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Ritxar Bacete: «El mejor regalo para un padre es compartir tiempo con sus hijos»

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Figuras como John Lennon, Barak Obama, Franz Kafka, Ziauddin Yusafzai (papá de Malala), el oscuro Darth Vader, o personajes históricos como Abraham, Confucio o Dédalo son algunos de los padres que han inspirado a Ritxar Bacete para escribir Papá.

Este libro ilustrado recoge 25 cuentos (Papá cazafantasmas, Papá salvavidas, Papá villano, Papá extraordinario o Papá monstruo…) que se corresponden con 25 padres de la historia o de vida real contemporánea a cuya biografía podemos acceder como sorpresa final.

Todos tienen un denominador común: su caracter rompedor con el rol de padre tradicional que les ha llevado a vivir una paternidad positiva, presente y activa. Las figuras paternas descritas son el resultado de años de investigación sobre los hombres, las paternidades y las relaciones de igualdad.

El mejor papá de la historia

A pesar de vivir en la cultura del patriarcado, ¿por qué se conoce tan poco sobre la figura del padre en relación con la figura de la madre?
En el mundo en el que vivimos, donde han pasado cosas buenas como la declaración de Derechos Humanos, se mistificó la imagen de la maternidad como una forma de tener a las mujeres relegadas al ámbito de lo privado, de los cuidados, y en este momento histórico, lo que se hizo fue borrar la figura del padre. Se dejó al padre solo como proveedor de recursos, el que otorga la autoridad, el que castiga, el que es lejano emocionalmente y por eso, figuras como José de Nazaret fueron borradas y es una de las figuras que he querido rescatar en el libro.

En el libro ha desarrollado 25 modelos de padres distintos, ¿cuál o cuáles son los más comunes en la sociedad actual?
He elegido 25 modelos de padres, y creo que en cada padre hay un poco de cada uno de ellos. De alguna manera, he querido transmitir la idea de que si los hombres nos miramos al espejo cuando ejercemos como padres probablemente el amor que sentimos por nuestros hijos nos hará ir hacia la dirección de estar más presentes, de ser mejores padres… pero no existe una meta donde dices ya he llegado, ya soy un buen padre. Independientemente del momento histórico, ese padre presente, amoroso, no violento… probablemente estuvo en el paleolítico y en el neolítico porque es consustancial a la biología y a la esencia del ser humano. Sentir compasión y ternura por nuestros hijos es lo que nos ha hecho sobrevivir como especie. Entre los 25 tipos de padres está el padre terrible, el padre cuidador, el padre ausente… y muchas veces todos somos un poco de cada.

Personajes históricos, del mundo de la política, del espectáculo, de ficción… forman parte de las biografías, ¿con cuál te quedarías?, ¿cuál es la historia que más te ha impactado?
Me quedaría con la historia de Dédalo-Ícaro, una historia eterna basada en la lucha que tenemos todos los padres al dar alas a nuestros hijos, es decir, al darles libertad para que puedan elegir. Esta idea se ve reflejada en el empeño que tiene Dédalo de construir unas alas a su hijo para que Ícaro se escape, pero estableciendo límites: «no vueles demasiado alto que siempre se puede derretir la cera con la que están hechas las alas» y «no vueles demasiado bajo». Entonces Ícaro se pone a volar por todas partes, quiere llegar al sol, se le derriten las alas y al final fallece.

Los niños deben dar importancia a los consejos sabios de su padre o de su madre, deben saber que lo hacemos por ellos.

No he querido hacer un libro edulcorado y he elegido imágenes que muchas veces son duras como por ejemplo la imagen de Abraham con el cuchillo en la mano. Abraham es uno de esos personajes que impactan, es aquel padre que quería formar una estirpe y Dios le dice que asesine a su hijo. Su historia, la que he inventado, está basada en hechos bíblicos y en referencias históricas y antropológicas.

