A veces los padres tenemos la sensación de que hablamos con nuestros hijos y no nos escuchan. Le pides a tu hijo o hija que haga algo, pero no te hace caso, parece que no te escucha. No presta atención ni obedece, y puede que te sientas frustrado e irritado, incluso quizás acabas perdiendo la paciencia y se te escapa algún grito, ¿verdad? Es una situación que se repite en muchas familias.