Actualizado 16/10/2023 15:08

¡No quiero que se muera mi abuelo!

Cómo superar la pérdida de un ser querido por edadesCómo superar la pérdida de un ser querido por edades - ISTOCK

"¡Hubiera preferido que te murieras tú, y no el abuelito!". Esta frase se la dijo el hijo de una de mis alumnas, un niño pequeño, a su abuela unas semanas después de la muerte del abuelo.

Mi alumna estaba triste: además del duelo por la muerte de su padre, estaba sosteniendo a su madre que acababa de perder a su compañero de vida, y a su hijo que tenía una conexión muy fuerte con el abuelo. No solo eso: ahora también tenía que aprender a procesar los ataques de su hijo hacia la abuela.

En nuestra sociedad, no es sencillo lidiar con la muerte porque no estamos expuestos a ella. La enfermedad y la muerte ocurren muchas veces en los hospitales y los adultos protegemos a los niños contándoles lo mínimo. La cultura de prolongar la juventud y prolongar la vida tampoco ayudan a normalizar el hecho de que todos nos vamos a morir.

¿Es posible que nos estemos equivocando? ¿Cuál es la mejor manera de hablar de la muerte con nuestros hijos? Y, ¿cómo les podemos acompañar cuando alguien muy cercano y querido se nos va?

Cómo hablar sobre el miedo y la muerte con los niños

Niños hasta los siete u ocho años

Cuando mis hijos eran pequeños y nos preguntaban si nos íbamos a morir, les decíamos: "Claro que sí, todos nos morimos. Pero creo que no nos moriremos hasta que tengamos cien años". Mis hijos todavía no sabían qué era exactamente cien, pero les parecía que era mucho; era una manera de decirles que todavía estamos con ellos, y les podríamos cuidar y atender hasta que fueran muy mayores.De esta manera estábamos logrando dos cosas: primero, darles seguridad, porque la idea de perder a los padres es tremendamente angustiosa. Segundo, confirmar que en efecto algún día no estaremos aquí, nos vamos a morir. Poco a poco ellos se dieron cuenta de que había gente que se moría de todas las edades, y de que sus padres, por ahora, estaban sanos y seguirían a su lado.

En torno a los nueve y diez años

Esta es una etapa complicada para muchos niños, hay quien la llama la "edad del Rubicón". En este momento los niños se dan cuenta de que van a morir y de que sus padres y seres queridos también van a morir. Es posible que antes lo supieran de manera teórica, pero solo ahora lo sienten de verdad.

Es una etapa muy difícil para muchos niños, y con frecuencia mencionan el suicidio (aunque no tengan intenciones de suicidarse, se imaginan cómo sería la vida en su entorno si ellos no estuvieran), y muchos sufren pensando en la muerte de sus padres.

Yo misma recuerdo cómo lloraba por las noches pensando que mi madre (que estaba perfectamente sana) se podría morir. También recuerdo sacando el tronco por la ventana y preguntarme qué pasaría si saltaba. Sé que nunca tuve intención de saltar, pero el pensamiento se produjo.

Es una etapa de angustia y dificultad, que los padres tenemos que acompañar con mucha presencia, mucho cariño y mucha templanza.

A partir de los once y doce años

La edad del Rubicón se ha pasado, los niños ya han interiorizado la realidad de la muerte y están más preparados para comprender que no estamos en este mundo para siempre. La muerte sigue siendo dolorosa pero la angustia que acompañaba a nuestros hijos en la etapa anterior, ha desaparecido. Solo reaparecerá si alguien cercano muere o está muy enfermo.

Qué hacer cuando en nuestro entorno hay alguien muy enfermo o muere

En nuestro afán por proteger a nuestros hijos y mantenerles a salvo del sufrimiento, muchos de nosotros tendemos a ocultar a los niños, tengan la edad que tengan, una situación de enfermedad o muerte.

Casi siempre que alguien de nuestro entorno cercano enferma, a todos nos afecta: los adultos estamos tristes, o pasamos tiempo fuera de casa. A veces estamos más irascibles. Si el adulto enfermo vive con nosotros (o es uno de los progenitores), los niños perciben cambios, debilidad, cansancio, menos ganas de pasar tiempo con ellos*

Si no les explicamos qué está ocurriendo, pueden sentirse abandonados y poco queridos. También pueden preocuparse porque perciben que algo está ocurriendo, y no saben qué es. En ocasiones creen que es culpa suya, que están haciendo algo mal y por eso los adultos no se comportan con ellos como antes. También puede pasar que al percibir estos cambios, la tensión de los niños aumente y con ella los conflictos.

Por eso yo te animo a que compartas con tus hijos lo que está ocurriendo en la familia. Pero, ¿cómo hacerlo?

Siempre con palabras adecuadas a su edad

A un niño pequeño le puedes decir "el abuelo está muy malito, se va a morir, papá y mamá están muy tristes". A un adolescente a lo mejor le puedes explicar el tipo de enfermedad y la información médica que tengáis.

Acepta su tristeza y su enfado

Muchas veces las emociones difíciles se disfrazan de ira. En momentos de dificultad los niños, igual que los adultos, tendemos a estar muy irascibles. Si este es el caso de tus hijos, explícales lo que les ocurre: "Creo que estás muy triste y preocupado porque el abuelo está malito, y tu tristeza se ha disfrazado de enfado. Voy a estar a tu lado hasta que estés más tranquila. Llorar suele ayudar con la tristeza".

También es posible que seas tú quien está más irascible ante esta situación. Explícaselo a los tuyos: "mamá está enfadándose mucho estos días, me he quedado sin paciencia. Creo que en realidad estoy triste porque creo que el abuelo se va a morir".

Recuerda a las personas que ya no están

¿Tienes miedo a que tu hija se ponga triste si habláis de su padre, que ya no está? No temas. Para procesar la ausencia de alguien querido es bueno hablar de la persona, mirar fotos, poder llorar y expresar nuestro dolor, ir al cementerio y recordar momentos bonitos vividos en común. Es muy lícito poder decir "echo mucho de menos a papá" y tener consuelo cuando el duelo se hace duro.

Rememora a las personas que habéis perdido y permite que vivan con vosotros en vuestro recuerdo.

La muerte forma parte de la vida, y así se lo tienes que transmitir a tus hijos. Ocultarles esta realidad no les va a ayudar a procesar las pérdidas con las que se van a encontrar a lo largo de su vida.

Amaya de Miguel. Fundadora de la escuela online para madres y padres @relajateyeduca

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