¿Cómo ha sido la evolución del papel del padre en la historia y cómo podemos verlo de manera cronológica?
Empiezo el libro con la figura de Manuel, un padre inventado de hace 450.000 años en la estepa burgalesa. A partir de un hallazgo arqueológico, en la cima de Asuaga donde aparecieron los restos de una niña que tendría unos 9 años, cuento la historia que la hizo sobrevivir con una gravísima malformación, una discapacidad no solo motora sino también intelectual. En aquel tiempo, no hubiera sobrevivido sin la colaboración y los cuidados compartidos. Como hipótesis tiene mucha fuerza y gracias a ella sabemos que los humanos cuidaban y atendían a esas personas en comunidad. Por eso, narro la historia de un papá primigenio, Manuel, que cuidaba a su hija desde la percepción que tenía ella yendo a hombros de su padre. Seguimos viajando en el tiempo y otro personaje fascinante es Amenofis IV. La primera imagen que se ha representado de la ternura en piedra y que ha llegado hasta nuestros días de un hombre cuidando a su hija es de Amenofis IV. Él no ha pasado a la historia, pero su hijo Tutankamón, sí. El padre bueno desparece y el hijo guerrero permanece. La historia de la paternidad tiene una gráfica en picos de sierra, es decir, ha habido momentos para ser un buen padre, presente y amoroso y otros que han sido terribles para ser un buen padre como la época de la industrialización. Termino con la historia de mi padre porque lo personal dice mucho de cómo vemos el mundo.

¿Por qué el modelo de padre dominante que surgió en la Edad Media se ha mantenido desde entonces? ¿Ha sido difícil ser disidente con el modelo dominante?
En la Edad Media surgió con mucha fuerza la idea del padre autoritario y se ha mantenido de forma cultural. Más allá de nuestra biología, el deseo de ser padre o madre es también una expectativa cultural que tiene ver con un contexto y con las posibilidades de serlo de una determinada manera. Yo creo que cada vez más los hombres estamos empezando a transitar por la parte expresiva de la vida, lo que hasta ahora se ha considerado lo femenino.

No fue hasta el año 2017 cuando se preguntó a los hombres por su deseo de ser padres.

Esto sucedió en Alemania y también fue la primera vez que se computaron las tasas de fecundidad de los hombres. Es decir que ha habido un vacío y un borrado de los hombres en relación a la reproducción de la especie y la paternidad se ha vaciado de contenidos. En la medida en que se va dotando de contenidos a la forma de ejercer la paternidad se genera un mayor deseo de tener hijos.

¿Qué es la paternidad positiva y por qué se ha reivindicado de manera especial en los últimos años?
La paternidad positiva es ese modelo compartido que se vio en John Lennon cuando dejó las drogas para cuidar a su segundo hijo y eso le sanó. La paternidad positiva es esa imagen tierna de José de Nazaret, la de Amenofis IV con su hija en brazos y la que ejercen aquellos hombres en la era del feminismo que quieren hacer equipo con su pareja. Hoy, la paternidad positiva se ve en los que asumimos la responsabilidad del cuidado de nuestros hijos y llevamos la misma carga mental que las mujeres. Una paternidad positiva es la que se cuestiona la violencia y la autoridad, la que pide perdón, la que es compasiva, la que decide poner límites en el ámbito público y asumimos las tareas domésticas y negociamos con nuestras parejas para que ellas también tengan el espacio de promoción profesional y ocio que les corresponde.

¿Cómo cree que va a ayudar en materia de igualdad que el cuidado y la educación de los hijos se asuma al 50 por ciento?
Tenemos evidencia empírica de los efectos positivos que tiene la implicación del padre en la crianza. Hay un elemento clave en el empoderamiento de las niñas que tiene que ver con el tipo de referente masculino que tuvieron y aquí no me estoy refiriendo exclusivamente al padre, puede ser el referente de abuelos o tíos. Cuando esa persona de referencia, que está más implicada, es amoroso, pacífico, tierno, plancha, friega… hay muchas posibilidades de que esa niña sea lo que ella quiera ser, y que estudie una carrera que rompa barreras de estereotipos.

Está probado que la implicación del padre es muy importante para el empoderamiento de la mujer.

Esas niñas tienen menos posibilidades de sufrir violencia porque han tenido modelos de paternidad y masculinidad positiva y saben muy bien qué es lo tolerable. En la medida en la que el padre se implica más en el cuidado de sus hijos, desciende hasta un 40% la posibilidad de que ese hombre ejerza violencia contra su pareja o ejerza la violencia contra sus hijos e hijas. Los cuidados para los hombres son una especie de universidad tremendamente eficaz para establecer modelos de relación mucho más pacíficos.

