Una persona madura tiene que saber distinguir entre atracción, deseo, enamoramiento y amor. Cuando además de atracción, se desea a la otra persona, ya estamos ante actos más voluntarios, el deseo viene solo, pero yo puedo aceptarlo o rechazarlo.
Nos encontramos ante actos humanos, es decir la voluntad tiene algo que decir por tanto, tiene una valoración ética. El deseo viene sin consulta, el que yo lo alimente o lo rechace ya depende de mí.
Por su parte, el enamoramiento, en cambio, es un acto no voluntario, en el momento en que se produce, pero lo he ido alimentando en el tiempo, acercándome a la persona, hablando con ella, tratándonos y, antes o después, surge el enamoramiento.
No se da repentinamente, lleva su tiempo y su voluntariedad se puede dar con personas que conozco o con personas con las que ni siquiera he hablado. Las puedo haber visto solo por televisión, o incluso, tener únicamente referencia de ellas por carta o Internet.
Es una situación en la cual, solo se ve lo positivo de las otras personas, incluso los defectos quedan idealizados y los ponemos en positivo. Esto ocurre, generalmente, porque el conocimiento del otro es escaso y todo lo que desconocemos lo damos por bueno.
Resulta una característica envolvente de la persona en la cual podríamos decir, que se tiene una presencia continuada del otro, sin el esfuerzo que eso llevaría consigo. Asimismo, algunos estudiosos llegan a la conclusión de que es un defecto de la atención.
El amor es otra cosa
Actualmente mucha gente duda. No saben si son queridos o solo producen en la otra persona atracción y deseo.
Una persona enamorada, no quiere decir que quiera a la otra, eso se verá después. Exige esfuerzo, renuncia, aceptar, conocer, admirar a la otra persona y se demuestra en el terreno de los hechos.
Es frecuente que alguien crea que está enamorado y que haría cualquier cosa por el otro, para después darse cuenta, cuando desaparece ese estado, de que es capaz de hacer muy poco.
No puede confundirse que una persona me guste con que ella sea la idónea para compartir mi vida. Eso se verá en el noviazgo. En realidad, el querer y ser querido, en muchas ocasiones, empieza por alguna de las situaciones expuestas anteriormente.
Realmente, sentirse querido por alguien tiene mucho que ver con tener una respuesta a la pregunta: ¿quién es capaz de sufrir por mí? Una respuesta a esa pregunta, es lo que todos de una manera u otra vamos buscando en la vida. Lleva tiempo, pero se puede conseguir, todos podemos. ¡Animo!
José María Contreras Luzón. Autor y formador de directivos y asesor personal y familiar.
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