Actualizado 21/05/2022 08:58

El papel de la familia en la prevención de conductas de riesgo

La familia es una gran herramienta para aparender cuáles son las conductas de de riesgo que hay que evitar.
La familia es una gran herramienta para aparender cuáles son las conductas de de riesgo que hay que evitar. - ISTOCK

La familia es el primer entorno en el que comienzan a desarrollarse los más pequeños. Es en este entorno en el que los niños empiezan a interiorizar valores y a tomar las primeras lecciones que marcarán su futuro en etapas tan críticas como la adolescencia, en la que pueden aparecer conductas de riesgo. De esta forma, si los padres se involucran, se reducen los peligros que pueden surgir más adelante.

Además, una vez alcanzada la adolescencia, la presencia de la familia también puede ser un factor protector de los hijos frente a conductas de riesgo. Y es que existe una serie de factores típicos de este entorno que actuarán como protección frente a determinados peligros, disminuyendo la probabilidad de que estas sucedan. Por ello, nunca hay que dejar de trabajar en este sentido.

La familia como protectora de factores de riesgo

Desde la Pontifica Universidad Católica de Chile se indican varios factores que son los que marcan el factor protector de la familia frente a conductas de riesgo:

- La fortaleza de los vínculos familiares. La familia ofrece cercanía, apoyo emocional y un trato cálido a los hijos. Por ello estos vínculos, al llegar a la adolescencia, puede servir para que los jóvenes confíen a sus padres los problemas y pensamientos frente a comportamientos de riesgos.

- Padres involucrados. Si los padres saben las actividades que desarrollan sus hijos, con quién se juntan y la actitud de sus amigos, será más fácil advertir posibles situaciones de riesgo.

- La disciplina en la familia. Establecer límites es importante para que los más pequeños conozcan la diferencia entre los buenos y los malos comportamientos, dotándolos de una base para saber elegir en la adolescencia.

- Potenciar una socialización sana. En muchas ocasiones caer en conductas de riesgo depende de la autoestima del adolescente y sus ganas de encajar y tener amigos. Si los padres desarrollaron una confianza en sus hijos, será más difícil caer en estos comportamientos.

- Los padres, el primer modelo. Se ha dicho muchas veces, pero nunca está de más recordar el papel ejemplificador que tienen los padres frente a sus hijos. Por ello, la actitud que estos tengan frente al consumo de tabaco, alcohol, y otras situaciones, marcará el comportamiento de sus hijos.

- Promover diálogo abierto. Si los padres se han mostrado como un ente comunicativo y dispuesto a escuchar, llegada la adolescencia los hijos tendrán más facilidad para transmitir a los adultos sus preocupaciones.

- Información sobre los riesgos. Si los hijos conocen los peligros frente a ciertas actitudes, les será más posible que estos conozcan a lo que se enfrentan y sus efectos nocivos.

Damián Montero

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