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Excusas de los niños para no dormir

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Aunque no hay cosa más tierna que ver a un niño durmiendo, no es extraño que para muchos padres la hora de acostar a sus hijos se convierta en un calvario: las llantinas y las rabietas porque no quieren dormir son bastante habituales.. Los niños son capaces de presentarnos un sinfín de excusas con tal de no meterse en la cama.

Para acotar un poco el derroche de imaginación de los niños para inventar excusas para no meterse en la cama, sería bueno que su habitación fuera un lugar tranquilo y sin grandes ruidos para conciliar mejor el sueño.

Y es que, aunque por fortuna para los padres, la mayoría de los niños y niñas han adquirido el hábito de dormir de un tirón toda la noche y se acabó la etapa de levantarse cada dos o tres horas para atender al bebé, en esta etapa de la vida de los niños, sin embargo, aparece una nueva dificultad: conseguir que los pequeños de la casa acepten irse a la cama y se queden dormidos sin rechistar… y esto puede convertirse en un acto heroico en las familias.

Los mejores remedios para dormir ante las excusas de los niños

Entre los 3 y los 6 años, los niños son capaces de presentarnos un sinfín de excusas para no dormir con tal de no meterse en la cama.

1.  No tengo sueño. Una de las más típicas, por ejemplo, es la de que no tienen sueño. Este tipo de argumentos suelen ser propios de los niños más activos. Aunque se sientan cansados, hayan jugado hasta el agotamiento y sus ojos se cierren sin remedio, ellos quieren más. Su afán es no perderse nada, y están convencidos de que al acostarse, van a perderse algo divertido.

El mejor remedio para estos casos es evitar las actividades demasiado movidas a última hora de la tarde. Además, siempre es bueno avisarles con un cierto tiempo de antelación de que tendrán que concluir sus juegos. Media hora, por ejemplo, suele ser suficiente para que el niño asimile que tiene que dejar de jugar, recoger sus cosas y prepararse para ir a dormir.

Pero puede ocurrir que cuando nuestro hijo nos diga que no tiene sueño, realmente nos esté diciendo la verdad. Debemos recordar, llegados a este punto, que es a estas edades cuando los niños comienzan a reducir su necesidad de sueño. Por este motivo, tal vez sea aconsejable reducir sus descansos vespertinos, para que, a medida que llegue la hora de irse a la cama por la noche, nuestro pequeño sienta un sueño y cansancio real. En caso de que suprimamos sus siestas, procuraremos sustituirlas pos actividades tranquilas que le permitan reposar tras la comida.

2. Levantarse continuamente. Hay muchos niños cuyo principal problema radica en su afán por levantarse de la cama una y otra vez antes de dormirse. Unas veces porque quieren ir al baño, otras por que tienen hambre o sed.

El mejor remedio en el caso de los niños con ganas de ir al baño, es que le permitamos que se levante aunque sepamos que se trata de una excusa. Sobre todo si no queremos encontrarnos con un escape entre sus sábanas a la mañana siguiente. Eso sí, para evitar este tipo de situaciones, es aconsejable que instemos al pequeño a que haga sus necesidades antes de acostarse, y además procuraremos reducir la ingesta de líquidos todo lo que nos sea posible en las horas anteriores a irse a dormir. Por otra parte, cada vez que el niño se levante para ir al servicio, nos aseguraremos de que lo haga de forma directa, nada de pasearse por la casa o irse al cuarto de sus hermanos.

El mejor remedio si siene hambre es que cene bien. El problema del hambre suele estar relacionado con una cena escasa (no se lo comió todo, por ejemplo) o demasiado temprana (lo saludable es cenar pronto). Aunque los niños de estas edades deben aguantar toda la noche sin comer, no dudemos en hacer excepciones en estos casos. No se trata de implantar una nueva ración de comida a la hora de ir a la cama, sino ofrecerle cualquier pequeña cosa (un yogur o una galleta) para que les quite la molesta sensación de hambre y puedan dormir.

3.  Miedo a la oscuridad. La soledad, el silencio, la oscuridad… no suelen ser muy amigos del niño. Precisamente por ello son muchos los pequeños que se niegan a acostarse cuando se lo mandan sus padres. Para poder entender la angustia que provoca en estos niños el paso de la vigilia al sueño sólo tenemos que mirarles los ojos y ver su cara de pena.

El mejor remedio para ayudarle a evitar que se sienta mal, lo mejor suele ser quedarse a su lado, hablándole y acariciándole unos 5 ó 10 minutos, no más, y siempre procurando no quedarnos en su cuarto hasta el último momento. Es importante que el niño vea como nos marchamos, pues si se despertase a media noche y no nos viese, podría asustarse y coger una rabieta.

Otro truco para que nuestro hijo no se sienta mal consiste en dejar la puerta de su dormitorio entreabierta. El ruido, la luz y nuestros propios pasos, no sólo no despertarán a nuestro hijo, sino que le tranquilizará si es de los que tienen un poco de miedo.

Casos especiales para no querer ir a la cama

Aunque lo mejor es acostar a nuestro hijo y dejarle dormir sin excesos de atenciones que puedan convertirlo en un niño caprichoso, hay situaciones es las que tal vez necesite más a sus padres de lo habitual, como pueden ser:

– Que el niño esté enfermo y con fiebre.
– El primer día de colegio, con todo el nerviosismo que supone.
– Pesadillas o algún trastorno del sueño.
– Noche de Reyes. La ilusión hace que le cueste dormir.
– Si duerme con algún hermano y se ha ido unos días, puede provocar que el niño esté incómodo o siente miedo al estar él sólo en la habitación.

Conchita Requero

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