Uno de los desafíos constantes en la crianza, especialmente durante el invierno, es lograr que los niños y, sobre todo, los adolescentes utilicen la ropa de abrigo adecuada. La resistencia suele nacer de la percepción de que la ropa de invierno es «fea», incómoda o de un deseo de afirmar su autonomía e independencia frente a la autoridad paterna. Sin embargo, proteger su salud de los efectos de las bajas temperaturas y de los cambios bruscos es una responsabilidad ineludible.
El primer paso para convencerlos es trasladar el enfoque de la obligación a la lógica y la salud. En lugar de imponer, es más efectivo explicar con claridad las consecuencias de no abrigarse bien. Los resfriados, la sensación de frío incómodo y el malestar general pueden ser poderosos argumentos. El objetivo es evitar los cambios bruscos de temperatura, que son los que realmente afectan al organismo
Estrategias clave para niños y adolescentes
1. Priorizar el sistema de capas
Es fundamental enseñarles la eficacia del sistema de capas. Una capa interior térmica, una intermedia aislante y una exterior protectora (contra el viento y la lluvia) es mucho más eficiente que un único abrigo muy grueso. Esto les da control, pues pueden regular su temperatura quitando o añadiendo prendas según entren o salgan de edificios. Se trata de convertir la vestimenta en una herramienta práctica.
2. Apelar a la estética y la autonomía
Con los adolescentes, la clave está en el sentido de la moda y la autoexpresión. En lugar de forzar un abrigo o una bufanda que consideran ridículos, permíteles elegir prendas de abrigo que les gusten y que estén de moda, incluso si eso implica chaquetas más ligeras combinadas con sudaderas o camisetas térmicas modernas debajo.
- Negociación: Ofrecer opciones limitadas (por ejemplo, «Elige entre esta bufanda o este cuello de lana») aumenta su sensación de control y reduce la resistencia.
 - Comodidad: Recuérdales que la ropa de abrigo no debe ser incómoda. Deben poder moverse con facilidad. Los guantes, gorros y bufandas deben ser vistos como accesorios que complementan su estilo.
 
3. El ejemplo y la responsabilidad
Como padres, debemos ser el ejemplo vivo. Si nosotros salimos bien abrigados, el mensaje es más coherente. Además, a medida que crecen, especialmente en la preadolescencia, hay que empezar a delegar la responsabilidad:
“Es importante que además de enseñar a los niños a decir gracias, les eduquemos para que comprendan varias cosas: Cuando alguien hace algo por nosotros no tiene por qué hacerlo, y al agradecérselo estamos reconociendo su esfuerzo”.
Aunque esta cita se refiere a la gratitud, el principio de comprensión del valor se aplica a la salud. Al delegar la decisión de abrigarse, les estamos enseñando el valor de cuidarse a sí mismos, reconociendo que la responsabilidad de su bienestar es suya una vez que se les ha dado la información. Podemos preguntarles: «¿Qué te llevarás hoy para no pasar frío cuando caiga el sol?». Si deciden no llevar un abrigo y luego se quejan de frío, hay que evitar el regaño y simplemente validar su sensación y recordarle la lección para el día siguiente.
Recomendación literaria
Claves educativas de tus hijos adolescentes
Teresa Artola González
Este libro, de la colección Hacer Familia, ofrece una guía fundamental para afrontar la adolescencia con serenidad, ayudando a los padres a distinguir las reacciones normales de las preocupantes y a enriquecer el desarrollo educativo de los jóvenes. Es un recurso excelente para aprender a delegar responsabilidades, como la de vestirse adecuadamente, fomentando su maduración y autonomía.