El círculo virtuoso de la cadena de favores es sencillamente impresionante. Y cuando lo vemos crecer, nos maravilla lo que ha arrancado de la manera más sencilla.
Consiste en que, para cambiar el mundo, empecemos por cambiar nosotros y hacer el bien.
Un bien que no tiene que ser enorme porque basta el más pequeño de los detalles de cariño para desatar este círculo virtuoso.
Lo importante es descubrir a quién podemos ayudar y qué podemos hacer por ellos. Después, sólo hay que dejar que la cadena crezca.
Te dejamos algunas ideas para poner en marcha tu cadena de favores:
1 ¿A quién podemos ayudar?
En familia, preparamos una lista con los nombres de las personas de nuestro entorno a las que vamos a ayudar al día siguiente de alguna forma.
2 Pequeños gestos de cariño.
Pensamos cada uno en qué podemos hacer por ellos: llevarle unas galletas al recreo, ayudarle con mates, dedicarle un rato para escucharle…
3 La cadena de favores.
Explicamos a esa persona que, en Adviento, queremos hacer una cadena de favores, que cada uno haga algo bueno por alguien cuando reciba algo.
4 Compartimos experiencias.
Al día siguiente, nos contamos cómo han ido nuestras cadenas de favores. No todas habrán funcionado pero habremos sembrado poco a poco.