¿Qué reivindicaría en la celebración del Día del Padre?
En último año ha sido complejísimo y duro, todas las familias en todo el mundo hemos conocido lo que significa lo esencial y lo esencial no lo encontramos ni en los equipos de fútbol ni en las banderas. Lo esencial es nuestra casa, nuestra familia, las personas que nos quieren y que nos cuidan. Ahora es cuando muchos hombres nos hemos dado cuenta de lo que supone cuidar. Hemos estado teletrabajando y al mismo tiempo cuidando en casa de los niños, pendientes de la olla, de la lavadora… Ha sido una escuela. Nunca en la historia de la humanidad conocida o reciente, los hombres habíamos pasado tanto tiempo en casa con nuestros hijos y nuestras parejas. Eso nos va a dejar un poso positivo. Por eso, para este 19 de marzo, la toma de conciencia de lo importante que es estar presentes, asumir la responsabilidad del cuidado y la ejecución de las tareas que sostienen la vida también por parte de los hombres, me parece que es un mensaje fundamental. 

¿Cuál es el mejor regalo para un padre?
El mejor regalo es compartir tiempo. El tiempo es fundamental. Cuando preguntamos en las investigaciones a hombres ejecutivos, políticos, empresarios de éxito…, «si pudieras dar marcha atrás ¿qué cambiarías de tu vida?», la gran mayoría dice lo mismo, que se les pasó la vida de sus hijos cuando eran pequeños y eso no tiene marcha atrás. Se dan cuenta que es más importante que el trabajo, el éxito, los triunfos… de hecho Antonio Banderas, cuando le dieron el premio Goya hace unos años, se lo dedicó a su hija y le pidió perdón por no haber estado con ella. Muchas veces el éxito de los hombres es a costa de la no presencia y de no haber cuidado a sus hijos con la suficiente dedicación. Tiempo es lo que necesitan los seres más importantes de nuestra vida y con los que tenemos más responsabilidad que son nuestros hijos. Hagamos que lo que les demos, lo puedan disfrutar.

¿Los padres de hoy en día tienen los hijos que quieren o los que pueden? ¿Qué pone freno hoy en día al deseo de ser padre?
En esta sociedad de la absoluta opulencia es la primera vez en la historia conocida de la humanidad, que estamos dispuestos a extinguirnos como especie. Es curioso que ahora, cuando nuestras casas están llenas de tecnología, no llegamos a la tasa de reproducción básica que en cualquier momento evolutivo de la historia de la humanidad se ha conseguido con menos riqueza, con menos avances. Somos una sociedad envejecida y si seguimos así, nos llegaremos a extinguir como especie. Esto dice mucho del tipo de sociedad en la que vivimos. Si preguntamos a las mujeres cuántos hijos les gustaría tener, la mayoría dice de 2,5 a 3. Sin embargo, tenemos 1,4. La maternidad se ha retrasado y la mayor preocupación que expresan las mujeres es el mundo laboral. La segunda preocupación es la falta de implicación en los cuidados de los hombres. Las mujeres españolas relatan que no tienen los hijos que desean por la dureza del mercado laboral, pero otro lado porque sus compañeros no se implican.

¿Cree que ejercer la paternidad de forma plena ayudará a tender lazos en la pareja?
Lo bueno de la paternidad es que no tiene marcha atrás. Cuando generas una relación de apego y estás presente en la crianza se crea un vínculo y un lazo que transforma y da seguridad y permite que tus hijos tengan una serie de elementos en su vida que les permitan desarrollar de manera eficaz las inteligencias múltiples y la inteligencia emocional. Aquellos hijos de familias que tienen un doble vínculo de apego seguro, es decir, que crecen con un padre que está presente, tienen mejor salud, van a tener menor posibilidad de sufrir violencia o de ejercer violencia. Ese vínculo es de doble dirección, y te transforma, incluso tiene impacto en la producción de hormonas. Hay evidencia empírica de que los hombres más presentes en la crianza producen más hormonas de la felicidad como oxitocina y prolactina y reducen los niveles de tetosterona. Esto influye en la relación de pareja.

Debemos entender que debemos ser amos de casa y compartir con nuestra pareja la responsabilidad, porque incide en la satisfacción de las mujeres.

Algo que relatan las mujeres que han participado en investigaciones sobre la implicación de los hombres en la crianza es que se muestran más felices y más satisfechas con sus parejas porque muchos de los problemas de convivencia de pareja que tenemos tienen que ver con la incomprensión. La implicación de los hombres en la crianza supone necesariamente aprender a caminar con los zapatos de tu compañera, de tu esposa, de tu pareja… y entender mejor la carga del cuidador.

Marisol Nuevo Espín

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