Los últimos meses del curso escolar están siendo un desafío para padres, maestros, alumnos e instituciones. Luis Manuel Martínez, Doctor en Pedagogía y Licenciado en Filosofía y Ciencias de la Educación, y autor de libro Y ahora… ¿los deberes? (Teconté) nos ayuda a establecer unas pautas para lograr que nuestros hijos adquieran autonomía e independencia.
El autor nos explica que este nuevo método de estudio online y en casa va a afectar a cada alumno de manera diferente porque cada uno tiene unas características y capacidades diferentes, por lo que habrá que estar atento al rendimiento de cada uno.
El maestro de Primaria, profesor en Secundaria y docente en Educación Superior propone seguir el método Montessori para lograr despertar en los alumnos e hijos la pasión por aprender. De esta manera hacer los deberes y ponerse a estudiar será algo innato y el alumno retendrá los conocimientos no porque debe sino porque quiere.
Objetivo: aprender porque quiere, no porque debe
P. La situación excepcional que estamos viviendo debido al confinamiento hace obligatorio el uso de las tecnologías por parte de nuestros hijos para seguir el curso académico. ¿Cómo lograr que las usen adecuadamente?
R. Va todo unido. Es conveniente que cada familia tenga sus normas de convivencia adaptadas, horarios, usos de espacios o tiempos de pantallas. Se deben poner límites especiales para una situación especial, y eso requiere mucha comunicación. Primero entre los padres, que acuerden las normas, que hablen también con los hijos y con lo que se lleva de experiencia ya vivida, ajustar bien las normas cotidianas. Descansos, comidas, dormir, levantarse, ejercitación, estudio o tareas del hogar. Sin este marco en el hogar, cualquier sugerencia directa sobre la gestión de las pantallas será improbable. Así podremos regular el tiempo y el modo de usar las pantallas, y todosdeberán respetarlo. Es esencial establecer mucho diálogo del padre o madre con el hijo. Si hablan, todo será más sencillo y transparente.
P. ¿Cómo nos aseguramos que hacen lo pactado?
R. Consecuentemente es necesario exigir máxima transparencia a los hijos, procurándoles explicar la razón de las cosas. Recomiendo una aplicación de control parental: https://www.misereno.com/ a través de la cual los padres pueden ver toda la vida virtual de su hijo. Esto no es falta de confianza en el hijo, sino que el hijo tiene que confiar en sus padres. Los padres no van a estar como vigilantes, es solo para hablar con datos y ayudarle a aprovechar bien los recursos que posee.
P. Ahora todo el trabajo académico se hace en casa. ¿Qué cambios educativos ha desencadenado el confinamiento y la paralización del curso escolar?
R. Es una oportunidad extraordinaria para promover el aprendizaje autónomo de los hijos. Lo importante es que estén bien programados y sepan qué carga de trabajo tienen para cada día. Aunque tengan la tableta es importante que estudien con lápiz y papel, que saquen las ideas haciendo esquemas y estudien sin distractores.
P. ¿Qué diferencias existen entre el aprendizaje presencial y el aprendizaje online, y qué papel ocupan los deberes en esta situación intermedia?
R. Va a depender mucho del centro educativo, la estrategia que hayan establecido para el confinamiento y la que empleaban antes del confinamiento. Por ejemplo, si hacían trabajo cooperativo eso se va a notar. Se puede hacer online, pero no es lo mismo, posiblemente cambien de dinámica. Dependerá del centro y de los profesores. A los alumnos que tenían grandes maestros dinamizadores del aprendizaje, les va a costar, pero ese mismo docente, tratará de estar ahí. Los que tenían un maestro expositivo y punitivo, se han quitado un peso de encima y eso puede llevarles a una gran y mala relajación.También va a depender del carácter del estudiante y su actitud ante el aprendizaje. Si, por ejemplo, el niño es emotivo y se movía mucho por agradar a su profesor, la distancia le puede dañar.
Esto es una oportunidad para madurar y crecer como persona si los padres y el profesor están atentos.
