Dicen que todos los niños llegan con un pan bajo el brazo, pero lo que es innegable es que cualquier bebé nace con una maleta de preguntas para sus padres. La paternidad es toda una aventura y hace que nos enfrentemos a situaciones que escapan de nuestro conocimiento, en especial si se es primerizo. Por ejemplo, ¿por qué de repente el pequeño deja de comer?
La alimentación es fundamental en cualquier etapa de la vida, y ni que decir tiene durante los primeros años en este mundo. Por ello, advertir que de repente el niño ha dejado de comer puede despertar muchas preocupaciones en los padres. Hay que tener en cuenta, tal y como dice Gabriel Ruiz, pediatra con más de 27 años de experiencia, que la realidad puede ser muy distinta.
¿De verdad tu hijo no come?
En ocasiones muchos padres creen que su hijo no come, cuando en realidad lo que sucede es que no lo hace en la cantidad que uno desea. Esto puede relacionarse con unas expectativas distorsionadas o que el niño esté atravesando un problema de salud tal como un virus catarral o estomacal. En este sentido habrá que poner solución a dicha situación para ver cómo regresa el apetito.
Comer es un instinto básico que siempre se desarrolla con normalidad mientras haya comida por delante. ¿Cuánto es lo que debe ingerir? Ruiz explica que no hay cantidad exacta, la saciedad debe ser el límite y cada niño es un caso, con una capacidad digestiva diferente. Las recomendaciones nutricionales deben servir como guía, pero nunca como reglas inamovibles.
Eso sí, Ruiz entiende que hay un momento clave que puede marcar el desarrollo de la relación del niño con la comida. Ese es hacia los 6 meses de edad, cuando el lactante empieza a probar otros alimentos diferentes al pecho. Es en esta etapa cuando nunca se debe forzar nada y respetar la evolución del pequeño. Este debe ir asimilando estos nuevos nutrientes a su ritmo.
Señales de que el bebé come bien
Si los padres piensan que su bebé no come, hay que tener en cuenta una serie de factores para saber si la alimentación se está desarrollando con normalidad. Estos son los detalles en los que recomiendan fijarse desde la Asociación Española de Pediatría, AEP:
– Hace deposiciones con frecuencia. El ritmo intestinal de los bebés que se alimentan con leche materna es variable, pero al tercer día de vida comenzarán a hacer entre 2 y 4 deposiciones diarias. A partir de las 3 o 4 semanas puede variar y unos bebés hasta hacer caca pasadas algunas jornadas. Por lo general, las deposiciones son blandas y pasan, en los primeros cinco días, de un color negro a marrón y después a amarillo mostaza.
– Moja adecuadamente los pañales. El primer día el bebé suele mojar un pañal, el segundo día dos, el tercer día tres, y a partir del tercer o cuarto día lo habitual es que moje entre seis y ocho diarios.
– La orina tiene un color pálido.
– Se puede oír cuando traga la leche.
– Está tranquilo y relajado después de comer y suelta el pecho espontáneamente al finalizar la toma.
– Aumenta de peso. Durante los primeros cinco días de vida, muchos recién nacidos pueden llegar a perder entre el 6 y el 10% del peso que tenían al nacer. Los bebés nacen con reservas de grasa y generalmente recuperan el peso a las dos semanas de vida. La alimentación frecuente y durante todo el día, con tomas nocturnas, ayudará a prevenir una pérdida de peso importante.
Si alguna de estas señales no se aprecia en el bebé, sobre el que se tiene la sospecha que no come, lo recomendado es acudir al pediatra para que juzgue si no el niño no arrastra algún problema de salud que haya derivado en esta situación.
Damián Montero
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