Actualizado 13/03/2022 19:12

Emergencia sanitaria, ¿cómo reconocerlas y cuándo perder la calma?

Estos son los motivos por los que realmente debes acudir al pediatra.
Estos son los motivos por los que realmente debes acudir al pediatra. - ISTOCK

La preocupación por los niños es uno de los grandes quebraderos de cabeza de los padres. Cuando sucede un accidente, cuando aparece alguna enfermedad, o simplemente por verlos algo decaídos, comienzan las alarmas. Pero, ¿Cómo saber si se está, en realidad, ante una emergencia sanitaria? ¿Y si todo es una falsa alarma y no hay lugar para tanta inquietud?

Para ayudar a los padres a reconocer una emergencia sanitaria, desde la Academia Americana de Pediatría, se ofrecen una serie de consejos que ayuden a los padres a tomar una decisión. Aunque eso sí, nunca hay que asumir el papel de los especialistas y si quedan dudas sobre el bienestar de los hijos, lo mejor es acudir a un médico para salir de dudas.

Situaciones que no requieren de atención urgente

Hay diversos momentos en los que, si bien no hay que quedarse de brazos cruzados, no es necesario acudir de emergencia al pediatra: quemaduras menores, dolor de oído o infección de oído, conjuntivitis, posible infección de las vías urinarias, dolor de garganta y posible amigdalitis o faringitis estreptocócica, enfermedades gastrointestinales, tales como vómito y diarrea con deshidratación leve, heridas leves, resfriado y tos.

En estos casos no se recomienda acudir a las emergencias médicas, pero sí llamar al pediatra durante las horas de atención médica. De esta forma se podrá hablar sobre las necesidades del niño. Si se aprecia una gravedad en los síntomas o una lesión que comprometa a los hijos, lo mejor es actuar con rapidez para poner remedio lo más pronto posible.

Situaciones médicas de emergencia

Emergencias como lesiones graves o enfermedades que pongan en riesgo a los niños requieren de una rápida actuación. Una regla para saber si se está en estas situaciones es saber si el niño puede caminar, hablar, interactuar y/o jugar. Algunos ejemplos de estos casos son las siguientes:

- Laceraciones y/o heridas profundas con sangrado que no para

- Fiebre de más de 38 °C en un niño de menos de 60 días (2 meses).

- Convulsión que dura más de 2 minutos en un niño sin antecedentes de este tipo de crisis.

- Cualquiera de estos síntomas después de una lesión en la cabeza: disminución del nivel de alerta, confusión, dolor de cabeza, vómitos, irritabilidad, dificultad para caminar.

- Pérdida del conocimiento.

- Dolor abdominal fuerte.

- Quemaduras graves.

- Haber tragado un objeto que provoca dificultad para respirar o tragar.

- Fracturas óseas graves.

- Dificultad para respirar o color morado/azul en los labios, las puntas de los dedos y el lecho de la uña.

- Vómito o tos con sangre .

- Rigidez severa del cuello o sarpullido acompañado de fiebre.

- Envenenamientos y/o intoxicación.

- Tos de perro.

- Cualquier mordedura o picadura venenosa con enrojecimiento e inflamación local que se propaga o evidencia de enfermedad generalizada.

- Problema de salud psiquiátrica o del comportamiento nuevo o que empeora.

- Empeoramiento de la mayoría de las enfermedades crónicas, tales como diabetes, asma, etc.

Damián Montero

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