Los
malos comportamientos se castigan y reprenden, los buenos
se recompensan y se
refuerzan positivamente. Sin embargo, esta rutina no es perfecta, e incluso apostar por inventivar las buenas actitudes de los niños a través de premios, puede convertirse en una herramienta educativa con defectos. Por ello hay que saber aplicar esta técnica y no caer en algunos de los errores comunes en este sentido.