente y que los errores son oportunidades para crecer y aprender.

Cuando corregimos a nuestros hijos, estamos enseñándoles las consecuencias de sus actos y, al tiempo, estamos fomentando su sentido de responsabilidad personal. Por ejemplo, si un niño pega a su hermano, es importante corregir el comportamiento agresivo y explicarle por qué está mal, así como establecer unas consecuencias apropiadas para evitar que vuelva a producirse.

Si lo que queremos es corregir a nuestros hijos de una manera efectiva también será necesario brindar orientación y apoyo para ayudar a nuestros hijos a mejorar. Este apoyo y orientación puede basarse, entre otras cosas, en enseñarles habilidades sociales, como la resolución de conflictos o la comunicación asertiva, que les permitirá enfrentarse a situaciones similares de una manera más constructiva en el futuro.

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Etiquetar: el peligro de poner etiquetas a nuestros hijos

Por otro lado, etiquetar a nuestros hijos implica atribuirles características permanentes o juzgar su personalidad en función de un comportamiento específico. Por ejemplo, llamar a un niño «malo» después de que ha hecho algo que no está bien puede crear una etiqueta que afectará negativamente su autoestima y a su sentido de identidad.

Las etiquetas pueden ser especialmente perjudiciales cuando los niños interiorizan esas definiciones y comienzan a verse a sí mismos a través de la lente de esas etiquetas. Esto puede limitar su crecimiento personal y dificultar el cambio de comportamiento, ya que se sienten atrapados en estos roles predefinidos.

El equilibrio: fomentar el crecimiento y la autoestima

En la práctica, la crianza requiere un equilibrio entre corregir y etiquetar. Es importante corregir el comportamiento inapropiado mientras se evitan las etiquetas que limitan el potencial de nuestros hijos.

En lugar de etiquetar a un niño como «desordenado» porque deja su habitación hecha un desastre, podemos enseñarle a ordenar y alentar el comportamiento ordenado de manera positiva. No consiste solo en decirle «ordena y recoge la habitación», es necesario enseñarle cómo hacerlo, es decir, dónde deben colocarse los juguetes grandes, qué hacer con los pequeños, cómo doblar la ropa y guardarla en el sitio asignado y volver a dejar las cosas en su lugar tras usarlas para encontrarlas a la primera.

En este sentido, en lugar de etiquetar a un niño como «tímido» porque es reservado en situaciones sociales, podemos ayudarle a desarrollar habilidades de comunicación y confianza en sí mismo. Para ello, podemos invitar a alguno de sus amigos a merendar con regularidad, organizar actividades al aire libre para fomentar el juego libre con iguales o fomentar que participe con sus opiniones en diversas reuniones familiares. 

Fomentar un ambiente de aceptación y apoyo emocional es fundamental para el crecimiento saludable de nuestros hijos. Reconocer y celebrar sus logros, así como brindarles un espacio seguro para cometer errores y aprender de ellos, les va a permitir desarrollar una sólida autoestima y una actitud positiva hacia el aprendizaje y el crecimiento personal.

Si como padres, lo que queremos es guiar a nuestros hijos hacia la autodisciplina, la empatía y la resiliencia, al encontrar un equilibrio entre la corrección y el fomento de una identidad positiva y un sentido de valía personal, les brindamos las herramientas necesarias para convertirse en adultos seguros, compasivos y capaces de enfrentarse a los retos normales de la vida con confianza y determinación.

Marisol Nuevo Espín

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