Actualizado 04/01/2023 14:32

Aprender a relacionarse jugando de 3 a 6 años

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Hacia los tres años, confluyen dos circunstancias que amplían el mundo de relaciones del niño: por un lado, comienza un abandono progresivo del egocentrismo respecto al mundo exterior; por otro, su incorporación al mundo escolar, donde descubrirá a sus iguales y ampliará sus posibilidades de relación y comunicación.

Aprender a relacionarse jugando a partir de los 3 años

En primero de Educación Infantil, surgirá la necesidad en el niño de compartir sus juegos y su tiempo con otros pequeños, regulará su conducta en relación con los demás y tendrá en cuenta los deseos, necesidades y opiniones de los otros. Aprenderá normas, hábitos y conductas deseables en sus relaciones a través del juego.

A pesar de todo, un niño que no haya asistido a la guardería antes de los tres años puede tener la misma socialización, si su entorno familiar ha facilitado unas relaciones de comunicación, diálogo, participación, ayuda y espíritu de servicio y apertura a los demás.

La comunicación desde un primer momento debe ser fluida, dinámica y afectuosa; es la etapa en la que el niño crea unos lazos afectivos muy fuertes con las personas que se encargan de su cuidado, ya que éstas serán sus figuras de apego.

Al hablarles, verbalizar lo que estamos haciendo, estimularle con palabras de afecto y cariño, estamos contribuyendo a su desarrollo del lenguaje y a su capacidad de comunicación, de relación y afecto; además, desarrollaremos su sensibilidad y emociones básicas para su posterior desarrollo social.

Otras medidas eficaces son: llevarle a lugares de esparcimiento y diversión para que se acostumbre a relacionarse con otros niños; y, organizar excursiones con otras familias que tengan niños de edades similares.

¿De qué modo se relacionan a los 3 años con sus iguales?

Hasta los tres años, el niño muestra una característica intelectual significativa: él es el centro y todo lo demás debe adaptarse a su pensamiento. El juego de un niño de 2 ó 3 años es en solitario o en paralelo con los demás; la escolarización facilitará la relación con sus iguales, para abandonar su egocentrismo (incapacidad para tener en cuenta el punto de vista de los demás) y mediante el juego desarrollará su capacidad socio-afectiva.

Hacia los 5 ó 6 años, tendrá ya consolidadas las relaciones sociales y el juego empezará a ser más estable, buscando a sus amigos para divertirse, imaginando e ideando juegos compartidos o adoptando determinados roles.

Fomenta sus relaciones sociales: hazte estas preguntas

¿Facilitas sus encuentros con otros niños de su edad?
¿Le llevas al parque habitualmente?
¿Organizas alguna merienda para que sus amigos vengan a casa y así puedan mantener una relación?
¿Planificas excursiones o salidas con familias que tengan niños de su edad?
¿Planificas su tiempo de ocio con actividades, juegos o encuentros con otros niños?
¿Organizas en casa reuniones con amigos y familiares?
¿Visitas a los abuelos y a otros familiares y amigos?
¿Alabas su buen comportamiento social cuando se ha portado correctamente?
¿Corriges (con cariño) los comportamientos sociales incorrectos cuando estás a solas con él? O por el contrario, ¿te sientes tan avergonzado del comportamiento, que tan solo le castigas sin decirle como debía de haberse comportado y lo disgustado que te encuentras?
¿Le explicas con antelación lo que se espera de él, de su comportamiento?

Niñas y niños no se relacionan igual

Ambos comparten unas características psicoevolutivas comunes en un tiempo cronológico determinado, aunque difieren en su ritmo madurativo, sus gustos por determinados juegos y roles sociales. El ritmo de desarrollo socializador depende del grado madurativo de cada uno.

La diferencia más significativa entre ellos está en los medios y modos de socialización, porque sus juegos y los roles que imitan son distintos. Un niño busca más la relación a través del movimiento motor grueso, en el que está implicado todo su cuerpo: le gusta correr, ir detrás de un balón o jugar a luchar con otros niños, aunque siempre hay pequeños que son más sedentarios. La niña, sin embargo, normalmente comunica con el gesto y la palabra; le gusta el juego simbólico y asume roles de adultos, imitando normalmente a su mamá o a la profesora.

Ambos se relacionan de forma diferente con su entorno y con los que les rodean, porque tienen gustos y necesidades socio-afectivas distintas. Cada uno asume su rol social por imitación de adulto con el cual se identifica como igual. Aprende a distinguir las diferencias con naturalidad y adopta su papel, buscando a su vez la compañía de los que reconoce como iguales.

Es muy importante trabajar en casa la sociabilidad, la autonomía y la autoestima para que el niño se sienta capaz de relacionarse positiva y eficazmente con los demás.

Marisol Nuevo Espín

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