Actualizado 05/03/2020 14:28

Neumonía o pulmonía, claves para prevenir y tratar

Neumonía o pulmonía, claves para atajarla
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Si tu hijo tiene fiebre, se le marcan las costillas y respira más rápido de lo normal o le cuesta trabajo hacerlo, vigílalo: puede tener neumonía. La neumonía es una enfermedad de sospecha clínica que afecta a los pulmones. Pero no solo a los de los más pequeños, sino también a los de los adultos y ancianos.

La diferencia estriba en que en el caso de los adultos, la neumonía la provoca una bacteria, mientras que, en el caso de los niños, la neumonía suele ser producto de uno de esos virus que llegan con la vuelta al cole y que en junio se marchan de vacaciones.

Cada año, el 12 de noviembre, se celebra el Día Mundial de la Neumonía, también conocida como pulmonía, una enfermedad severa y muy frecuente que afecta a una de cada cien personas al año.

Síntomas de la neumonía o pulmonía

Fiebre, escalofríos y sudoración, tos productiva con expectoración mucosa, dolor torácico que aumenta al toser, dolor de cabeza. dolores musculares y articulares, falta de apetito, debilidad, dificultad para respirar y estertores crepitantes a la auscultación pulmonar, en el área afectada, son algunos de los síntomas evidentes de neumonía.

El doctor Daniel Blázquez Gamero, pediatra especialista en Enfermedades Infecciosas del Hospital 12 de Octubre de Madrid, recomienda que, si se observan los síntomas de la neumonía descritos, se acuda inmediatamente al médico. Cuando este ausculte sus pulmones, identificará en ellos una serie de ruidos característicos. Así sabrá si se trata de una neumonía o, por el contrario, de una deficiencia respiratoria alternativa motivada por causas distintas. Mediante una sencilla radiografía se puede confirmar el diagnóstico.

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La tos: síntoma clave de la neumonía

Neumonía o pulmonía

Por supuesto, la tos es también uno de los síntomas más evidentes de la neumonía. Su duración, una vez superada la infección, es muy variable. Todo depende de qué tipo de virus o bacteria haya provocado la neumonía. En este sentido, Blázquez Gamero sostiene que, como media, en los niños se suele prolongar la tos una o dos semanas. Durante este periodo, no conviene que ocupen estancias muy secas, deben ir bien abrigados y tomar alimentos templados, nunca demasiado calientes ni demasiado fríos. Así evitaremos que sus cuerdas vocales sufran más de lo que ya lo hacen. También deben beber suficientes líquidos. El agua y los zumos naturales son muy saludables y ayudan a evitar la sequedad y la deshidratación.

Durante las dos semanas que puede prolongarse la tos ya no es necesario, a no ser que el pediatra lo estime oportuno, continuar administrando al niño antibióticos. A su consumo, por cierto, habremos recurrido únicamente en caso de que la infección haya sido producida por una bacteria y no por un virus. Algo que no acostumbra a ocurrir en el caso de los niños.

Sí conviene, en cambio, suministrar alguna medicina si la sintomatología de la infección se agrava. Además, si vemos que  al niño le falta oxígeno para respirar correctamente o que tiene vómitos que le impiden tomar el antibiótico por la vía oral, siempre es necesaria su hospitalización. Cuando el niño presente signos de gravedad, tales como neumonía extensa o decaimiento, también deberá procederse a su ingreso en un centro médico.

¿Qué niños son susceptibles a la neumonía?

La neumonía se da frecuentemente durante los fríos meses de invierno, pero puede producirse en cualquier momento del año y, por supuesto, se puede dar a cualquier edad. En cambio, es especialmente habitual en los niños menores de cuatro años y corren más riesgo de padecerla aquellos que tengan problemas en las defensas (inmunodeficiencias). También aquellos que tomen fármacos inmunodepresores o quienes tengan alteraciones estructurales respiratorias como la fibrosis quística y las malformaciones pulmonares. Por otro lado, los pequeños que sufran problemas neurológicos como las parálisis cerebrales también tienen más probabilidad de padecer neumonía.

La vacuna de la neumonía

Existen dos tipos de vacunas contra el neumococo:

1. Vacuna antineumocócica polisacárida 23-valente, que protege frente a 23 serotipos de neumococo, entre los que se encuentran el 90% de los que causan infecciones graves. Tiene el inconveniente de que no es efectiva en niños menores de 2 años y proporciona una protección poco duradera (alrededor de 5 años en adultos sanos).

2. Vacuna antineumocócica conjugada: existen dos vacunas, una que protege frente a 100 serotipos de neumococo y otra que protege frente a 13 de estos serotipos. Tienen el 97% de eficacia en la prevención de meningitis e infección de la sangre, protegen de parte de las neumonías y tienen una protección moderada frente a la otitis media aguda causada por neumococo. Pueden utilizarse en niños hasta los 5 años de edad y una de ellas (la que contiene 13 serotipos) también puede ser utilizada en personas de 50 o más años con determinadas enfermedades crónicas.

Consejos para tratar la neumonía en casa

Si tu pequeño tiene neumonía actualmente, estos consejos del pediatra te ayudarán a controlar la infección y a cuidar al niño en casa. 

-   Vigila el estado general del niño y sus dificultades respiratorias.

-   Acostumbra a tu hijo a lavarse las manos a menudo, sobre todo, cuando vaya a comer.

-   Ofrécele líquidos en abundancia.

-   Evita los cambios bruscos de temperatura.

-   No descuidéis en casa el consumo de fruta y verdura.

-   Los yogures ayudan a mantener alerta nuestras defensas.

-   Una segunda valoración pediátrica es necesaria si, a pesar del tratamiento antibiótico, la fiebre persiste o vemos que el niño respira con mayor dificultad.

Elisa García Faya
Asesor: Dr. Daniel Blázquez Gamero. Pediatra Especialista en Enfermedades Infecciosas del Hospital Universitario 12 de Octubre, de Madrid.

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