Actualizado 28/01/2022 12:56

¿Qué planeta vamos a dejar a nuestros hijos? 10 consejos de educación medioambiental

El planeta que heredarán nuestros hijos depende de nosotros
El planeta que heredarán nuestros hijos depende de nosotros - ISTOCK

¿Qué planeta vamos a dejar a nuestros hijos? Es algo que muchos padres pensamos a menudo con preocupación, al ver los evidentes signos de cambio climático, degradación de ecosistemas o desaparición de especies.

Debemos crear una sociedad consciente y preocupada por su entorno, que tenga los conocimientos y las motivaciones suficientes como para trabajar en la búsqueda de soluciones a los problemas globales actuales y a los que puedan surgir en el futuro. Una sociedad que tomará forma a partir de las nuevas generaciones que hoy se están formando, y que deben comprender el importante papel que jugarán en el futuro del planeta.

Por ello, tanto desde el entorno educativo como desde las familias, es imprescindible acercar a los más jóvenes la realidad del gran reto medioambiental que tenemos ante nosotros; y cuanto antes, mejor. Hemos de promover una educación saludable y consciente, respetuosa con sus congéneres y con todos los elementos de la naturaleza. Y la mejor manera es, cómo no, dándoles ejemplo desde el momento mismo en que nacen, haciendo que esas ideas y principios vitales formen parte de su día a día, de su desarrollo y de su futuro.

Educación medioambiental: empezar desde muy pequeños

No importa que nos parezcan muy pequeños para empezar a entender, es importante que cuanto antes tomen contacto con lo que se espera de ellos. Los padres y madres somos sus referentes, y emularán nuestras acciones sin siquiera darse cuenta. Por ello, nosotros somos los primeros que debemos concienciarnos de nuestro importante papel.

Podemos empezar muy pronto, incluso antes de los dos años, con acciones sencillas como enseñarles a apagar la luz o a abrir el grifo solo durante el tiempo necesario. Poco a poco, irán interiorizando estas rutinas, realizándolas sin ningún esfuerzo.

Después, según vayan siendo más maduros para entender determinados conceptos, podemos acompañar estas sencillas acciones de explicaciones y actividades relacionadas. Por ejemplo, conceptos como el desperdicio alimentario o las 'modas efímeras' pueden empezar a tener sentido para ellos cuando ya tienen una cierta edad, y son importantes lecciones de vida. Si les mantenemos interesados en este tema y les hacemos participar en situaciones e iniciativas donde puedan percibir sus efectos, es muy probable que adopten una actitud consciente que persista el día de mañana.

A cualquier edad (y mejor si lo hacemos desde muy pequeños), una práctica sencilla y accesible es dejar que jueguen al aire libre, que disfruten de la naturaleza, porque esto les hará valorarla y amarla.

También es muy positivo darles algún tipo de responsabilidad acorde con su madurez. Por ejemplo, empezar cuidando una pequeña planta, o unos gusanos de seda, y progresivamente poder hacerse cargo de un pez, o un hámster, para que aprendan que sus actos tienen consecuencias: si olvidan regar la planta y esta muere, eso es una consecuencia directa de sus actos. Y esto es extrapolable al parque que está cerca de casa, a la playa donde pasáis las vacaciones y al planeta entero.

10 recomendaciones de educación ambiental para niños 

1. Apagar los dispositivos electrónicos cuando dejen de utilizarlos.

2. Cerrar el grifo cuando terminen de usar el lavabo o la ducha para no malgastar el agua.

3. Utilizar botellas de aluminio y bolsas reciclables en vez de las de plástico. Les encantará tener las suyas personalizadas con sus dibujos favoritos.

4. No encender las luces si hay luz natural, y apagarlas cuando se vayan de una estancia.

5. En invierno, mantenerse abrigados en casa para evitar tener que subir la calefacción por encima de una temperatura razonable.

6. Enseñarles a reciclar, todo lo que se pueda: el papel, los envases, el vidrio, pero también los tapones, las pilas, los medicamentos...

7. Caminar o montar en bici en vez de usar el coche siempre que sea posible. Si no está lejos de casa, el camino al colegio puede servir para estrechar lazos y hablar de sus cosas.

8. No tirar aquello que ya no necesitan si todavía puede ser útil para alguien: es mejor donarlo para que otras personas puedan darle una segunda vida.

9. Cultivar en casa un pequeño huerto, les servirá para tomar contacto con las especies naturales y además aprenderán a mirar a las verduras desde una perspectiva más atractiva.

10. Mantener la naturaleza limpia, no solo guardando los residuos para después tirarlos a los contenedores correspondientes, sino recogiendo lo que otros menos cívicos han dejado antes que ellos.

Recursos para abrir su mente sin salir de casa

Como no siempre tenemos a mano los recursos necesarios para enseñar e inculcar todas estas ideas sobre el cuidado del medio ambiente en los niños, la tecnología es una buena aliada para echar una mano.

Los recursos visuales siempre son una buena apuesta para interiorizar los conceptos, y muchas veces pueden ayudarnos a replicar situaciones a las que nunca tendrían acceso en la vida real, como proteger la selva o los arrecifes de coral, por ejemplo.

Existen herramientas digitales de aprendizaje basadas en el juego que facilitan simulaciones en este tipo de entornos con las que, además de aprender jugando, los pequeños tienen la libertad de cometer errores que en la vida real podrían ser fatales (recordemos la planta sin regar) antes de salir al mundo.

También, por supuesto, podemos leerles historias, ver con ellos películas o vídeos relativos a diferentes aspectos medioambientales que despierten en ellos inquietudes y empatía, y refuercen su vocación de proteger el planeta.

En definitiva, como casi todo lo importante, la educación ambiental también empieza en la familia, y desde casa hay muchas bases que podemos sentar para que en el futuro nuestros hijos sean ciudadanos conscientes y respetuosos con el medio ambiente.

Inculcar el pensamiento crítico sobre asuntos tan importantes como el cambio climático, la creatividad para pensar en nuevas formas de ayudar, o la colaboración y la comunicación para ayudar en pequeñas tareas es también una manera de conectar con ellos y de reforzar el espíritu de enraizamiento con su entorno más cercano.

Si estas conversaciones y acciones son habituales en casa, los niños seguirán estas ideas de forma natural, porque es lo que conocen. Serán hábitos que, seguramente, mantendrán a lo largo de su vida.

Rhona Anne Dick, directora de Experiencia de Aprendizaje de Lingokids

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