Aprender a cuidar el medio ambiente y valorar la naturaleza
Aprender a cuidar el medio ambiente y valorar la naturaleza - ISTOCK

Salir al campo, hacer excursiones por la montaña, practicar senderismo, visitar una granja... son buenas actividades para que los niños que viven en las ciudades entren en contacto con el entorno natural y sepan cuidarlo y apreciarlo. Es labor de los padres darles la oportunidad de aprender a cuidar el medio ambiente y valorar la naturaleza.

Vivir en la ciudad proporciona una serie de beneficios a los niños en cuanto a la cantidad de recursos que disponen para favorecer un mejor desarrollo en aspectos educativos y de aprendizaje. Normalmente hay más posibilidades para acudir a extraescolares, o actividades educativas, así como una mayor oferta de planes de entretenimiento o socioculturales como ir al cine, al teatro, festivales, etc.

Sin embargo, la vida urbana carece de otros aspectos que también son importantes dentro del desarrollo del crecimiento de los niños que se pueden encontrar en el campo, en el monte o en zonas rurales. Estas carencias, por ser importantes para que crezcan y les complementen como personas, se deben intentar cubrir.

No es complicado llevar a cabo este tipo de actividades puesto que cada vez más existen ofertas de visitas a entornos rurales y naturales con posibilidades de estar en agroturismos, participar en granjas, etc. La idea es poder pasar un tiempo juntos, en familia, valorando la belleza de la naturaleza simplemente por lo sencillo que es y lo que aporta.

Aprender a cuidar el medio ambiente: objetivos

Debemos tratar no solo de llevar a cabo estos planes para pasarlo bien y que los niños tengan nuevas experiencias, sino que con ello tenemos que intentar lograr los siguientes objetivos:

- Disfrutar del silencio. Es una maravilla lo que el silencio puede aportar al bienestar interno de una persona y a aquellos niños que, constantemente inmersos en la vorágine y el ruido de la ciudad, carecen de esta capacidad.

Con este tipo de planes podemos enseñarles lo interesante que es poder disfrutar y escuchar el silencio, tratando de valorar lo que aporta en cuanto a relajación o tranquilidad. Para ello, no solo tendremos que hacerles ver que el silencio está y es bello disfrutarlo sino que, a la vez, debemos enseñarles a colaborar con él.

A pesar de que sean muy pequeños, tenemos que pedirles que cuando vamos paseando por el monte o por un parque natural no hay que chillar ni molestar a los animales. Además, trabajando este aspecto, serán capaces de descubrir diferentes ruidos de la naturaleza que de otra manera pasan desapercibidos, como puede ser el ruido del agua cayendo de una cascada, el de las hojas con el movimiento del viento o sonidos de animales que puedan estar a lo lejos.

- Observar la naturaleza como algo que les es propio: valorando esa belleza por su sencillez. Debemos hacerles conscientes de cómo los animales, el monte, la vegetación o los contrastes de colores son bellos por sí mismos.

El modo de conseguir desarrollar esta virtud es enseñándoles a observarla, que puedan experimentar los diferentes procesos de evolución como puede ser el cambio de color de las hojas según la estación del año, la evolución de cómo la nieve se derrite con el calor de la primavera o los contrastes en el cielo según las horas del día. Una vez más, volvemos a ser los padres su modelo.

- Respetar la naturaleza: esto es algo sencillo de trabajar puesto que simplemente consistiría en no contaminar tirando residuos ni basura, no dañar los árboles, respetar el crecimiento de las flores y de las plantas.

Con esto, además, conseguiremos generar una mayor sensibilidad y respeto al medio ambiente, de tal manera que lo puedan trasladar a sus hábitos diarios en la ciudad.

- Aprender a disfrutar en la naturaleza: el mejor modo de aprender es no solo haciendo visitas al campo o monte sino tratar de generar actividades familiares en las que los niños disfruten de la naturaleza para que deseen repetirlas.

- Enseñarles a dar gracias por tener un mundo tan bello. Esto les puede hacer crecer de manera interna y sobre todo que sepan valorar que las cosas no están ahí porque sí o que el mundo no es así sin más, sino que hay una razón a esta belleza y tiene que dar pie a saber valorar la creación de la misma.

Actividades infantiles para valorar la naturaleza

1. Hacer senderismo por recorridos marcados.

2. Marcarse un objetivo familiar de poder culminar un monte que sea accesible para todos para sentir la satisfacción de llegar a la cima y valorar el esfuerzo de cumplir un reto y descubrir y disfrutar de todo lo que desde la cima se puede observar.

3. Recoger castañas o setas, productos que se puedan comer, para valorar así los frutos de la naturaleza, o recoger hojas secas, por ejemplo, para realizar trabajos manuales con esos materiales.

4. Llevar comida a animales que se encuentren en el monte: caballos, vacas, ovejas.

5. Hacer una gincana entre toda la familia para poder disfrutar de los espacios amplios y los distintos escondites que la naturaleza nos puede proporcionar.

6. Hacer visitas guidas a centros de interpretación científica que existen en los parques naturales, para que puedan tener mayor conocimiento de la naturaleza y de las especies animales.

7. Entrar en contacto con alguna granja o personas que vivan en zonas rurales y trabajen los aspectos rurales y puedan colaborar en distintos procesos: ordeñar vacas, hacer miel o queso, para que vean cómo es un proceso natural y que los alimentos no vienen del supermercado.

8. Practicar deporte: en entornos rurales o naturales disfrutando los beneficios del aire puro y de sentirse libres y que les produzca una satisfacción que les pueda crear un interés por volverlo a repetir.

María Campo. Directora de NClic

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