Por lo general, la gran diferencia es la necesidad de ser más autónomo y responsable, pero a efectos prácticos cara al aprendizaje, es similar. Para los niños que ya son autónomos y responsables es una oportunidad maravillosa para trabajar a su ritmo. Para los que tienen una autonomía y responsabilidad media, habrá que hacer un seguimiento diario de su trabajo tanto del docente como de los padres. Si esto no ocurre, esos niños están en clara desventaja por no poder ir al colegio.
P. ¿Cómo debería ser el seguimiento de los padres?
R. El seguimiento de los padres no puede ser un pulso, conviene que esté claramente pautado. Un buen ejemplo sería utilizar frases como esta: «a las 13:30 hablamos, me enseñas la agenda y lo que has hecho esta mañana». Además se deben establecer objetivos para el día siguiente y si no se cumplen por negligencia del estudiante, pasarán cosas. Por ejemplo, que tenga que seguir por la tarde un rato para terminar. Es fundamental que los padres sigan en contacto con el tutor y le informen del rendimiento de su hijo y las dificultades que aprecian. Que los padres hagan de padres y los profesores de profesores. Por así decir, los padres son «el poli bueno» y el profe «el poli malo», pero esto funciona si los padres y profesores permanecen en contacto. Para los niños con altas capacidades y trabajadores, es posible que se evidencie cómo las horas que pasan en el colegio son muchas para lo que tienen que hacer habitualmente. Es una oportunidad para replantearse cómo trabajar con estos estudiantes. Para los niños que estudiaban por las tardes con su madre, de pronto han visto como, en lugar de estar mariposeando seis horas en el colegio y luego trabajan con mamá, ahora sólo trabajan con mamá.
P. ¿Cómo se está aprovechando el tiempo con estos alumnos en el colegio?
R. En ciertos temas se van a perder mucho y se notará mucho la falta del profesor, pero si el centro está atendiendo online con seriedad, las aclaraciones podrán seguir recibiéndolas. La gran diferencia está en que este modo de trabajar requiere de autonomía y responsabilidad. Será el gran aprendizaje para mantener el ritmo.
P. ¿Qué recomendaciones daría a padres y alumnos en este momento crucial que coindice con el final del curso y los exámenes finales para aprobar?
R. Que el alumno tenga claro que se espera de él. No puede estar haciendo y haciendo y no saber hacia dónde va uno. Si el niño tiene problemas conviene que los padres tengan claro qué desempeño se espera de su hijo en cada asignatura. Los padres deben dejar claro a su hijo lo que tiene que alcanzar. A partir de esos grandes objetivos, recomiendo trabajar con micro desafíos diarios: tanto con respecto a contenidos, como con pequeños hábitos que debe desarrollar, así como capacidades que debe trabajar el alumno. Sentarse a la hora prevista, permanecer sentado, estudiar con lápiz y papel, tener sobre la mesa solo lo que esté utilizando, apuntar las dudas y preguntar al profesor vía online. Lo que se vaya viendo que es un problema se le debe dar la vuelta y ponerlo como objetivo. Si habla mucho con sus hermanos, habrá que hacerle entender que se ha de respetar el silencio en el tiempo de estudio.Y todo eso hacerse por escrito. Los padres pueden ir marcando al lado señales de logro o comentarios animantes.
P. ¿Cómo conseguir que un adolescente tome conciencia de la importancia que tiene hacer los deberes y estudiar no para aprobar sino para aprender?
R. Los padres deben ser conscientes de que su hijo es un adolescente y está en una situación de gran inestabilidad vital. Si los padres no creen en su hijo, si no se preocupan por “sus cosas”, el hijo puede interpretar que el estudio es de los mayores, y no lo verá como algo suyo. Los padres deben invertir mucho tiempo con su hijo adolescente, tratar de hablar, escucharle, comprenderle, perdonar su arrogancia, pero sin disculpar ni excusar, si se ha pasado. Puede haber consecuencias, pero sin acritud, con el perdón y comprensión total de sus padres. A la vez, los padres deben transmitir a su hijo sus inquietudes hacia él, sus temores y ayudarle a que también comprenda a sus padres: empatizar.
