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Inteligencia parental, ¿educas con la cabeza o con el corazón?

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Desde que Howard Gardner acuñó en 1993 el concepto de Inteligencias Múltiples, te resultará familiar la idea de que la inteligencia va mucho más allá de la capacidad de razonamiento, la memoria o la solución de problemas. Gardner nos habló de la Inteligencia lógico-matemática, la lingüística, la musical, la espacial, o la inteligencia emocional, entre otras.

En términos generales, una buena definición que te puede ayudar a entender qué es la inteligencia, sería tomarla como la habilidad para adquirir conocimientos, razonar, aprender de la experiencia y manejarse en el entorno de un modo adaptivo, en cualquiera de las áreas a las que nos refiramos.

Sin embargo, hay un tipo de Inteligencia muy importante del que tal vez aun no has escuchado hablar: la Inteligencia Parental.

Criar y educar a un niño (y si tienes uno bien lo sabes), es una de las tareas que más conocimientos, dedicación y esfuerzo requiere. Tiene una grata recompensa, sin duda, pero es posiblemente el reto más exigente al que te vas a enfrentar.

¿Qué es la inteligencia parental?

La Inteligencia Parental es aquella que incluye los conocimientos y habilidades necesarios para la crianza, y está compuesta de diferentes áreas que te describo a continuación:

– Conocimientos relativos a la crianza: información sobre el desarrollo del niño, sus necesidades y los cuidados que requiere, adquiridos a través de libros, cursos, o transmitidos por el entorno.

Resiliencia: habilidad para adaptarse a la realidad cambiante y a las situaciones imprevistas que supone la crianza.

– Inteligencia emocional: habilidad para entender los propias emociones y la de tus hijos, y manejarlas adecuadamente.

– Habilidades comunicativas: la importancia de saber usar el lenguaje verbal y no verbal en la relación con tus hijos.

– Capacidad para guiar y establecer límites de la manera adecuada.

– Autoconocimiento: autoobservación y análisis de las propias habilidades parentales y de las Zonas Oscuras (heridas de la infancia, carencias y frustraciones que puedes estar proyectando en tus hijos de manera inconsciente)

– Habilidad para establecer y mantener un vínculo de apego seguro a través de las diferentes etapas evolutivas del niño.

– Destrezas como la creatividad, la flexibilidad o la apertura a la experiencia.

¿Educas con la cabeza o con el corazón?

Quizá te surja la duda ahora mismo de si la Inteligencia Parental es algo innato o se puede aprender: ¿De qué depende que tengas una alta inteligencia parental?

Pues depende de muchos factores, algunos innatos y otros adquiridos.

Por ejemplo, dependerá de tus rasgos básicos de personalidad: educas en función de quién eres. Estos rasgos vienen determinados genéticamente, pero se moldean por el ambiente. Así que en parte, sí se pueden modificar.

Tu Inteligencia Emocional, la manera en que experimentas tus emociones y las de los demás, y como reaccionas a ellas. Aquí tienes mucho más margen de maniobra, pues pese a que hay aspectos que son muy caracteriales, como la empatía, otros se pueden aprender y potenciar.

Por otro lado influirán los conocimientos cristalizados, es decir, toda la información sobre educación y crianza que has interiorizado y guardado en tu memoria, desde el modelo que viviste en tu infancia, hasta el último libro sobre el tema que has leído.

En otro orden de cosas, no puedes olvidar tus heridas o huellas de la infancia, pues ellas marcarán también, de manera muy inconsciente, tu maternidad. Proyectarás sin querer muchas carencias propias en tu hijo y eso puede enturbiar tu relación con él.

Como ves, hay aspectos relacionados con tu parte más racional, más mental, y por tanto más consciente, y otra con tus emociones (tu parte más inconsciente).

Seguro que tu anhelo es criar niños emocionalmente estables, seguros de sí mismos, capaces de desenvolverse en la vida con plenitud. Para ello deberás desarrollar al máximo tu Inteligencia Parental, esa que te va a permitir sacar lo mejor de ti, y pulir los aspectos más negativos.

Educar con la cabeza y con el corazón es la manera más inteligente de educar.

Úrsula Perona. Psicóloga y autora de publicar Hijos de alta demanda. Manual para padres (Toromítico).

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