Educar la resiliencia
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Cuando tenemos hijos, queremos que sean felices, que sepan superar los obstáculos de la vida y que ojalá no les toque enfrentar ningún evento traumático ni un sufrimiento importante. Muchas veces, los padres nos concentramos tanto en esto, que nos convertimos en padres sobreprotectores que, por miedo a que nuestros hijos sufran, tratamos de estar siempre cerca removiendo cada obstáculo y alejando cualquier amenaza.

En la crianza de nuestros hijos es importante enseñarles a sobreponerse y a entender que el sufrimiento es parte de la vida y que podemos transformarlo en algo que nos cambie y nos haga mejores. Esto es la resiliencia.

La resiliencia se define como la capacidad que tiene una persona de recuperarse frente a la adversidad para seguir proyectando el futuro. Educar la resiliencia es un recurso muy importante porque por más empeño que le pongamos a evitarles problemas o sufrimientos, la realidad es que nuestros hijos los encontrarán en el camino, así que hay que equipar su mochila de la vida con todos los recursos necesarios para sobreponerse a ellos.

Enfrentar los fracasos, clave para educar la resiliencia

Los niños que no se han enfrentado a ningún fracaso en su vida, tendrán muy difícil la labor de sobreponerse a cualquier problema en su vida adulta. Es muy sencillo: si nos dedicamos a tapar o minimizar las frustraciones, las molestias o los pequeños fracasos, nuestros hijos no tendrán la oportunidad de encontrarse cara a cara con ese obstáculo y tampoco tendrán la oportunidad de superarlo.

Bien dice el dicho: "hay que criar con un poco de hambre y un poco de sed". Estos pequeños inconvenientes: saber esperar a llegar a casa para tomar agua, no quejarse si hace mucho calor, o pasar alguna incomodidad, los ayudará a desarrollar la tolerancia a la frustración, herramienta necesaria para poder sobreponerse a los problemas del día a día.

Perseverancia, esencial para superar adversidades

Otra herramienta necesaria para la mochila de la resiliencia es la perseverancia. Nuestros hijos deben ser capaces de tener la tenacidad suficiente para trabajar por alcanzar sus metas, aunque se vean muy lejos, o aunque supongan mucho trabajo.

Vivimos en la época de la gratificación instantánea: lo que no se logra inmediatamente no vale la pena. Debemos luchar contra esta cultura que niega el valor del esfuerzo prolongado, que no reconoce la importancia de la lucha del día a día y que hace que nuestros niños se rindan al primer intento.

Animemos a nuestros hijos a intentarlo una vez más. No importa que al primer o segundo intento no hayan logrado lo que querían. Las historias de éxitos están llenas de muchos intentos, de muchas caídas y de muchos "äparentes* fracasos. Una frase llena de sabiduría que se escucha a menudo es: "no importa cómo te caigas, lo importante es cómo te levantas". 

Asumir las consecuencias de las acciones nos hace resilientes

Muchas veces tratamos de evitarles a nuestros hijos asumir las consecuencias de sus acciones para evitarles un mal rato: les llevamos un trabajo que dejaron en la casa, reponemos la pelota que perdieron en el parque, etc. Cuando hacemos esto les robamos la experiencia de enfrentarse a las consecuencias de sus acciones y de aprender de ellas.

Niños que han crecido en un ambiente "sin consecuencias" son incapaces luego de entender o asumir responsabilidades cuando son adultos. Esta confusión los hace paralizarse al momento de sobreponerse a algún problema, porque no entienden porqué ellos deben asumir esa consecuencia, si nunca lo han hecho antes.

Asumir las consecuencias de las propias acciones es un paso importante para llegar a ser resilientes: solo si sabemos a qué nos enfrentamos, podremos aprender cómo asumirlo y cómo sobreponernos para seguir adelante. Recordemos esto cuando vayamos a "ahorrarle" una consecuencia a nuestros hijos.

Saber contar con los demás

Uno de los factores más importantes de la resiliencia es contar con el apoyo de alguien. Sea la familia, un gran maestro, o un buen amigo, las personas resilientes encuentran en el otro, ese sentido de pertenencia, ese apoyo incondicional que es necesario para afrontar las dificultades y sobreponerse a ellas.

Para desarrollar esta red de apoyo, es necesario que la persona sepa abrirse a los demás, que sepa reconocer que hay algo que le dan los demás que no conseguiría solo. Tiene que aprender a darse: a abrir su corazón y a salir al encuentro del otro. Debemos inculcar en ellos el valor de la verdadera amistad, esa que es generosa y sincera y que busca el bien para el amigo en todo momento

Finalmente nuestros hijos deben saber que siempre pueden contar con nosotros. Nuestro amor debe hacerlos sentir seguros y deben saber que así se equivoquen mil veces, nosotros estaremos siempre ahí para apoyarlos y ayudarles a levantarse. Porque para eso es la familia, es el mejor sitio para crecer y para enfrentarse a todo lo que la vida nos ponga delante.

Maria Veronica Degwitz

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