Eso no quita que una vez explicadas ciertas cosas, con todo el cariño del mundo, haya que actuar con firmeza.
Aunque ponga el grito en el cielo con un “¡no me entiendes!” Ante esto se debe tratar de entender, pero a la vez, mantenerse firme en lo que puede ser dañino. No lo consientas, con mucho amor, pero no lo consientas. No entres a sus provocaciones ni te dejes llevar por tu soberbia. Cariño, empatía, firmeza y humildad.
P. Los niños han de adquirir poco a poco autonomía a la hora de gestionarse los deberes y el estudio. ¿A partir de qué edad se puede ir inculcando esa responsabilidad?
R. Desde que están en educación infantil. Cada uno a su nivel, los niños deben aprender a responsabilizarse de sus cosas y de sus obligaciones. Deben notar el peso de las consecuencias, que no es castigar, sino acompañarles desde el perdón a que cumplan las consecuencias de sus irresponsabilidades. Los padres no son los castigadores, es la vida quien es exigente y nos pide responsabilidad. Los padres no pueden entrar a sus chantajes emocionales, ni tienen autorización para quitarles sus responsabilidades porque los hijos tienen derecho a ser responsables, a crecer y a madurar. No es justo que los padres quiten a sus hijos el peso de sus errores porque es lo que más ayuda a crecer.
P. ¿Cómo lograr que los niños sientan pasión por aprender y sepan que hay un horario para cada cosa? ¿Cómo se genera esa tensión creativa?
R. Dependerá de la forma de ser de los padres, pero todo empieza por determinar en qué puntos voy a poner la tensión creativa y en qué puntos voy a quitar la tensión destructiva. Una vez aclarado el marco de normas y estilo de comunicación en casa se puede empezar. Se debe respetar y pedir perdón. Un padre puede pedir ayuda a su hijo para que comprenda, y así el hijo colabore. Cuando unos padres dicen que sus hijos son irrespetuosos, mi experiencia me dice, que alguno de sus padres, o los dos, no son respetuosos con el hijo.
Para que los hijos sientan pasión por aprender en situación de confinamiento, recomiendo el método Montessori.
Es una lástima que no se enseñe a todos los estudiantes de Magisterio, porque si los niños fueran autónomos en el colegio, ahora las cosas no habrían cambiado tanto. Pero estamos a tiempo. La clave es hacer un plan de pequeños pasos posibles y perseverar día a día, con pequeños logros y paso a paso se llega a lo alto.
P. ¿Qué indicios pueden hacer sospechar que un niño/a tiene problemas de concentración o es hiperactivo?
R. No estamos hablando de indicios en la calma, sino indicios en el estrés de los padres. Si el niño tiene problemas de concentración o hiperactividad, los padres estarán muy frustrados, pero también puede ser que los padres estén muy frustrados con su hijo por otras razones. Lo primero que se debe hacer es relajarse y reconocer que por mucho que uno se enfade, no logrará que la cosa cambie. Por tanto, hay que explorar desde la calma y tratar de que tu hijo viva el plan de pequeños pasos posibles. Se debe ajustar el plan a sus necesidades de atención, quietud y reflexión.
P. ¿Es necesario acudir a un especialista?
R. Si con todo se aprecia que no es capaz de avanzar por sí mismo, habrá que hablar primero con el tutor para lograr que sea capaz de avanzar con autonomía, sin que nadie esté encima. Y es cuando se aprecia que se está quedando atrás en el contenido, cuando conviene que alguien vea si está pasando algo. Puede ocurrir que tenga problemas de concentración incluso que sea hiperactivo, pero no afecta al rendimiento, entonces, aunque sea molesto soy partidario de no llevarlo a un especialista pero si hablar con el tutor y que el tutor le siga más de cerca, le apoye y le motive.
Natalia Pérez García
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