Me lo pido todo esta Navidad
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¿Quién no ha tenido que enfrentarse a la pelea constante con sus hijos cuando piden sin distinción ni consuelo todo lo que se les antoja? ¿Qué hacer? Estas ideas te pueden ayudar a evitar complacer todos sus caprichos, pero al mismo tiempo sirven para enseñarles a encauzar sus deseos.

Los niños de manera natural y automática tienen tendencia a pedir cosas, tanto juguetes, comida, como todo aquello que les pueda apetecer sin reflexionar si eso que piden deben o no tenerlo. De manera especial sucede con los juguetes. Parece que nunca se sacian. Tienen los baúles y armarios llenos de cosas, pero nunca es suficiente.

Muchas de las listas de regalos que realizan son generadas por la publicidad constante y tan bien elaborada que existe actualmente. Parece que no saben comer con unos cubiertos que no sean los de su muñeco preferido. O que todo debe estar decorado con la serie que tanto les gusta. Se cae en un permanente marketing que hace, a veces, complicado encontrar hasta un neceser 'neutro' para llevar el cepillo de dientes al colegio. No nos lo ponen fácil. Se junta la necesidad imperante e instintiva de los niños con una sociedad cada vez más consumista.

¿Por qué los niños tienden a no conformarse nunca con nada?

El principal motivo es que los niños se cansan con frecuencia de lo que tienen. Les gusta el cambio y la novedad. Teniendo en cuenta esta idea, ¿por qué en vez de darles más cosas y responder a lo que ellos nos piden no tratamos de proporcionar cambios que les satisfagan?

Cuando nos pidan algo debemos analizar:

- Si lo que están pidiendo es conveniente para ellos desde un punto de vista educativo. No siempre es bueno para su desarrollo personal o es justo contrario a lo que estamos persiguiendo o trabajando.

- Si corresponde a su edad, intereses y gustos: a veces piden cosas que no son acordes a su edad. Generalmente, tienden a querer cosas de edades superiores. Otras, solicitan algo que le han escuchado a otro amigo pero que ni siquiera les gusta.

- Si lo necesitan o pueden prescindir de ello: no siempre lo que piden lo necesitan. Habitualmente, más bien lo contrario. Es bueno hacerles reflexionar sobre este aspecto. Que valoren si necesitan o no algo y si pueden pasar sin ello. Con esto evitamos que se acostumbren a tener tantas cosas y a acumular. No es fácil trabajar este punto en la sociedad en la que nos encontramos, pero es muy aconsejable potenciar la reflexión y generar cierto hábito.

- Si podemos asumir la petición económicamente. Muchos padres por complacer a los hijos asumen gastos que no pueden realmente soportar y esto les genera complicaciones familiares de calado. Hay que saber dónde nos encontramos, cuáles son nuestras posibilidades y lo que podemos realmente hacer.

- Si pueden razonar por qué nos lo están pidiendo: si realmente lo quieren con convicción o es porque todos los amigos lo piden. Con esto trabajaremos también sus gustos e intereses y potenciaremos su personalidad.

- Si debemos dárselo: una vez que se ha hecho la reflexión anterior, podremos decidir si se le concede lo que está pidiendo. Esto acarrea unas consecuencias. Puede que acepte la decisión o puede que, por el contrario, le suponga un gran enfado. No debemos modificar nuestra decisión por la respuesta que obtengamos. Si lo hacemos será como no haber realizado los pasos anteriores. Supondrá un gran debilitamiento por nuestra parte.

- Si se lo damos, valorar si les concedemos exactamente lo que piden o similar o solo una parte de lo que nos piden. Puede que consideremos importante modificar la petición.

- Si podemos sustituir su petición por otra que le pueda gustar sin necesidad de cumplir siempre lo que ellos quieren.

- Si tenemos claro qué les vamos a conceder para no caer en el chantaje de que nos pidan más y más. Otorgarles aquello que realmente queremos nosotros. Debemos ser quienes marquemos el límite y no ellos. En esto hay que tratar de ser muy poco flexibles.

El error de ceder constatemente

Si caemos en el error de ceder constantemente a lo que nos piden perdemos el control y reducimos la autoridad. ¿Cómo educar a los niños caprichosos? Puede ocurrir que lo que nos estén pidiendo no fuera lo que teníamos previsto pero no nos parece mala idea. Si es así, lo recomendable es hacerles ver que les concedemos eso que piden no porque ellos nos lo pidan sino porque nosotros consideramos conveniente que así sea. Como si fuera idea nuestra. Se trata de que no aprecien en ningún momento que son ellos los que ganan.

Todo esto debe ser así a una cierta edad, generalmente, en Infantil y primer ciclo de Primaria. Superadas estas edades se debe seguir el mismo criterio para que vean que quieres dirigimos y controlamos la situación debemos ser los padres. Pero a diferencia del resto de edades, es importante escuchar sus propuestas y dialogarlas.

El escucharles les puede hacer sentirse importantes, valorados y que perciban que les prestamos atención, que es lo que tanto demandan con independencia de la edad.

Además de escucharles habrá que dialogar con ellos sobre lo que proponen. Ver cuáles son los motivos que les hacen proponer su idea y razonarlos con ellos. Si su propuesta es interesante y creemos que se lo podemos conceder, hacerles ver que es porque lo hemos hablado y analizado con ellos y consideramos interesante la propuesta. En este caso, ya no es tan importante el marcar el límite de autoridad, puesto que si ya lo hemos trabajado con anterioridad, contaremos con una buena base. Será más importante trabajar la comunicación y dar valor a que sean capaces de sugerir ideas de modo reflexionado y razonado.

En conclusión, en edades más tempranas lo importante es marcar bien los límites de autoridad. En cambio, cuando son más mayores podemos hacerles partícipes de lo que quieren pero siempre razonándolo con ellos.

María Campo. Asesora Pedagógica Eduka&Nature

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