Actualizado 22/06/2022 09:33

Trucos para contar cuentos a los niños

Cómo ser un buen cuentacuentos
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La mejor de las historias, si no se cuenta bien, difícilmente llegará al corazón de los niños. La voz y los gestos son como los signos de exclamación o de interrogación, tan importantes o más que el contenido del cuento que contamos. Nos dan la emoción del relato. Dan credibilidad al acercar la historia a la realidad emocional que vivimos.

Leer de forma plana y lineal, sin cadencias ni entonación, o sin gesticulación de los labios, los ojos o de la cara en general, aporta información racional, pero nos priva del acceso al canal emocional del niño, que es fundamental.

Narradores de emociones

La imaginación del niño es descriptiva, facilitadora a nivel emocional. No enjuicia. Es eminentemente emocional. Se deja llevar mediante la proyección de imágenes de lo que siente en su mente gracias a la facilidad de imaginar.
Los cuentos sirven a los niños para proyectar sus emociones. La fantasía del cuento les sugerirá cómo reconducir, cómo dejar de lado su malestar, su imposibilidad de avanzar. Y, para ello, es básico que nuestra forma de transmitir las emociones, cuando leemos el cuento, sea consecuente con las emociones de los protagonistas de esa historia.

A contar cuentos se aprende

No es complicado contar cuentos... si nos los creemos, si nos dejamos atrapar por la historia, si dejamos que nuestros oídos oigan a los personajes y si sus emociones las hacemos nuestras. Por tanto, a contar cuentos se aprende. Si nos creemos las emociones de la historia, será más sencillo ponernos en el papel e interpretar los gestos, la entonación y en la cadencia de nuestra voz fluirán solos.
Contar cuentos no se hace ni bien, ni mal... simplemente se hace, creyendo en lo que se está haciendo, situándonos en el lugar de nuestros hijos. Es fundamental creerse la historia que se está contando.

Trucos para ser el mejor cuentista

Pautas sencillas para convertirnos en mágicos padres-narradores:
1.    Valora cómo te encuentras. Si estamos enfadados, o demasiado tristes, es probable que no logremos transmitir calma al niño. En este caso, si tenemos la facilidad de reorganizarnos con rapidez, ¡adelante! Pero de lo contrario, sería más apropiado dejar el cuento para otro momento, limitándonos a dar un beso de buenas noches, o muchos besos y achuchones... y mañana será otro día.

2.    Procura evitar las interrupciones. Es importante dedicar un tiempo a contar el cuento, sin estar pendientes de si hemos dejado algo medio hacer, salvo que sea imprescindible. De lo contrario, la magia desaparecerá y probablemente será costoso retomar el nivel de atención y de tensión emocional que habíamos conseguido.

3.   Captar la atención mientras narras es más sencillo si mantenemos el contacto ocular y gesticulamos con la boca.

4.   La dinámica la narración es más activa con oraciones cortas y sencillas, en las que se exprese de forma clara y concreta lo que queremos transmitir. Como consecuencia se hace imprescindible seleccionar los sucesos que vamos a narrar, distinguiendo los que son fundamentales de los que no lo son.

5.   El tono de nuestra voz es tan importante como el ritmo de ésta. Según el cuento avance y según la emoción que el personaje exprese así nuestro ritmo se transformará y la fuerza cambiará. En este sentido, si hemos sido capaces de acercarnos a las emociones de los protagonistas y nos hemos aprendido la historia, nuestro sistema emocional adelantará lo que viene después y facilitará que fluyan las emociones adaptando nuestro tono, fuerza y ritmo.

6.   Valora el momento madurativo del niño. Esto es básico, pero muchas veces olvidamos que hay determinados hechos, acciones y conductas que no van a ser entendidas por todas las edades. Y también hay determinados ejemplos, personajes o recreaciones mágicas que con determinados años ya no son creíbles.

7.   Concreta la emoción de tu hijo: el miedo que queremos diluir, deshacer, eliminar. Dicen que el que mucho abarca poco aprieta... y en este caso es verdad. Es importante determinar la emoción que se proyectará en el cuento. En esta línea, cuando de manejar los miedos se trata, procuramos inducir un pequeño estado de relajación antes del cuento. Inicialmente iremos adaptando nuestro ritmo respiratorio, provocando que sea más tranquilo y pausado, para inducir el de nuestros pequeños. Más tarde el nuestro se adaptará al suyo, cuando este sea más tranquilo.

8.    El lugar concreto en el que vamos a contar los cuentos no es importante, pero sí lo es tener presente el espacio físico en el que nos encontramos. Es importante incluir algunas características del ambiente de nuestros pequeños en la historia que le vamos a contar. De esta forma se hace mucho más presente, creíble y facilitador para la "tele-transportación" al interior del cuento. Además, cumple una segunda función, la de focalizar sobre determinados aspectos físicos de "nuestro aquí y ahora conocido" las emociones tranquilizadas que el cuento puede llegar a evocar. Por ello, tener presente la estación del año o el tiempo atmosférico e incluirla como parte del "atrezo" de nuestras breves historias las hace aún más creíbles.

Siguiendo estas sencillas instrucciones y, una vez elaborado nuestro "cuento especial para nuestros niños especiales", se sentirán atrapados por la historia y por el narrador. Y de esta forma, el cuento cumplirá su función terapéutica a la perfección.

Relájate y ayuda a los niños a vencer sus miedos

Antes de comenzar con nuestro cuento intenta relajarte. Para ello, acompasa la respiración física con la emocional, mientras dices las "palabras mágicas":
  Recuerda que vamos a enseñar a nuestro cerebro,
  Cómo despacito puede respirar
  Para que nuestro cuerpo,
  Poquito a poco se pueda relajar.

Los niños son muy sugestionables; y si son miedosos, más aún. Por esto, merece la pena aprovechar su capacidad de sugestión para transmitirles que pueden vencer sus miedos. Si les impresionamos, activarán la convicción y, después, la autosugestión. En definitiva, para tener éxito y atrapar la atención del niño que nos escucha impaciente es necesario abandonarse al relato y vivir con él toda la historia que le ayudará a curarse de su miedo.

Ana Gutiérrez y Pedro Moreno. Psicólogos clínicos. Autores del libro Los niños, el miedo y los cuentos. Cómo contar cuentos que curan. Publicado por Desclée de Brouwer.

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