Actualizado 22/06/2022 12:56

La transformación del juego infantil cambiará la sociedad

El juego infantil está cambiano la sociedad
ISTOCK

El derecho a jugar es uno de los fundamentales que se recoge en la Convención Internacional de los Derechos del Niño. Los cambios actuales en el juego infantil transformarán la sociedad del mañana debido a la inactividad y al aislamiento.Ya no se juega en la calle y el juego de los niños se realiza casi siempre en casa.

Esto significa que los niños se han vuelto sedentarios a la hora de jugar porque sus padres ya no les dejan jugar en la calle por inseguridad debido a los peligros que pueden acecharles. El juego en casa es por definición sedentario, porque no cuenta con la compañía habitual de otros niños como ocurría en la calle, y como añadidura se tiende al aislamiento. Ambas cosas traerán como consecuencias problemas físicos como la obesidad y emocionales como la soledad no deseada. De este modo, la transformación del juego infantil cambiará la sociedad.

Adrian Voce, Presidente del European Network for Child Friendly Cities, asegura que "los padres no se sienten confiados en dejar a sus hijos en los espacios públicos, incluso en sus vecindarios, si no son seguros para que los niños estén al aire libre. Es un gran reto para los políticos. Es la primera vez en la historia en que la sociedad no puede dar ninguna libertad a sus hijos hasta que son adolescentes para que salgan ellos solos o con amigos, así que tenemos un tipo de infancia sedentaria, y es un cambio masivo en la historia de la humanidad".

¿Por qué los padres no dejan jugar a sus hijos en la calle?

La razón más obvia es el tráfico, muchísimos niños mueren o son heridos en las calles de las ciudades de todo el mundo cada año, cada mes, cada semana, cada día. Los niños mueren y los padres lo saben. Además, es el estilo de vida, solo hay que echar un vistazo para ver que ya no vivimos en el exterior, no vivimos en calles, vivimos junto a carreteras.

"Tenemos que hacer una gran campaña pública para convencer a los vecinos de que el coche tiene que compartir el espacio, especialmente en áreas residenciales. No pueden dominar más el espacio público porque lo que están haciendo es recluir a nuestros hijos en el interior de las casas. Y eso crea unos problemas muy serios a largo plazo para la salud, el desarrollo y cohartan su felicidad, y su derecho como niños de tener una vida social y cultural plena jugando en el exterior con amigos", afirma Adrian Voce.

En un pequeño pueblo continúa existiendo la posibilidad de jugar en las plazas y en las calles, pero desafortunadamente, cada vez hay menos los espacios públicos de juego en las ciudades, que no están hechas para los niños y como consecuencia se está restringiendo el juego al aire libre y los niños no salen a la calle, por miedo, por inseguridad, por falta de infraestructura o falta de espacios de juego.

Silvia Prado, portavoz British Council School, asegura que "creo que hay una preocupación muy muy grande. Los padres son muy conscientes de que los niños juegan menos que cuando ellos eran niños. También saben que las ciudades son menos agradecidas para eso, es más difícil dejar a un niño solo jugando en la calle".

Los niños juegan diferente y cada vez juegan menos

El tiempo de juego de calidad de la infancia es con otros niños, con sus iguales. Los padres podemos querer compartir tiempo de juego con nuestros hijos, pero hay una diferencia de edad y una diferencia de pensamiento, que hace que lo que para ti o para mi es una botella, para él pueda ser un catalejo. Es decir, nuestra mentalidad de adulto se ha ido olvidando de jugar.

Andrés Payá, doctor en Pedagogía y fundador del Observatorio del juego, considera que "la actividad natural del niño es jugar. No tenemos porqué o no sería necesario decirles vamos a jugar, porque los niños por naturaleza son seres humanos, son seres lúdicos, van a jugar, pero sí que les decimos: vamos a dejar de jugar, porque hay que pasar a lo serio, a lo importante".

No obstante, además de jugar diferente, los niños cada vez juegan menos. Payá asegura que "se ha reducido el tiempo de juego porque por una parte, las agendas son muy apretadas, tenemos una obsesión por las actividades extraescolares y por estar haciendo cosas continuamente, y por otra parte, se observa una adultización de la infancia, es decir, cada vez más pretendemos que los niños sean adultos antes y que la infancia sea como esa enfermedad que ha de pasarse para ser adultos".

Los juegos tecnológicos también han influido de manera determinante en este cambio en la forma de jugar. Silvia Prado, portavoz British Council School, pone el acento en las consecuencias del juego tecnologico y asegura que "no puede ser que el hecho de que los niños ya no jueguen en la calle implique que los niños no jueguen ya, y que al final dediquen más tiempo a la tecnología en soledad. Yo creo que los padres tienen que volver a ser niños. Los niños hoy se hacen adultos más pronto, y en parte es por eso. Hay que volver a ponerse de rodillas y jugar con tu hijo a lo que haga falta, al parchís, a la rayuela, al escondite... y ese pequeño tiempo que le dediques va a ser bueno para ti también. Te permite conectar, te permite crear un espacio de compartir con tu hijo, que luego cuando llega la adolescencia es más difícil de crear".

Por último, Andrés Paya añade que, "un niño que no juega será un niño enfermo, no necesariamente tendrá un trauma ni un problema, pero habrá renunciado a todas estas posibilidades educativas, que si hubiera jugado, podría tener. El juego nos enseña a ser humanos, a ser sociables, es una escuela de ciudadanía, el juego nos enseña a negociar, a consensuar reglas, a aprender a ganar y aprender a perder, pero el juego también nos puede enseñar a desarrollar el pensamiento, aprender a pensar, aprender a discurrir, el juego también nos desarrollar físicamente si no es un juego sedentario y es un juego al aire libre, y algo que alguna vez hemos olvidado en los sistemas educativos es que ayuda a desarrollar la creatividad, el pensamiento divergente".

Marisol Nuevo Espín
Asesoramiento: Silvia Prado, portavoz British Council School. Andrés Payá, coctor en Pedagogía y fundador del Observatorio del juego infantil. Adrian Voce, Presidente del European Network for Child Friendly Cities

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